Redacción/ Barcelona.
El escándalo de Paolo Gabriele -Paoletto- el mayordomo del Papa y la fuga de documentos reservados hace que la Santa Sede incremente sus medidas de seguridad.
Nada hacía pensar que en un entorno místico y de confianza se filtraran secretos personales de Benedicto XVI. Pero el reciente escándalo bautizado como Vatileaks, protagonizado por el ex-mayordomo y un técnico informático, Claudio Sciarpelletti, ha hecho saltar todas las alarmas y puesto en guardia a los responsables de seguridad.
El oportunista y sigiloso “enemigo” se encontraba dentro de los muros del Vaticano y para evitar sucesos parecidos se han incrementado las medidas de vigilancia y control de los empleados. Para ello se han reorganizado las dependencias y el acceso a ellas y por citar un ejemplo, el nuevo ayudante de cámara del Sumo Pontífice, Sandro Mariotti ya no tiene su despacho en la misma sala que los secretarios personales de Benedicto XVI.
Moverse con total libertad por las estancias próximas al estudio de Joseph Ratzinger o fotocopiar impunemente documentos personales será a partir de ahora mucho más difícil. Mitja Leskovar, un monseñor esloveno al frente de los servicios de seguridad han decidido realizar cambios sustanciales. A partir de enero del 2013 todos los empleados deberán utilizar obligatoriamente una tarjeta provista de un microchip. Eso les permitirá entrar y salir del recinto pero todos sus movimientos quedarán registrados y en caso de necesidad se podrá saber en cualquier momento su localización.
Habrá también más restricciones para fotocopiar documentos, que pasaran por una autorización, y quien acceda a los dos archivos de la secretaría de Estado no podrá llevar encima teléfonos móviles u otros aparatos electrónicos que deberán dejarse en unos armarios.
Las nuevas reglas marcarán unos procedimientos menos flexibles y una vigilancia más pormenorizada que pretende asegurar la información que gestiona el pequeño Estado y que los rotativos italianos no han tardado en aludir a una masiva activación de los 007 del Vaticano, en alusión a los servicios de seguridad, guardaespaldas y policías de investigación. La bondad del personal de la Santa Sede ya no podrá suponerse y tanto los empleados uniformados como los portadores de sotana deberán cumplir las normas que entrarán en vigor con el nuevo año.
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