Redacción.
En la segunda semana de protesta contra el Gobierno de Recep Tayyip Erdogan, Turquía ha vivido esta madrugada su episodio más violento entre manifestantes y policía.
Es en Estambul donde las protestas han sido más fuertes, sobre todo en el barrio de Besiktas, donde se ubican las oficinas del primer ministro. Los manifestantes han montado barricadas con adoquines y otros materiales de construcción, mientras que la policía volvía a hacer uso de los gases lacrimógenos para impedir la entrada de los mismo en las oficinas del primer ministro.
En otras ciudades del país se ha vivido el mismo ambiente de tensión, como ha sido el caso de Izmir, donde una grupo de manifestantes ha atacado, con bombas incendiarias, una sede el partido gobernante, provocando un incendio que destruyó parte del edificio antes de que los bomberos pudieran apagar el fuego. En Ankara la policía ha detenido a cientos de personas en un centro comercial.
Más de 1.700 detenidos
En total más de 1.700 personas fueron detenidas en las protestas que han vivido más de 60 ciudades por todo el país. La mayoría ya han sido puestas en libertad, según declaró ayer el ministro del Interior, Muammer Güler.
Erdogan ha declarado que las protestas de esta madrugada estaban orquestadas por «grupos extremistas», asegurando que el hecho de que su partido haya incrementado el apoyo recibido en tres elecciones consecutivas es una muestra de que el pueblo apoya su Gobierno. Ha conminado a los manifestantes a «que pongan fin inmediatamente» a las protestas, asegurando que la Policía no se retirará de Taksim.
Sin embargo, Erdogan, ha reconocido que «ha habido errores» en la actuación policial contra las manifestaciones celebradas esta semana en la plaza Taksim de Estambul. Ha reconocido que la actuación ha sido «excesiva», y que ha encargado al Ministro del Interior que investigue los posibles abusos cometidos.
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