Una de las misiones de la Unidad Militar de Emergencias (UME) es la lucha contra los grandes incendios forestales. El pasado 17 de junio tuvo lugar en la localidad portuguesa de Pedrogrâo un incendio forestal, con consecuencias mortales. Murieron 64 personas y resultaron heridas otras 135. Una semana después, se declara en el término de Moguer (Huelva) otro fuego, que puso en peligro el entorno de Doñana, con el Parque Natural y el propio Parque Nacional. Ambas situaciones movilizaron a la UME como fuerza de acción para extinguir el fuego, en colaboración con otros medios, tales como los bomberos portugueses, fuerzas de colaboración de otros países y el Dispositivo para la Prevención y Extinción de Incendios Forestales de Andalucía (Infoca).
En este sentido, las labores de la UME en la lucha contra incendios forestales son las de ataque directo, ataque indirecto, perimetración, liquidación, enfriamiento o vigilancia. Además la UME puede aportar otras misiones, como las de colaboración en la evacuación, montaje de campamento para evacuados, apoyo sanitario, coordinación de otros medios militares, etc. La UME se ha desplazado al entorno de Doñana, a Portugal en varias ocasiones durante este verano, así como a otros puntos de España.
La UME tiene unos tiempos máximos de movilización según las diferentes disponibilidades. En el ejemplo del incendio forestal de Doñana, el Equipo de Reconocimiento -que son los primeros en movilizarse- “tardó tan solo dos minutos en ponerse en marcha”, declara el capitán de Infantería, Ignacio Mayandía, que estuvo allí. Generalmente el tiempo máximo para este primer elemento (Equipo de Reconocimiento) es de 15 minutos, pero debido al seguimiento exhaustivo de las emergencias desde nuestro Centro de Control (COB) estos tiempos pueden acortarse.
En virtud del Protocolo de Alerta Temprana, tras la llamada recibida del director general de Medio Ambiente y Organización Territorial a la 01:51H (de la noche del 24 al 25 de junio), los primeros elementos salen hacia el incendio a las 02:00 horas. Desde este momento, y de manera progresiva, se van sumando a la intervención el resto de personal, hasta completar los 255 militares. En el caso de Doñana, el fuego se origina en la Peñuela de Moguer -a tan solo cinco kilómetros del Parque Natural de Doñana- en la madrugada del sábado 24 de junio. Durante tres días las llamas cercan la mezcla de ecosistemas que es Doñana, un espacio natural de gran valor, con una biodiversidad única, con marismas, playas de dunas móviles, fauna protegida en un entorno de 500 kilómetros cuadrados. 8.486 hectáreas ardieron hasta su extinción el martes 27 de junio. Se movilizó el Segundo Batallón de Intervención en Emergencias (BIEM II), desde la base sevillana de Morón de la Frontera, con un total de 255 militares y 74 vehículos (extinción, mando, transmisiones, apoyo, ambulancias).
En el incendio de Pedrogrâo, partieron de las bases más cercanas a la zona portuguesa, Torrejón de Ardoz (Madrid) y El Ferral de Bernesga (León), 103 militares (seis de ellas mujeres) pertenecientes a los batallones BIEM I y BIEM V. de León. Se utilizaron 20 vehículos, entre autobombas, nodriza y transporte de personal, de transmisiones y ambulancia.
El mando de las operaciones
En el caso de un fuego en otro país, como fue en Pedrogrâo, el mando lo tiene siempre el país anfitrión y entonces se actuó bajo las autoridades lusas. Al ser un incendio forestal, se designa un “director técnico de extinción” y la UME trabaja bajo sus directrices para coordinar actuaciones y necesidades logísticas.
Para actuaciones en el extranjero hay tres formas de activación: por acuerdos bilaterales entre países, por Naciones Unidas o por la Unión Europea. En el caso de España y nuestro país vecino, en 1992 se firmó el Protocolo sobre Cooperación Técnica y Asistencia Mutua, para la asistencia mutua en casos de emergencia o catástrofes. En 2008 se estableció el procedimiento de actuación en el Proyecto de Capacidad de Respuesta Rápida Europea (EUR RC7), entre España, Francia, Italia, Portugal, Grecia, Bélgica y Malta. Se contempla que en caso de que una catástrofe desbordase la capacidad de respuesta de un Estado, se refuerza la capacidad de la UE para contar con dispositivos de países capacitados. Por esto la UME actúa fuera de España.
En la zona de Moguer y el entorno colindante, las órdenes de la extinción venían dadas por el Dispositivo para la Prevención y Extinción de Incendios Forestales de Andalucía (INFOCA), que “durante dicho fuego ejercieron una extraordinaria labor de coordinación de todos los organismos participantes” señala Mayandía. Hasta el nivel 2 de emergencias, el mando lo ejercen las autoridades civiles. Si asciende al nivel 3, el mando operativo será militar 3 o siempre que el incendio se encuentre dentro de los campos de maniobras militares.
Los factores que determinan la activación de la UME en el caso de un incendio forestal pueden ser diversos. La envergadura de éste, la proximidad a núcleos habitados o un gran número de incendios simultáneos en la zona puede hacer tomar esa decisión a las autoridades.
Funciones determinantes y peligrosidad
Una de las características de la UME es su empleo en masa, autonomía logística y esfuerzo continuado (24 horas). En todas sus intervenciones, el personal de la UME trabaja día y noche, en turnos de 12 horas. Esto nos permite actuar con medios como autobombas, herramienta manual o helicópteros en frentes complejos o zonas de difícil acceso” describe Aurelio Soto, teniente de navío y portavoz de la UME, que estuvo en Pedrogrâo.
En los últimos años, algunos incendios forestales se han caracterizado por sus grandes dimensiones o mortales resultados. En palabras del persona de la UME, el grado de peligrosidad de un incendio forestal va a depender principalmente de sus características particulares; estas son el comportamiento del fuego según el tipo de vegetación, orografía, temperatura, viento, humedad, entorno (superficie arbolada, forestal, interfaz urbano-forestal, etc.). Pero también podemos enfocarlo desde el punto de vista de una emergencia catastrófica con factores, como la intencionalidad en su origen, la vulnerabilidad de la población cercana o la devastación de espacios naturales protegidos.
En el caso de Pedrogrâo, fue un incendio virulento y de rápido avance favorecido por la falta de humedad de la vegetación, el viento y la orografía. “No hay duda de las negativas consecuencias que tienen los incendios forestales y su proporcionalidad. Cuanto mayor es el incendio y/o sensible sea su valor ecológico mayores consecuencias en el ecosistema” afirma el portavoz de la UME. “De ahí la gran preocupación de todas las administraciones públicas por proteger estas zonas sensibles”.
La UME actúa como elemento más dentro del Sistema Nacional de Protección Civil y aporta diferentes capacidades:
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Capacidades genéricas como la lucha contra Incendios Forestales.
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Grandes Nevadas (despeje de viales, apoyo logístico al ciudadano, etc.) e Inundaciones (achique, montaje de diques, socorrismo acuático…).
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Capacidades específicas, equipos de rescate en montaña, equipo de buceadores de rescate, los equipo de rescate urbano USAR (urban search and rescue).
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Capacidades de apoyo logístico, sanitario y de mando y control.
Super incendios
“Sí se puede afirmar que hay un mayor número de incendios forestales” resalta Ignacio Mayandía, pero no se pude considerar como un verano de súper incendios. Pero está claro que la presencia de zona urbana próxima y/o mezclada con zona forestal (esto se conoce como zona de interfaz urbano-forestal) propicia más incendios por haber presencia humana en lugares con potencial de incendio, a la vez que hace mucho más difícil la defensa y extinción.
El capitán de navío Soto complementa esto al decir que los grandes incendios forestales (GIF mayores de 500 hectáreas) se han mantenido en una media de 23 al año, mientras que el número de conatos/incendios forestales se ha reducido en los últimos años.
Sí es cierto que los incendios que se producen en el interfaz urbano-forestal tienen unas características particulares y por ello unas técnicas de intervención específicas. Así, la UME asiste y organiza cursos y seminarios específicos para la preparación conjunta con los distintos servicios de extinción de esta capacidad.
El factor humano
“Estar frente a las llamas te permite ser más consciente, si cabe, de las negativas consecuencias de un incendio forestal. Esto favorece el convencimiento y la motivación de nuestros efectivos en la preparación diaria, pero también te hace ser consciente de que su extinción requiere esfuerzo, trabajo duro y, en muchas ocasiones, tiempo ante su persistencia” manifiesta el militar Soto.
El portavoz de la UME describe la importante labor que hace la unidad en las actuaciones internacionales. “Cuando colaboramos con el resto de servicios en la extinción de un incendio, sentimos que formamos parte de un equipo formado por civiles y militares de diferentes administraciones convencidos del importante papel que desempeña” matiza. En el caso de Doñana, enfrentarse a un fuego junto con otros organismos del SNPC tiene una gran recompensa moral de los intervinientes, ya que el poder servir a los ciudadanos es siempre para nosotros un motivo de orgullo y satisfacción.
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