En regiones del globo donde la guerra es una constante de su historia la imagen del soldado suele ser la de invasor y fuerza extranjera. Las intervenciones militares del siglo XXI de organizaciones internacionales como Naciones Unidas (ONU) – sea como imposición de paz o presencia para la desescalada de tensiones – han dado un paso importante en la amplitud de registros desplegados. Uno de los mayores exponentes de esta evolución es la presencia de unidades cívico-militares (CIMIC) en el escenario bélico.
Durante las guerras de Bosnia y Kósovo funcionarios internacionales se percataron de la pérdida de eficiencia en el objetivo primario de la misión al mantener a los contingentes en las bases, sin contacto directo con la comunidad autóctona, por lo que empezaron a trabajar en proyectos para el desarrollo de vínculos fructuosos que, además, cambiaran la imagen de la presencia extranjera.
Las Unidades CIMIC están diseñadas para entender los entresijos socioculturales de la zona en la que operan de tal modo que las relaciones directas se conviertan en otra dimensión de la operación militar; se centran en labores cívicas que permitan a cada estrato de la sociedad autóctona ver la implicación más allá de la fuerza del personal con uniforme. No obstante, el grado de participación CIMIC en cada misión está supeditado a la seguridad de las operaciones: este tipo de unidades no se pueden desenvolver igual en Afganistán que en el Líbano, ya que ni el objetivo de la misión es el mismo ni las connotaciones sociales y políticas se le asemejan.
En el caso del Líbano, España está presente en el sur, a través de UNIFIL (Fuerza Provisional de las Naciones Unidas para el Líbano), como líder del sector Este de la misión. El contexto y el objetivo por verificar el cese de hostilidades entre Hezbollah y el Ejército israelí ha permitido que esta misión sea el mejor escenario de operaciones para las unidades CIMIC: ”La misión CIMIC por excelencia es ahora mismo esta porque se pueden desarrollar todas las fases de un trabajo cívico-militar. Aquí tenemos todas las facilidades, todos los medios. Además, la población libanesa después de tantos años de permanentes guerras es muy sensible a ciertos aspectos”, argumenta el capitán Sayogo, jefe de la unidad CIMIC del sector Este de UNIFIL.
”La oportunidad de reunirte con el alcalde y que luego lo trasmita al resto de la población; esa capacidad solo la tenemos nosotros”
Los oficiales de esta unidad deben analizar y profundizar en el bagaje histórico de la zona; ser conscientes de sus entresijos y disputas étnico-religiosas, y estar al tanto de los cualquier tipo de tensión para poder lidiar con prevención. Ante esta situación, al tratase de una región con preponderante trasfondo tribal la figura del líder – religioso o comunitario – imprime una importancia mayúscula al diálogo y entendimiento entre las partes: ”La oportunidad de reunirte con el alcalde y mandarle tu mensaje, y que luego lo trasmita al resto de la población; esa capacidad solo la tenemos nosotros”, puntualiza el oficial Sayago al subrayar la clave de explicar a la comunidad a través de su líder, y mediante diversos proyectos, qué hacen fuerzas extranjeras en su territorio.
Aún si la relación sólida y garbosa con los líderes regionales es el primer y más contundente ejemplo en la labor CIMIC, las labores hacia los estratos sociales de la zona suponen su confirmación. ”Me suelo reunir cada día o cada dos con alcaldes. Veo sus inquietudes, palpo la situación, y luego estudiamos futuros proyectos. Llevamos inaugurados 15 solo en el área de Marjaayoun”, cuenta el capitán del grupo táctico de la Base Miguel de Cervantes, Muñoz de la Rosa.
Se han reconstruido edificios y rehabilitado carreteras, pintado campos de fútbol e implicado en proyectos de desarrollo agrícola. El apoyo en la inversión de infraestructura han sido Proyectos de Impacto Rápido, pero las unidades cívico-militares han desarrollado actividades con mayor proyección en el transcurso de los 12 años de misión; y el contingente español está en primera línea de acción. Buen ejemplo de ello es el Proyecto Cervantes, destinado al aprendizaje de la lengua castellana en diferentes colegios de la comarca.
“El castellano se ha convertido en una herramienta de paz»
El país levantino presume de su historia multiétnica y plurilingüe, donde la población está acostumbrada ya al árabe, francés e inglés; es por eso que una vez a la semana militares españoles imparten clases de castellano a niños de entre 9 y 11 años: “El castellano se ha convertido en una herramienta de paz. Este proyecto ha ayudado a los niños a que no solo relacionen a los españoles con la guerra”, explica la Madre Superiora, docente del colegio de Marjaayoun. Además de esta actividad, las tropas españolas están implicadas en otras labores de interacción con la población de la zona. El Proyecto Sancho Panza, sobre materia gastronómica; o el Proyecto Market en el cual comerciantes nativos interactúen con militares mientras hacen negocios con ellos en la misma base.
Definitivamente las unidades Cívico-Militares son una prueba de la reformulación del orbe militar dentro de las organizaciones internacionales. La incidencia en el ámbito social y cívico en el propio terreno ha ganado enteros en la estrategia primaria de la misión. Es inevitable que hoy se cubra de forma directa el dimensión social del propio conflicto; se trata de un elemento primario y volátil dentro de las causas y consecuencias del teatro de operaciones. La labor centrada en el aspecto civil implica un multiplicador de fuerza que permite ampliar el grado de influencia en el devenir de la misión, al mismo tiempo que potencia una imagen más humana, hecho que ha resultado clave en este tipo de operativos.
El contingente de Naciones Unidas demuestra al otorgar un papel exponencial en las unidades CIMIC que la lectura de este tipo de escenario bélico hoy pasa por galvanizar la relación entre la comunidad autóctona y las contingencias desplegadas; explicar en qué consiste el operativo y demostrar a los líderes regionales y figuras religiosas de su impacto benigno en la zona, que reside en las capacidades y técnicas de las unidades CIMIC. La cesión de responsabilidades en estas unidades, y la especialización en su labor prueba una nueva interpretación de lidiar en zonas efervescentes. Esto significa un desarrollo de recursos nuevo en el que el peso de la misión recae mucho más en los elementos cívicos que en la proyección de fuerza, un hecho que recalca el nuevo equilibrio de poder sobre la dimensión social del siglo XXI.
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