César Pintado Rodríguez.
Joaquín Mañes Postigo, amigo y colaborador de este Observatorio, acaba de publicar su último libro sobre la intervención española en la Italia pre revolucionaria.
Algo más de ocho mil soldados españoles estuvieron en Italia desde finales de mayo de 1849 hasta principios del año siguiente, formando parte de la coalición de los paises católicos de Europa que se convocaron en la Conferencia de Gaeta para restituir al papa Pio IX como jefe de los Estados Pontificios tras ser despojado por Garibaldi y Mazzini.
El contingente español sirvió con tanta eficacia como honra, pero su esfuerzo recibió poca recompensa. Fue la última gran aventura para el Ejército español. El esfuerzo fue superior al de la Guerra de África de 1860 o de la intervención en Cochinchina en 1858. Un epílogo para marcar el inicio de una agonía nacional que se perpetuó por más de un siglo. Esta semana profundizamos en ese epílogo a través de las preguntas a Joaquín Mañes.
La intervención española en Italia en defensa del Papado es un capítulo de nuestra historia muy poco tratado. ¿Cómo surgió la idea?
Como consecuencia de la búsqueda constante de dar a conocer, con vocación divulgativa que no exhaustiva, aspectos casi desconocidos de las intervenciones exteriores de nuestras fuerzas armadas.
La coyuntura política en España no era sencilla. ¿Se perseguían objetivos meramente morales en Italia o había otros intereses en juego?
Una mezcla de ambas, España pretendía asumir un papel de potencia media en el concierto europeo, para lo que tenía que salir fuera, también reconciliarse con la Iglesia tras las sucesivas desamortizaciones y, como no, realizar un papel quijotesco de ayuda al papa Pío IX.
Te veo muy crítico con el papel de Francia, que por su parte acababa de salir de otra revolución.
Crítico por el papel tan cínico que tuvo con sus aliados en la aventura italiana, pero admirando, y envidiando, la claridad con la que Francia en consideración a sus propios intereses ha actuado siempre, con seguridad y determinación.
Insistes mucho en el hecho de que no se pudiese evacuar a Pío IX a Mallorca para garantizar su seguridad. ¿Fue penuria de medios o conformismo de potencia venida a menos?
Penuria de medios y falta de rigor en la ejecución de la operación, por parte de las autoridades civiles y de los mandos militares, ante la miopía de la trascendencia histórica que esa evacuación hubiese supuesto para España.
El relato tiene cierto halo romántico en los personajes del general Fernández de Córdoba y Pedro de Andrade. ¿Estaba el gobierno español imbuido de ese idealismo?
No, el gobierno siempre maniobró de forma indecisa y sin determinación; una época convulsa, marcada por unos estereotipos políticos que, sorprendentemente, se siguen repitiendo.
¿Por qué quedó en el olvido esta campaña? Es el fuerzo económico y militar fue notable.
Porque España no sacó ningún provecho de su intervención y tampoco se produjo ningún choque armado que pudiera pasar a la historia… Todo fue para nada…
Han pasado dos años desde Añoranzas Hispanas de la Legión Extranjera. ¿Qué ha sido más difícil, sacar tiempo o financiación?
Financiación, César, se escribe por mera vocación.
El Ministerio de Defensa está promoviendo multitud de actividades para la difusión de la cultura de defensa, desde conferencias hasta presentaciones de libros. ¿Has recibido algún apoyo?
Ninguno y ni creo que lo reciba.
No sueles pasar mucho tiempo quieto. ¿Qué proyecto tienes ahora en mente?
De momento no tengo nada en perspectiva; necesito un año.
Gracias Joaquín y mucha suerte con la novela.
Muchísimas gracias a ti, César, como siempre.
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