El veterano político Ranil Wickremesinghe ha prestado juramento como nuevo presidente de Sri Lanka esta mañana, un día después de ganar la votación en el parlamento y ha insistido a la nación isleña a unirse para encontrar una salida a su peor crisis económica en décadas.

Solo unas pocas personas han estado presentes en las afueras de la secretaría presidencial esta mañana, un edificio de la era colonial que fue asaltado por un mar de manifestantes a principios de este mes junto con las residencias oficiales del presidente y el primer ministro.

Los legisladores de Sri Lanka votaron ayer a favor del presidente interino Wickremesinghe como nuevo presidente hasta 2024, con la esperanza de que su larga experiencia en el gobierno ayude a sacar al país de la crisis económica y política. Wickremesingue reemplaza al ex presidente Gotabaya Rajapaksa, quien huyó del país la pasada semana y renunció a su cargo después de que cientos de miles de personas salieron a las calles para protestar en contra su gobierno.

Rajapaksa se escondió durante varios días antes de huir en un avión militar, para reaparecer en Singapur y finalmente presentar su renuncia, poniendo a cargo al primer ministro. Su partida marca el final de las dos décadas de dominio política de su familia.

La elección de Wickremesinghue como próximo presidente de Sri Lanka ha supuesto una profunda decepción para muchos manifestantes que han permanecido a las afueras del parlamento en Colombo, epicentro de las manifestaciones a nivel nacional. La mayoría de los manifestantes que salieron a la calle y forzaron la destitución de Rajapaksa, tampoco querían a Wickremesinghe en el cargo, por considerarlo un aliado de la familia Rajapaksa.

El parlamento de 225 miembros ha concedido 134 votos a Wickremesinghe y 82 al otro candidato principal, el legislador del partido gobernante Dullas Alahapperuma. Un tercer candidato, Anura Kumara Dissanayaka, obtuvo solo tres votos.

«Nuestro país enfrenta enormes desafíos y tenemos que trabajar en una nueva estrategia para cumplir con las aspiraciones de la gente», ha dicho Wickremesinghue, de 73 años, después de su victoria. «Ahora, todos deben unirse». Alahapperuma, a pesar de ser mejor candidato para los manifestantes y la oposición, no tiene ninguna experiencia de gobierno en un país que apenas en plena crisis económica y necesita desesperadamente un rescate del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Antes de la votación, Wickremesinghe ha señalado que en el momento en que se incorporó al gobierno de Rajapaksa como primer ministro en mayo, la economía ya se había hundido y que, desde entonces, los cortes de electricidad se habían reducido a 3 horas diarias, en lugar de 5, y además se había suministrado fertilizante a los agricultores que habían sufrido una prohibición anterior del producto.

La razón inmediata de la crisis política ha sido la desastorsa situación económica que enfrentan los 22 millones de habitantes de la isla. La economía de Sri Lanka ha estado en caída libre durante meses. El turismo, una gran fuente de divisas, se vio gravemente afectada durante la pandemia y apenas había comenzado a recuperarse cuando la invasión rusa de Ucrania hizo subir los precios de las materias primas, lo que hizo que el combustible y los alimentos importados fueran más difíciles de costear.

La rupia de Sri Lanka ha caído un 45% frente al dólar desde que el banco central abandonó su paridad en marzo. El gobierno había pasado meses desperdiciando sus menguantes reservas de divisas para apuntalar la moneda y pagar el servicio de la deuda externa, que se había vuelto inasequible durante mucho tiempo. En abril, el gobierno advirtió que dejaría de pagar sus cuotas en moneda extranjera, para en mayo, incumplir oficialmente su palabra.

Debido a que Sri Lanka prácticamente se ha quedado sin divisas, no puede permitirse pagar las importaciones, sobre todo el combustible, los alimentos y las medicinas. La escasez de combustible se traduce en la dificultad de los sanitarios para ir a trabajar, los hospitales apenas pueden operar ambulancias y los alimentos de cosecha propia no pueden llegar a las ciudades.

Los factores externos han jugado un papel importante en la crisis. Pero el principal culpable, y el principal motivo de la ira de los manifestantes, es la mala gestión del gobierno. El gobierno anterior de Rajapaksa dirigido por Mahinda, el hermano de Gotabaya, asumió grandes préstamos para financiar proyectos de infraestructura, como la construcción de un puerto de lujo, que aún no ha generado beneficios.

El gobierno caído en desgracia más recientemente, encabezado por Gotabaya, redujo de forma drástica los impuestos, lo que afectó a los ingresos justo antes de que la pandemia detuviera las llegadas de turistas. El gobierno también prohibió la importación de fertilizantes durante siete meses para ahorrar dólares, afectando la producción de alimentos. Luego aplazó el recurso del FMI , con la esperanza de que el regreso de los turistas y la ayuda de China lo ayudaran a recuperarse.

Durante meses, Sri Lanka y el FMI han estado negociando un rescate y un plan para reestructurar la deuda del país. Se necesita urgentemente un acuerdo. Pero la agitación política ha complicado el proceso. Según los expertos, un gobierno interino de todos los partidos podría haber contribuido las negociaciones con el FMI. Pero, tras meses de crisis, los ciudadanos de Sri Lanka están hartos de sus políticos.