La revista Harvard Business Review editaba cada año un ranking de los directores generales que habían procurado mejores resultados financieros a sus respectivas empresas. Sin embargo, en este número de noviembre-diciembre 2020 su director, Adi Ignatius, explica sin empacho que «como cada año, los CEOs de nuestra lista eran en su inmensa mayoría hombres y blancos» han decidido eliminarlo y de esta forma evitan que se les acuse de racistas. Es decir, como la información que refleja la realidad es negativa e incómoda, se decide silenciarla para eliminar el problema de falta de diversidad en los primeros puestos directivos estadounidenses. En años venideros los jefes seguirán siendo hombres blancos, pero al menos las evidencias no herirán los sentimientos de sus lectores. Para avanzar la causa contra el racismo, no parece razonable sacrificar algo tan importante como es la verdad, pero aún así, estoy seguro de que muchos habrán alabado la decisión del director de HBR.
Estos casos de auto-censura, junto con los de manipulación informativa deliberada o inadvertida son un peligro para los sistemas democráticos occidentales, siempre imperfectos. En España, el problema es todavía más preocupante porque los grandes informativos de masas, los telediarios, están en manos de muy pocos actores públicos y privados. Este oligopolio, priva a nuestra sociedaad de una verdadera libertad de prensa porque para más inri, nuestra ley no reconoce el derecho de cualquier ciudadano a establecer una cadena de televisión en abierto. Al contrario, todavía es un privilegio legal del que sólo gozan unos pocos grupos mediáticos, ya establecidos. No se permite que haya más. Los informativos carecen pues de competencia y son objeto de manipulación, que se manifiesta con creciente virulencia. Esto es un grave problema porque millones de personas se nutren de informaciones interesadas y desinformaciones. Hoy está más vigente que nunca el viejo axioma periodístico: «Si no molesta al poder no es información, es propaganda» .
En una revista de seguridad como el Observatorio de Seguridad y Defensa de CISDE, era necesario desvelar cuáles son las técnicas más habituales para desvirtuar la información porque se están hurtando derechos fundamentales como la libertad de información o la libertad de prensa. Estos abusos se han convertido en habituales, ya sea por no molestar al poder, para ganar audiencia o por sufrir los medios coacciones legales y económicas.
Analicemos las más comunes:
1. Tapar la noticia fea: La forma más burda de manipulación (y más propia de las dictaduras) y muy utilizada en nuestra democracia es sencillamente no hablar de una noticia que haga daño a los que ostentan cargos públicos. Los redactores jefes de informativos puede eliminar noticias relevantes que todavía no tienen demasiada repercusión o acortar su periodo de vigencia, suprimiéndolas, tras ser radiadas.
2. Esconder la noticia: Esconder la noticia consiste en degradar informativamente su interés. En teoría, las noticias y reportajes de los telediarios se emiten por orden de interés y trascendencia públicas. Sin embargo, aquellas verdades que dejen en evidencia la gestión de un Ejecutivo (no digamos ya los casos de supuesta corrupción) puede no interesar darles la situación que les correspondería en titulares de apertura o en los primeros minutos, sino todo lo contrario. En estos casos se lleva resumida al final del informativo para que pase más desapercibida. Esta técnica suele usarse en combinación con otras como la de enterrar la noticia, pasar de puntillas o poner altavoz a noticias similares que comprometen al adversario.
3. Pasar de puntillas: Consiste en minimizar la noticia tanto en tono, como en información comprometida como en tiempo. La técnica de pasar de puntillas ha sido muy utilizada desde la transición (antes lo incómodo se silenciaba). Es ideal para la manipulación porque permite despachar en pocos segundos noticias que merecen un desarrollo explicativo para que el espectador pueda hacerse un juicio veraz e informarse de lo que ha sucedido. Esta técnica también suele combinarse con otras.
4. Enterrar la noticia: Es una variante más sutil de la técnica anterior. Hay noticias que por su interés y relevancia deberían abrir con los titulares de un informativo y que sin embargo se transmiten en el minuto 26 de un noticiero. Con la pandemia del covid-19 enterrar noticias es más fácil que nunca: basta poner en primer plano la letanía de variaciones de datos en cada comunidad autónoma para que se consuman tres cuartas partas del informativo. Durante años, me había preguntado cómo era posible que cada vez que caía en España una gran nevada, las grandes cadenas hicieran conexiones en directo con todos los puntos nevados del territorio, algo sin interés al tener la meteorología una trascendencia menor. Ahora caigo en la cuenta: era la ocasión de enterrar las noticias.
5. «Poner altavoz»: magnificar las noticias comprometidas del adversario. Todos los medios tienen una línea editorial y los medios públicos suelen ser transmisores de la propaganda oficial. Es muy común magnificar las noticias dañinas del adversario político de turno, o a la corriente ideológica contraria al medio de comunicación privado.
6. Retrasar el comienzo de los informativos. Ésta es una técnica de manipulación novedosa. Respetar la hora en punto era algo sagrado para empezar un informativo, ahora las grandes cadenas nacionales privadas han tomado por costumbre empezar sus telediarios, siete u ocho minutos tras esa hora. Qui prodest? Pues claramente la televisión pública estatal a la que se concede una ventaja de audiencia para su telediario oficial, en esos minutos en los que la gente tiene por costumbre informarse. Esto lo hacen los dos grandes grupos mediáticos privados.
7. Tragarse propaganda, señuelos y globos sonda. La información oficial de organismos públicos es siempre propaganda, porque se edita con cuidado de dejar en buen lugar a políticos y cargos públicos. Téngase en cuenta que los líderes políticos tienen equipos muy experimentados sólo preocupados por el relato, que es la emisión de retazos argumentales y mensajes favorables creíbles (pero normalmente sesgados o falsos). A veces los informadores dan por hechas medidas anunciadas de muy dudosa aplicabilidad, como si se fueran a poner en marcha mañana. En otras ocasiones muerden el anzuelo de un cebo que se lanza como señuelo para desviar la atención. En otras muchas, el gobernante anuncia una medida para ver cuál es la reacción pública sin otro ánimo que el de distraer. Un periodista con sentido crítico podrá hacer preguntas incómodas y cuestionarse que algo sea factible o mera propaganda, señuelo o globo sonda.
8. Imprecisión, falta de evidencias, desprecio por los datos: Abundan las noticias basadas en especulaciones o declaraciones sin contraste directamente repetidas del emisor. Un empresario, un diputado o un portavoz ofrecen una declaración y se da por buena sin verificar su veracidad o sin ofrecer datos que reafirmen, contrasten o desmientan la posición del personaje. En ocasiones resulta chocante el redondeo de del informador: «Hay una veintena de altos cargos implicados». Claro, que no es lo mismo 21 que 29, se nos hurta el dato preciso por la propia indolencia del profesional o porque sencillamente repiten el dato oficial. La imprecisión se usa mucho cuando hay que informar del aumento de cargas impositivas; a menudo sorprende que no se dice exactamente cuánto suben un impuesto, sólo se explican genéricamente las figuras sobre las que se aumenta la presión fiscal. Mucho periodista moderno parece que no siente picor alguno al ofrecer informaciones imprecisas.
9. No contrastar: Cuando no se contrasta una información se hace una dejación imprescindible de la profesión periodística porque el informador deja de ser el filtro que matiza lo que dice una sola fuente. La ausencia de contraste suele utilizarse cuando se pretende manipular una información, privando al espectador de otras versiones que difieren del argumento principal. Por eso hay tanta afición a las declaraciones sin preguntas, que son una forma intolerable de censura. Se usa muy habitualmente en noticias de tribunales, obviando razonamientos jurídicos; en casos de linchamiento ante supuesta corrupción o cuando se presentan medidas impopulares para un sector de la población. En estos casos se suele cargar la mano sobre las argumentos beatíficos del poder y se minimizan las declaraciones contrarias. La manipulación por ausencia de contraste se suele combinar con otras técnicas como la manipulación de la réplica, la información no representativa, la generalización grosera y otras. En otras ocasiones la ausencia de contraste se produce por vagancia o impericia del redactor.
12. Ausencia de investigación propia: El periodismo de investigación se ha convertido en una especialidad profesional, cuando debería estar incluido de serie en la mochila de todos los informadores. Un periodista que no investiga es un mero terminal repetidor de lo que le cuentan, ya cocinado, o lo que ya es de dominio público. Si un gobernante anuncia la enésima medida popular, pero se obvia la ineficacia de las anteriores con datos contrastados, el informador es un magnificador de la propaganda oficial.
13. Editar declaraciones: Con la salvedades de entrevistas completas o monólogos ininterrumpidos, todas las declaraciones se editan. Alguien tiene que decidir qué es lo supuestamente más relevante. Esto confiere al editor un gran poder porque puede seleccionar declaraciones de un líder político en las que quede mejor que sus adversarios, sin importar que en vez de aclarar o explicar una posición, estén propalando embustes. Se tapan las declaraciones más solventen y se ofrecen las más conflictivas o desafortunadas , una práctica de manipulación muy habitual. El que edita puede hacer quedar bien o mal, según convenga. Para contrarrestar este problema, muchos partidos ofrecen ya declaraciones editadas de sus líderes y en todas ellas los hacen brillar.
14. Manipular la réplica: Una técnica derivada de la anterior, muy utilizada desde hace años, consiste en disponer declaraciones en forma de réplica. Suele funcionar cuando la oposición hace una acusación un gobierno y el interesado hace otras de respuesta contundente. También funciona a la inversa, cuando el editor quiera atacar a un gobernante nacional o autonómico. Así, resulta sencillo engrandecer o a capitidisminuir a un personaje, según convenga al interés del manipulador.
15. Información no representativa, basada en pocas declaraciones. Se abusa mucho de ella. Consiste en dar una imagen de reprentación de la opinión pública basada en una pocas declaraciones ciudadanas. Aunque normalmente se utiliza para complementar noticias, también se puede utilizar para avalar decisiones políticas polémicas para revestirlas de una aprobación de la gente de la calle. Este recurso es extremadamente utilizado por regímenes totalitarios. Crean una opinión pública falseada a conveniencia porque en la calle siempre se encuentra gente que opine a favor de lo que necesita el manipulador.
16. La generalización grosera. Es una variante de la anterior, se toma declaración a tres o cuatro miembros de un colectivo y se toma esa pequeñísima parte por el todo: «Los empresarios piden medidas más contundentes», cuando se recabado la declaración de cinco y se emiten tres. La manera menos burda sería haciéndose eco de estudios estadísticos o a asociaciones profesionales (sabiendo que son parte). Unas pocas entrevistas en modo alguno pueden representar un sector entero. La generalización puede denotar una deficiente técnica periodística pero puede también esconder un ánimo manipulador. En un telediario nacional esto es especialmente grave porque concede una representación de opinión pública que es de nula representatividad. Esta técnica se usa con las medidas más polémicas, en las que es preciso encontrar defensores entre el gran público.
17. Negar la voz a temas, partidos o grupos no afines: Es muy utilizada y consiste, sencillamente en una censura a la totalidad, obviando declaraciones o noticias relacionadas con elementos que no se consideran gratos, aunque tengan representación en la sociedad. La censura es la principal herramienta de manipulación informativa de las dictaduras. En las democracias cada vez abunda más la auto-censura, donde el informador o el editor deciden ocultar noticias que no convienen (según ellos).
18. Marcar la agenda del Gobierno: Con esta técnica es el grupo mediático el que quiere manipular un gobierno central u autonómico. Esta técnica consiste en incluir un asunto o tema sensible en cada telediario para generar una sensación de clamor público o de agravamiento de un problema público. Lo hemos visto recientemente con las ocupaciones ilegales de viviendas: todos los días aparecería un caso diferente en el noticiero, con declaraciones de afectados o de ciudadanos airados. Desde hace varias semanas, estas informaciones han desaparecido completamente, con lo cual parece que el problema se esfuma. En este caso, y en otros muchos, son los medios los que marcan la agenda de la actualidad.
19. Adjetivación y juicios de intenciones. Fenómeno novedoso en el que el informador rompe su deber de imparcialidad y juzga a protagonistas de la noticia. Recientemente muchos informadores se dedican a utilizar adjetivos calificativos a los protagonistas de la noticia y es común escuchar frases como: «inaceptable conducta», «increíble actitud» o «manifiesta insolidaridad». En periodismo clásico el profesional se limitaba a informar de lo que había sucedido de manera aséptica con el objetivo de que sea el espectador el que se forme un juicio. También es muy habitual que una noticia se denomine «polémica» o «escándalo» por sus redactores.
20. «Historias» versus noticias: magnificar informaciones emocionales que no son noticia. Es una variante de la anterior y una de las tendencias más dañinas en el periodismo moderno, una epidemia importada del mundo anglosajón, que ha dejado de usar la palabra «news» (noticia) para concentrarse en «stories» (historias). El Diccionario de la Lengua Española define noticia como, «Información sobre algo que se considera interesante divulgar […] dato o información nuevos». Tradicionalmente, la noticia que merecía entrar en un informativo nacional tenían que tener una gran relevancia y ser trascendentes para millones de personas. Ahora no es siempre es así porque se elevan temas completamente intrascendentes a las escaletas con ánimo de entretenimiento, algo que un informativo es manipulación. Se emiten hechos vitales singulares, anecdóticos o meritorios, pero que no tienen interés sobre la marcha o el gobierno del país. En muchas ocasiones son ejemplos inspiradores de superación o buena conducta y podrán tener cabida al final de un informativo. El problema surge cuando plagan los minutos de oro (no digamos la sección de deportes). Esto sirve para disminuir el tiempo que queda para noticias verdaderamente comprometedoras. El cénit de esta técnica es la de coste cero: son imágenes con curiosidades o rarezas que se encuentran en internet y se emiten tal cual, con el consiguiente ahorro de gastos de producción propia. Las historias de vida correctas y conforme a norma, son muy utilizadas también en regímenes totalitarios.
21. Abuso del periodismo de sucesos. Otra manera de entretener es abusando del periodismo de sucesos, elevando muchos de ellos a episodio frecuente. Es muy utilizado en casos como el maltrato animal, explotación laboral, violencia contra colectivos u otras muchas conductas delictivas o reprochables. Elevar lo anecdótico a categoría de noticia frecuente sirve para manipular a la opinión pública sobre episodios que son excepcionalmente raros pero que se presentan como habituales.
22. Entretenimiento pseudo-informativo. Abundan las informaciones que despiertan emociones y sentimientos, pero sin el menor valor periodístico, ya que carecen de trascendencia pública o interés para el conjunto de la sociedad. Es casi imposible encontrar ya un informativo sin una inserción «de lágrima» o «de suspense». Suelen ser casos de personas que han hecho algo meritorio, arriesgado o «bonito», pero siempre coincidiendo con la ideología que se defiende. La proliferación de este tipo de informaciones (que no noticias) permite conseguir el objetivo económico de entretener o el objetivo social de adoctrinar.
23. El periodismo «comprometido». Comprometido es el calificativo amable del propagandista político. El periodista ha de ser un magistrado de la verdad, no un propagador de ideas políticas, por nobles que le parezcan. Se convierte una causa loable en motivo de manipulación o de censura. El caso de Harvard Business Review es ejemplo de este tipo de concepción de tratamiento informativo: para favorecer la diversidad, se eliminan informaciones veraces que (supuestamente) perjudican, una causa socialmente positiva.
24. Entonación acusatoria. Es muy frecuente en la narración de noticias y en la formulación de preguntas en entrevistas, cuando el informador entona de forma tal que se inculpa de salida al protagonista o al entrevistado. En noticias de juzgados, la forma de entonar ya da a entender que se es culpable cuando, en ocasiones, ni siquiera hay abierto un proceso judicial o el interesado tiene poco que ver con ello. También hay que decir que las teles buscan periodistas con mucha agresividad expresiva, lo que abona el uso de esta técnica.
25. Supresión de noticias que fortalecen el juicio crítico. Plagar las programaciones de anécdotas y sucesos dejan poco tiempo para noticias de interés artístico, religioso o científico que sí tienen interés para muchas personas pero que se omiten por motivos variados. Así, es infinitamente más fácil encontrarse en un telediario la historia de una surfera que escapó de un tiburón, que la celebración de unas jornadas sobre poesía, un reportaje del libro de un filósofo o una muestra sobre libertad de pensamiento.
Como demócratas, nos interesar aprender a desenmascarar estas técnicas de manipulación informativa, avivamos así nuestra capacidad de resistencia ante la propaganda, el sectarismo o la estimulación de las emociones. Tenemos el deber de desvelar aquellas intenciones de los gobernantes que sean espurias, así como los intereses legítimos, pero de parte, de los grandes grupos de las diferentes televisiones.
Los grandes grupos de comunicación televisiva son muy conscientes de su poder e influencia. Personalmente, deploro la expresión «cuarto poder», porque el ejercicio de un periodismo libre es un derecho democrático, como lo es disponer de información veraz. La concepción de los medios de comunicación como poder o contrapoder desvirtúa su naturaleza, aunque tristemente sea una realidad. Como toda empresa humana, gobernar es una tarea difícil en el que se implican miles de personas. Muchos lo hacen bien, pero no todos. Siempre habrá errores, fallos, corruptelas y escándalos porque el ser humano es imperfecto, pero en los países democráticos el ciudadano libre tiene el derecho a saber qué ocurre tanto con la res publica como en la sociedad de la que forma parte. La verdad, por incómoda que sea, nos hace libres como nación.
Destapemos las técnicas de manipulación porque desinformar es mentir.
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