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AUKUS pone patas arriba la geopolítica en el Indo-Pacífico

La presentación del pacto de defensa trilateral entre Australia, Reino Unido y los Estados Unidos, bajo el acrónimo AUKUS (Australia, United Kingdom, United States), está removiendo los cimientos de la geopolítica. El nuevo acuerdo implicará una mayor cooperación en materia de defensa entre los tres países y podría conducir nada menos que a una fusión de capacidades militares, industriales y científicas.

AUKUS prevé una amplia gama de colaboración diplomática y tecnológica, que va desde la ciberseguridad hasta la inteligencia artificial, pero una de las primeras iniciativas del grupo, y tal vez la más importante, será la asistencia estadounidense y británica a Australia en la construcción de una flota de al menos ocho submarinos de propulsión nuclear. El terremoto geopolítico no se ha hecho esperar tras conocerse los primeros detalles del acuerdo.

En primer lugar, dicha iniciativa ha supuesto la cancelación por parte de Australia de un contrato, por valor de decenas de miles de millones de dólares, firmado en 2016 con Francia para hacerse con submarinos diésel-eléctricos. Tras el anuncio de AUKUS, el pasado 15 de septiembre, por parte de los primeros ministros de Australia y Gran Bretaña, Scott Morrison y Boris Johnson, el presidente Joe Biden destacó que se trataba de “invertir en nuestra mayor fuente de fortaleza: nuestras alianzas”.

Francia no parece verlo con los mismos ojos y ha reaccionado con una furia comprensible, hasta el punto de que Jean-Yves Le Drian, su ministro de Relaciones Exteriores, ha calificado el acuerdo «puñalada por la espalda”. Apenas transcurridas 48 horas desde que se conociera la noticia, el presidente Emmanuel Macron retiraba a sus embajadores en Washington y Canberra (aunque no de Londres).

Para Estados Unidos supone el movimiento más significativo hasta la fecha en su cruzada por contrarrestar la “creciente amenaza de China”, y muy particularmente el desafío marítimo que representa en el Pacífico. Con este nuevo pacto Estados Unidos no solo comparte las joyas de la corona de su tecnología militar con un aliado por segunda vez en 63 años (el primero fue Gran Bretaña), también apunta a consolidar su compromiso a largo plazo con lo que ha denominado un «Indo-Pacífico libre y abierto».

Muchos países de la región, que comparten la sensación de amenaza que representaría China, han acogido con satisfacción el anuncio del pacto AUKUS. Además no hay duda de que ha proporcionado un inmejorable telón de fondo de cara a la inminente reunión que mantendrán en persona los líderes del denominado Quad (Diálogo de Seguridad Cuadrilateral que mantienen Estados Unidos, Australia, India y Japón) en Washington el próximo 24 de septiembre.

A ojos de los australianos, AUKUS encuentra su razón de ser en la dura y creciente presión por parte de China sobre Australia, siendo uno de los ejemplos más recientes la contundente respuesta China a la petición australiana para que se iniciase una investigación independiente sobre los orígenes del COVID-19. Las relaciones entre ambos países no pasan por su mejor momento, hasta el punto de que China suspendió el pasado mayo la cooperación económica con Australia, en respuesta a la decisión australiana de revocar un acuerdo sobre el gran proyecto chino de las «Rutas de la seda».

Aunque el acuerdo con la naviera francesa, Naval Group, había tropezado con dificultades debido a sus crecientes costos y retrasos, y contaba con pocos amigos entre los políticos o la prensa australiana, era después de todo uno de los contratos más importantes para el país. Sin embargo, que Australia haya tomado esta decisión a pesar de las fuertes sanciones a las que puede enfrentarse, refleja tanto la escala de su apuesta por Estados Unidos como aliado como los atractivos que representa la tecnología submarina que  eventualmente obtendrá: mucho más sigilosa y con un alcance mucho superior en comparación con los submarinos diésel-eléctricos apalabrados.

Para Gran Bretaña, y muy en particular para Johnson, el pacto ilustra el papel transformador de su país en la realidad internacional y parece coincidir convenientemente con el esfuerzo posterior al Brexit dirigido a promover su tan ansiada “Gran Bretaña global”. Este movimiento encaja también con la renovada «inclinación hacia el Indo-Pacífico» que  apareció plasmada en la última revisión de la política exterior y de defensa publicada en marzo.

Sin embargo, para los franceses AUKUS cristaliza uno de sus principales mantras en el marco de las relaciones internacionales, en particular en el ámbito de seguridad y defensa, reforzando la idea de que Europa necesita más “autonomía estratégica” para no depender excesivamente de América.

No obstante, la indignación francesa va más allá del varapalo comercial. Después de todo, Francia concede gran importancia a su papel en la región del Indo-Pacífico, donde mantiene unos 7.000 soldados y tiene casi 2 millones de ciudadanos, incluso en los territorios insulares como Nueva Caledonia y la Polinesia Francesa.

Tanto Australia como Francia y UE en su conjunto, tienen una convergencia real de intereses en una región del Indo-Pacífico. Sería una tragedia que, en aras de fortalecer su propia capacidad para contrarrestar a China, e ignorando las consecuencias que acarrea dar un mal paso por asestar un buen golpe, el trío AUKUS hubiera desalentado la solidaridad que otras democracias habían comenzado a mostrar a la hora de forjar relaciones estratégicas más solidas.


Analista especializado en el entorno de la información y Defensa.

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