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EE.UU e Irán a las puertas de una nueva crisis

EE.UU e Irán a las puertas de una nueva crisis

Las conversaciones acerca del rumbo nuclear iraní no marchan bien y las alternativas se presentan sombrías. Para escapar de este dilema, el presidente Biden trata de revivir el acuerdo nuclear con Irán que Barack Obama negoció en 2015 y que Donald Trump abandonó tres años después.

A pesar de los esfuerzos de Biden, Irán no lo está poniendo fácil y se ha negado sistemáticamente a entablar conversaciones con los funcionarios estadounidenses durante las seis rondas de diálogo que tuvieron lugar en Viena, y que concluyeron el pasado mes junio. Empleando como excusa las elecciones presidenciales celebradas en junio, que llevaron al poder a Ebrahim Raisi, y la necesidad de formar un nuevo gobierno, Irán ha logrado posponer el diálogo con EE.UU. Las conversaciones podrían reanudarse este próximo mes de noviembre según apunta el propio gobierno iraní.

Irónicamente Irán ha intensificado su programa nuclear, y el pasado 9 de octubre informó sobre la producción de más de 120 kg de uranio enriquecido al 20%, lo que supone una cifra muy superior a los 84 kg notificados por inspectores de la ONU el pasado mes. Dicha cifra se acerca peligrosamente a los 170 kg necesarios para la fabricación de una bomba. Este incremento en la producción parece haberse visto favorecido por una serie de causas: el despliegue iraní de nuevas y más sofisticadas centrifugadoras de uranio; un claro avance en la conversión del gas hexafloruro de uranio enriquecido en uranio metálico; y los diversos obstáculos a las inspecciones del Organismo Internacional de Energía Atómica de la ONU.

Según expertos en la materia, el tiempo que Irán necesitaría para fabricar una bomba de uranio altamente enriquecida se ha visto reducido a  aproximadamente un mes. En cualquier caso, los plazos se han reducido considerablemente y el panorama que se presenta supera los escenarios más sombríos que se barajaban con el acuerdo nuclear del Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC), teniendo en cuenta que armar una ojiva nuclear en un mísil podría llevar otros dos años.

Trump se retiró del PAIC, al que llegó a calificar como “el peor acuerdo de la historia”. Parte de este acuerdo estaba cimentado en una serie de restricciones en el programa nuclear de Irán a cambio del levantamiento de muchas de las sanciones económicas internacionales. Trump tenía la esperanza de ejercer más presión sobre Irán, pero no logró que se aceptaran términos más estrictos, ni tampoco que los iraníes suspendieran el desarrollo de misiles balísticos o cesaran su apoyo a las milicias en Oriente Medio.

Durante su campaña para la presidencia, Biden hizo hincapié en restaurar el PAIC, aunque una vez en el cargo la mayoría de las sanciones impuestas por la administración anterior se ha mantenido, tal vez con la esperanza de conservar parte del poder de negociación de EE.UU en las conversaciones que se avecinan. Sin embargo, a la vista de los avances de su programa nuclear, parece que han cambiado las tornas y son los iraníes quienes están ejerciendo presión.

Irán no parece dispuesto a volver a depositar su confianza en un nuevo acuerdo. Los beneficios económicos que supuestamente llevaba aparejados el PAIC apenas duraron y solamente se dejaron sentir en algunas ciudades y la pandemia del COVID-19 no ha hecho más que empeorar la situación. Desde 2018 el PIB de Irán no ha hecho más que descender y el rial ha ido perdiendo valor desde el 2017.

Contrariamente a lo que muchos esperaban, estas circunstancias no han provocaron colapso del régimen. Por el contrario han resultado en la consolidación de los partidarios de la línea dura, y a medida que muchas empresas privadas fracasaban, se afianzaban las vinculadas al Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI), que mediante obras de caridad han conseguido aumentar su popularidad.

Actualmente, los datos indican que la economía está mejorando y el FMI estimó en abril que el PIB de Irán crecería un 3% durante este año. Teniendo esto en cuenta y contando con que China se ha convertido en el mayor consumidor de petróleo iraní, no es probable que se someta a los deseos de EE.UU. Además ambos países han impulsado el proyecto de infraestructura conocido como la Franja y la Ruta, mientras que Rusia pretende integrar a Irán en la Unión Comercial Euroasiática.

En el panorama regional, Irán también ha visto como ha aumentado su poder. Al oeste, ha contribuido a mantener el régimen de Bashar al-Assad en Siria y también ha defendido Bagdad de los yihadistas del Estado Islámico; al sur, sus aliados hutíes de Saná han forzado una coalición militar liderada por Arabia Saudita para buscar una salida a la guerra; y al este, en Afganistán, mantienen relaciones amistosas con el nuevo gobierno talibán.

Aunque el pasado mes de junio (tras los ataques aéreos contra las instalaciones vinculadas a Irán en la frontera entre Irak y Siria) Biden prometió que “Irán nunca tendrá un arma nuclear bajo mi mandato”, parece evidente que Irán pretende alejar a EE.UU. de las guerras del mundo musulmán, por lo que no estará interesado en librar otra guerra por el armamento nuclear.

Si bien Irán afirma que su única intención es la de construir una industria de energía nuclear moderna, la idea de impulsar la fabricación de bombas nucleares a corto plazo también parece atractiva para el régimen. El PAIC no ha resultado ser una solución permanente para este problema y solamente parece haber postergado el asunto, permitiendo a Irán continuar con el enriquecimiento y la experimentación.

En un principio, la administración de Biden trató de buscar un acuerdo más duradero y sólido que el PAIC original, pero Irán, argumentando el incumplimiento del acuerdo anterior por parte de EE.UU ha exigido unas mejores condiciones: EE.UU deberá dar el primer paso con el levantamiento de todas las sanciones impuestas por Trump, además de garantías para que este acuerdo no vuelva a ser nuevamente disuelto.

A la vista de la situación actual, un acuerdo de este tipo parece improbable. Incluso aunque el uranio enriquecido iraní quedara fuera del país y las centrifugadoras fueran desmanteladas, las habilidades y experiencia que Irán ha logrado en materia nuclear no desaparecerán.

Parece ser que la administración de Biden no contempla la opción de someter ningún acuerdo con Irán a la aprobación del Congreso, a pesar de que los congresistas de una línea más dura están buscando la manera de forzarlo. El presidente Biden confía en que, tras ver las peligrosas consecuencias de lo que supone un Irán sin restricciones, algunos de sus opositores apoyen finalmente un nuevo pacto.

Por su parte, Israel se ha mostrado a favor de las conversaciones, reconociendo los beneficios del PAIC. Sin embargo, algunos funcionarios israelíes han expresado su consternación en privado ante la falta de un plan B que contemple seriamente las opciones militares.


Analista especializado en el entorno de la información y Defensa.

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