Verónica Sánchez Moreno
Pertenecen a la Brigada Paracaidista “Almogávares” VI y son la vanguardia de la lucha contra el autoproclamado Estado Islámico. Más de doscientos hombres y mujeres de las unidades de Paracuellos del Jarama (Madrid) y Jabalí Nuevo (Murcia) entrenan al Ejército iraquí como parte de la coalición internacional de lucha contra el Daesh. Llegaron el pasado mes de julio y se quedarán hasta diciembre “impulsando a los iraquíes a correr, a saltar a tirar o a lo que en ese momento toque”, declara el jefe del contingente y segundo jefe de la Brigada Paracaidista, el coronel Francisco Javier Romero Marí. En conversación telefónica desde la Base “Gran Capitán” de Besmayah destaca el orgullo que para él supone tanto mandar a un contingente que “estoicamente aguanta cinco o seis horas bajo el sol a 50 grados de temperatura, con la sonrisa en la boca” como “representar a España en la coalición para combatir al Daesh allí donde esté”.
¿Cuántos medios materiales y humanos españoles hay actualmente desplegados en la misión Inherent Resolve de lucha contra el Daesh?
La operación en la actualidad cuenta con aproximadamente 225 hombres y mujeres desplegados en el destacamento de la Base “Gran Capitán” dónde yo estoy, pero además de los que estamos aquí hay otros dos destacamentos de operaciones especiales, uno en Taji y otro en Bagdad. Y también en apoyo a la operación “Inherent Resolve» se encuentran en el cuartel general de Bagdad otros cinco oficiales y dos en el cuartel general de Kuwait. Con lo cual, en total somos un contingente de unos 320 militares.
¿Cómo es el programa de instrucción al Ejército iraquí?
En este momento carecen de un programa tipo tal y como entendemos en nuestro ejército. Lo que hacemos es ponernos en contacto con ellos y ver los objetivos que quieren alcanzar en las unidades que nos envían para instruir. Impartimos básicamente tres tipos de cursos, uno de tres semanas, si lo que quieren es un reciclaje básico; otro de unas seis semanas para alcanzar una unidad tipo compañía y el manejo de la integración de las armas dentro de la maniobra y, por último, tenemos un catálogo de formación específica en determinadas capacidades: tiradores, morteros, temas de inteligencia o de ingeniería. De alguna manera nos sometemos un poco a sus objetivos y a sus necesidades, acoplamos el programa y lo ponemos en marcha.
¿Qué es lo más complicado de formarles?
Lo primero es aclararnos sobre qué es lo que quieren, porque muchas veces vienen aquí a que les instruyamos sin saber qué objetivos desean alcanzar. Es complicado porque hay que llevarles de la mano desde el primer momento. Y luego tienen un problema serio de falta de mandos de oficiales y suboficiales a nivel sección y compañía. No existe liderazgo, algo que es fundamental en el combate que están desarrollando en este momento en estos niveles. Por lo tanto tenemos que formales y, de alguna manera, empujarles y hacerles entender que ellos son los que deben mandar sus unidades porque en el momento en que aparecemos ellos tienden a dar un paso atrás. Nosotros les enseñaremos a mandar pero los que tienen que ejercer el mando y liderar esas unidades y llevarlas al frente son ellos. Ésta es quizá la mayor dificultad y donde estamos intentando mejorar esa capacidad con el objetivo de que estos oficiales y suboficiales adquieran la seguridad necesaria para ponerse al frente de sus tropas y liderarlas en las circunstancias que requiera la situación en el combate.
El enrolamiento de los alumnos, que consiste en la comprobación de una serie de datos biométricos para identificarles, ¿era una necesidad de seguridad?
Es un proceso habitual en todas las unidades y contingentes que se
van incorporando. En efecto es un proceso de seguridad porque en este momento el riesgo más identificado que tenemos en la operación es un posible infiltrado en las tropas que estamos instruyendo. No deja de ser una ficha de identificación que, una vez realizada, se contrasta con una base de datos que maneja la coalición y que permite señalar a aquéllos que han tenido algo que ver con un incidente terrorista en el pasado. Es un proceso que no es complejo y para el que, además, ellos se prestan con toda la naturalidad del mundo, no deja de ser un método que realizaríamos igual en España, lo que no haríamos, quizá, es contrastarlo con la base de datos de la coalición. Pero sí, responde a medidas de seguridad para identificar, antes de comenzar los cursos, a aquéllos elementos que pudieran meternos en situaciones complicadas.
¿Los resultados de la lucha del Ejército iraquí contra el Daesh están demostrando la utilidad de la instrucción que ustedes imparten?
Es complicado decirlo. En este momento hay unas unidades de las que estamos instruyendo que directamente vuelven al frente y hay otras unidades que se redespliegan en áreas donde probablemente se realizarán operaciones en el futuro. Por ejemplo, la Brigada 92, que es la que instruyó el contingente de la Legión anterior al nuestro, ha sido desplegada en el norte de Irak en previsión del contraataque o la recuperación de Mosul. El problema que tiene el ejército iraquí es que en este momento no se están generando unidades nuevas, no hay reclutamiento. Así pues, tienen que mantener un equilibrio muy justo entre las unidades que están combatiendo y las que pueden instruirse. Lo que hacen normalmente es entrenar a esas unidades que no están en el frente para que puedan adquirir una instrucción mayor, pero arriesgarse a sacar unidades que están en el frente es complicado.
La primera dificultad que nos encontramos los que venimos a instruir es contar con las unidades que nosotros queremos. Nos encantaría tener aquí diariamente a batallones enteros para poderlos enseñar pero claro, ellos están en guerra, tienen que mantener los frentes, y no es fácil. Hay gente que se instruye aquí, sobre todo, aquéllos de cursos de morteros, de tiradores… porque son capacidades más puntuales, a los que sí pueden traer del frente y luego volverlos a mandar. Cuando hablamos de unidades completas, lo normal es que sean las que están en segunda linea. Lo que sí que es evidente es que lo que parecía hace algunos meses un paseo militar del Daesh en territorio iraquí, en este momento ya se ha conseguido detener y se empieza a contrarrestar. Luego, el efecto de la instrucción y la contribución de la coalición a la formación del ejército iraquí creo que se está haciendo notar ya.
Aunque el relevo con el anterior contingente, la brigada de la Legión ‘Rey Alfonso XIII’, se produjo el día 16 de julio, en mayo comenzó la fase de reconocimiento y usted, junto con otros 24 paracaidistas, estuvo visitando la Base “Gran Capitán”. ¿Cómo fue ese proceso?
Muy fácil, ya que, en definitiva, el proceso responde a un procedimiento que tiene el Ejército español implantado hace tiempo. Normalmente los últimos seis meses antes del despliegue están dedicados y orientados a la operación. De ellos, los primeros cuatro son de instrucción genérica, pero los dos últimos están muy focalizados en la misión que se va a realizar. Nosotros vinimos en mayo con lo cual contamos con el resto de mayo, más el mes de junio y parte de julio para rematar la instrucción, ya totalmente orientada a la misión que íbamos a realizar. Es muy interesante porque cuando uno viene se entera de cosas que desde territorio nacional no percibe por mucho que lea informes o que hable por teléfono. Por lo tanto, la última fase de esa preparación nos pone ya en las condiciones óptimas para venir aquí con la misión muy preparada. Además la Legión durante el reconocimiento nos facilitó la labor lo máximo posible.
Esa anterior rotación puso el nivel muy alto, por lo que recibieron felicitaciones desde el mando de la operación e incluso algunos miembros, entre ellos el coronel Julio Salom, fueron condecorados por el Ejército estadounidense, ¿esto les hace a ustedes, si cabe, esforzarse aún más en sus tareas diarias?
Han acometido la operación de un modo brillante. Pero tengo que decir, sin desmerecer a la Legión ni al contingente anterior que, en general, los contingentes españoles que participan en las misiones ponen el listón muy alto y la labor que realizan es altamente reconocida por los países que forman la coalición o por el cuartel general que la lidera.
El abrir una misión entraña un riesgo mayor por la falta de información, así como más dificultades por las condiciones de vida, que normalmente son más austeras porque los alojamientos no están terminados. Y en este caso la Legión lo ha superado gracias a la magnífica preparación que traían, a la entrega, a la capacidad de sacrificio que tienen y, en efecto, el pabellón lo han dejado muy alto. Nosotros lo único que pretendemos es mantenerlo lo más alto posible y seguir la línea que nos han marcado ellos.
¿Cómo es el trabajo conjunto del contingente español con portugueses y estadounidenses?
El día a día fundamentalmente es con los portugueses porque viven
en el destacamento con nosotros. La Legión nos había adelantado que la convivencia y la incorporación del contingente portugués habían sido muy sencillas y, en efecto, cuando llegamos aquí pudimos comprobar que no hay diferencia entre ambas nacionalidades. Sino fuera por el color del uniforme seríamos un contingente absolutamente homogéneo.
Inicialmente estaba previsto manejar la operación en inglés pero ellos han hecho un gran esfuerzo y la estamos llevando dentro del destacamento en español. Esto quiere decir que la buena voluntad que están mostrando es extraordinaria. Además, traían una muy buena preparación y el personal está haciendo una magnífica labor.
Por otro lado, los estadounidenses están en una base a unos cuatro kilómetros y no existe esa convivencia. Lo que sí que existe es una coordinación franca, sencilla y diaria con ellos, que hace que cualquier labor de adiestramiento que tengamos que coordinar se lleve a efecto sin ningún problema. Resulta muy cómodo trabajar con ellos, están dispuestos a todo y no ponen ninguna pega, por lo tanto, las labores de coordinación o las actividades conjuntas que realizamos con ellos resultan muy sencillas de llevar a cabo.
¿Qué relación tienen con la población de la zona?
Quizá ese es uno de los aspectos más duros de esta operación. Prácticamente no tenemos relación con la población civil porque estamos en el centro de un campo de maniobras enorme, perfecto para hacer instrucción pero que nos impide tener contacto con la población civil. Además, no podemos salir del campo de maniobras por acuerdo del Estado español con el iraquí. No obstante, el contacto que tenemos con los iraquíes es a través de los soldados que son una muestra del pueblo iraquí y la relación entre instructores y alumnos es francamente buena.
La Base “Gran Capitán” cuenta con una Plaza de España, así como con un estudio de radio, el Santa Teresa, que emite desde el 10 de julio, ¿cómo cree que son de positivos ambos espacios para la moral de nuestros militares allí desplegados?
Hemos cambiado el nombre a la plaza, en línea con la buena convivencia que mantenemos con los portugueses y ahora se llama ‘Plaza Ibérica’ porque cuenta con todos los escudos de las provincias españolas y los de las provincias portuguesas. Es la plaza que utilizamos para realizar los actos militares, que son los que marcan lo que somos y lo que representamos, algo que hacemos cuando vienen autoridades militares o civiles y también periódicamente cuando estamos solos porque es un impulso para seguir y continuar con la operación con fuerzas renovadas. Y la moral, en efecto, sube.
He de reconocer que el estudio para mí ha sido una sorpresa. Era escéptico sobre qué uso le íbamos a dar y para mi sorpresa es una herramienta fantástica. Tenemos ya dos programas semanales, uno de tertulia deportiva y otro con imitaciones, canciones, chistes e historias de la vida diaria aquí en Besmayah. Los militares que los preparan lo hacen con una ilusión tremenda y desde mi punto de vista, creo que de aquí, cuando termine la operación, saldrán auténticos profesionales de radio. Si alguien los escucha los va a fichar porque son extraordinarios. Lo ponemos por los altavoces de la base, de tal forma que lo puede oír todo el mundo y lo repetimos a lo largo de la semana un día más porque siempre hay compañeros realizando actividades de instrucción que no puede oírlo en directo. La gente está encantada, la verdad es que el estudio está resultando una herramienta de moral importantísima.
¿Qué le parece la experiencia piloto de apoyo a las familias del personal en operaciones que se ha puesto en marcha con los contingentes que comenzaron a desplegar en mayo en Líbano, la Brigada de Infantería Acorazada ‘Guadarrama’ XII y ustedes, la Brigada de Ingeniería Ligera ‘Almogávares’ VI, en Irak?
Personalmente me parece una iniciativa fantástica porque normalmente cuando desplegamos en una operación dejamos a la familia con mucha carga, No solo la carga de la preocupación que, indudablemente, la van a tener, sino con tareas que son cometidos que nosotros realizamos y que a partir del momento que desplegamos tienen que realizar ellos. Lo que, desde mi punto de vista es doblemente injusto, porque ellos pagan dos veces por nuestro despliegue. Esta iniciativa me parece muy buena, ya que ayuda a nuestros familiares a llevar esa carga administrativa, de labores domésticas o de apoyo. No obstante, creo que va a necesitar tiempo para cuajar, porque el que más y el que menos ha estado desplegado en alguna operación, dos, tres veces y estamos acostumbrados a soltar los trastos y dejárselos a nuestros padres, mujeres o maridos y nos va a costar asimilar que ahora hay una iniciativa que nos permite dejar estas tareas a otros que no sean nuestras familias. Vamos a darle un poco de tiempo y a confiar en este nuevo sistema. Espero que en el futuro la gente se apoye totalmente en esta herramienta y no cargue de forma doble a nuestras propias familias.
¿Cuál es la labor del SOTG (Grupo Táctico de Operaciones Especiales)?
Desplegados en Bagdad y Taji, cuentan con aproximadamente 30 hombres en cada una de las plazas y su labor es el adiestramiento de las unidades de operaciones especiales del Ejército iraquí. Nosotros formamos a unidades convencionales y ellos a las de operaciones especiales.
A finales del pasado mes de julio recibieron la visita del Jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), ¿podría destacar lo más relevante de la misma?
La visita del JEMAD siempre es importante porque es la máxima autoridad militar. Pero en este caso, aquí en Besmayah creo que lo es más que en otros sitios, porque tiene unas características peculiares. En primer lugar, todas las visitas que vienen conviven con nosotros 24 horas ya que aquí se entra con helicóptero en vuelo nocturno y se sale en helicóptero en vuelo nocturno. Y, en este caso, ha sido francamente agradable, sobretodo para los soldados. Los que tenemos contacto permanente con territorio nacional y con nuestro Cuartel General sentimos y conocemos que nos apoyan totalmente. Pero gran parte del contingente no tiene esa posibilidad de percibir ese apoyo desde territorio nacional, por lo tanto, ver aquí a la máxima autoridad militar de nuestras Fuerzas Armadas y convivir con él es materializar ese apoyo mediante su presencia. Además es un destacamento pequeño, donde convivimos 24 horas y ver al JEMAD como uno más creo que es realmente importante porque el soldado se siente absolutamente identificado y apoyado.
La lucha contra el Daesh es la prioridad actualmente para la Defensa española, ¿son ustedes la punta de lanza de esta lucha?
Yo no me atrevería a decir que somos la punta de lanza, quizá seamos lo que estamos más lejos de territorio nacional. Creo que en este momento el brazo del Daesh es muy largo y alcanza a casi cualquier lugar del mundo. Esta lucha se tiene que realizar en todos los campos, las áreas y los frentes. Desde territorio nacional a través del Centro de Inteligencia de las Fuerzas Armadas, del Ministerio del Interior y operaciones policiales hasta las labores políticas o acuerdos diplomáticos y, evidentemente, a través de las operaciones militares de combate, en Irak, en Mali, en Somalia… Ahora, creo que es una labor de todos y el objetivo es común, se trata de vencer al Daesh allí donde esté y conseguir un mundo más pacífico y con menos terrorismo.
En principio la contribución española a la misión Inherent Resolve finalizaba con la vuelta de su contingente el 31 de diciembre de este año, pero la Brigada Mecanizada “Extremadura” XI de Badajoz ya está en fase de preparación para relevarles, ¿cambia esto en algo los planes que ustedes tenían cuando salieron de España?
No cambia nada. Nosotros venimos para seis meses y normalmente cuando salimos la fecha de repliegue a territorio nacional no está del todo definida, ya que hay un plan al que se van acomodando los despliegues y las operaciones. Sabemos que hay un contingente ya preparándose porque trabajamos a seis meses vista. Si la decisión del Gobierno es continuar, que parece que es la que se tomará, el Ejército debe tener un contingente preparado para desplegar en el momento que se decida. Esta decisión se puede tomar en cualquier momento o no tomarse, pero la preparación nuestra conlleva seis meses previos y eso es lo que está haciendo la Brigada XI de Badajoz, Con lo cual, si vienen, encantados de que vengan y si hay que replegarse, pues nos replegaremos.
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