César Pintado Rodríguez.
Puede que estemos atisbando el fin de la era del petróleo o como mucho una larga fase de transición. En cualquier caso, el cénit de los combustibles fósiles ya ha quedado atrás y los grandes consumidores militares tienen que tomar medidas, especialmente los norteamericanos. De momento, todos los vehículos del programa Future Combat System usan una propulsión eléctrica híbrida con un motor diesel para generar electricidad. El Pentágono también está desarrollando motores eléctricos híbridos para reemplazar al Humvee, que ha salido muy mal parado de Irak por su excesivo consumo y su vulnerabilidad ante los IEDs.
Lo cierto es que las versiones híbridas de vehículos militares son un sueño largamente acariciado. Reducir el consumo de petróleo sin duda ayudaría en el plano político, pero a los militares les resulta especialmente interesante un vehículo casi silencioso, con una menor firma térmica, capacidad de generación de energía, mayor aceleración en pequeños tramos (según han demostrado algunas pruebas del US Army)… y menor consumo de combustible. Por otra parte se encuentran problemas como la refrigeración de los sistemas híbridos y persisten las dudas sobre su resistencia en condiciones de combate.
Prototipos ya hay muchos, e incluso el US Army ya está probando vehículos eléctricos en sus bases. Aunque el sustituto del Humvee no sea un híbrido, es muy posible que la próxima generación de
vehículos polivalentes se beneficie de algunas tecnologías de ahorro, así como de una mayor eficiencia en transmisión, neumáticos y ejes de transmisión. Puede que los nuevos vehículos no supongan un gran ahorro de energía debido a su peso, pero incluso un ahorro modesto en el consumo puede marcar una gran diferencia en el presupuesto general y ayudar a mantener a raya el precio del crudo.
Otras preocupaciones son la seguridad, la fiabilidad y la eficacia de las grandes baterías que serían necesarias en esos vehículos. A pesar de los problemas, es muy posible que a finales de esta década comience a ser normal el uso militar de vehículos híbridos. El mayor desafío de su integración puede ser la introducción de combustibles sintéticos a partir del carbón.
Pero también hay avances en ese aspecto, Lithium Technology Corporation está desarrollando desde hace un lustro baterías de litio de gran tamaño específicas para vehículos militares híbridos. Tales baterías, de confirmarse sus buenos resultados, darían una nueva factibilidad económica a toda una gama de vehículos civiles y militares. Ya en 2004 y 2005, LTC y GAIA Akkumulatorenwerke GmbH firmaron un contrato con Thyssen-Krupp (el mayor astillero de submarinos convencionales) para la propulsión de sumergibles. La cartera de productos incluye células y baterías con una capacidad entre 10 y 100.000 veces superior a la de un ordenador portátil y células diseñadas para híbridos que pueden descargar cientos de amperios en cuestión de minutos.
Un modelo prometedor es una versión militarizada del Chevy Silverado fabricado por General Motors, y del que la empresa espera que sea el modelo para los 30.000 vehículos tácticos ligeros que tienen que incorporarse a la flota del US Army para final de la década. De momento presenta una eficiencia energética un 20% superior a los diesel convencionales gracias a un motor de 6.6 litros Duramax de 8 cilindros y que genera 210 Cv. La propulsión híbrida puede operar como un generador y puede dar hasta 30 Kw “exportables” para las tropas sobre el terreno si es necesario.
Cuando se conduce el vehículo, el electrolizador de su membrana de intercambio de protones usa la electricidad que da el motor diesel para descomponer el agua en hidrógeno y oxígeno, quedando el hidrógeno almacenado para un uso posterior. Más tarde, con el motor apagado, el hidrógeno almacenado, junto con el oxígeno del aire, alimenta la célula de combustible para producir electricidad y devuelve el agua purificada como producto secundario, que se almacena para repetir el ciclo. Esta unidad secundaria produce su propio hidrógeno y no carga la logística con un nuevo combustible. El agua ya se proporciona a las tropas y, en caso necesario, esa agua reciclada es potable. Al basarse en tecnología comercial, el coste de desarrollo es reducido y permite mejoras continuas. Otros prototipos de híbridos militares que se están considerando en Estados Unidos son el Millenworks LUV, el International FTTS, el HEMMT modelo A3 y el Shadow RST-V.
Tanto el US Army como los Marines están probando vehículos que combinan motores de combustión interna con baterías como el Toyota Prius. El objetivo es evitar situaciones como las sufridas en Irak, donde la excesiva dependencia de los convoyes ha dado lugar a líneas de suministro demasiado vulnerables a ataques de la insurgencia. Los Marines, por ejemplo, están probando el RST-V, un camión ligero fabricado por General Dynamics con un motor eléctrico en cada rueda.
¿Y qué hacemos en España? El grupo hispalense Iturri está desarrollando un vehículo híbrido 8×8 de uso dual, que contará con una inversión de 17 millones de euros y la participación del Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial, cuatro empresas privadas y las Universidades de Sevilla, Burgos, Málaga, la Complutense de Madrid, la Politécnica de Cataluña y la Fundación FIDAMC. La idea es desarrollar un vehículo como demostrador tecnológico que incorpore nuevos materiales para aligerar el peso y unos sistemas auxiliares simplificados. El Grupo Iturri también estaba interesado en el concurso para el VBR 8×8 del Ejército de Tierra, pero no ha sido seleccionado.
En cualquier caso más nos vale ponernos a ello o nos arriesgamos a un gravísimo desfase tecnológico en nuestras Fuerzas Armadas y a una pérdida de oportunidad de negocio para nuestra industria.
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