Estados Unidos ha prometido tomar «todas las medidas necesarias» para defender a sus fuerzas tras el ataque con un dron en el que han muerto tres soldados estadounidenses en Jordania, mientras que Qatar ha señalado que espera que dichas represalias estadounidenses no perjudiquen la seguridad regional ni socaven los avances hacia un nuevo acuerdo para la liberación de rehenes en Gaza.

El ataque del domingo llevado a cabo por militantes respaldados por Irán se ha convertido en el primer ataque mortal contra tropas estadounidenses desde que estalló la guerra entre Israel y Hamás el pasado mes de octubre y marca una escalada importante en las tensiones que han envuelto a Oriente Próximo.

El portavoz de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, ha manifestado que Estados Unidos no pretende convertir el conflicto en una guerra más amplia con Irán o en la región, «pero tenemos que hacer lo que tenemos que hacer».

Irán ha negado cualquier papel en el ataque. Biden ha ordenado anteriormente ataques de represalia contra grupos respaldados por Irán, pero hasta ahora se ha abstenido de golpear directamente a Irán. «No tengan ninguna duda: haremos que todos los responsables rindan cuentas en el momento y de la forma que nosotros elijamos», expresó Biden, mientras que Austin declaró ayer a última hora en el Pentágono: «El presidente y yo no toleraremos ataques contra las fuerzas estadounidenses y tomaremos todas las medidas necesarias para defender a Estados Unidos y a nuestras tropas».

Mientras en Gaza, Israel ha lanzado un asalto contra la mayor ciudad del enclave, gobernado por Hamás. Los residentes de la ciudad de Gaza han asegurado que los ataques aéreos mataron e hirieron a muchas personas, mientras que los carros de combate bombardearon las zonas orientales y los buques de guerra dispararon contra las zonas costeras occidentales.

Israel declaró a finales del año pasado que había completado en gran medida las operaciones en el norte de Gaza y que actualmente ha dirigido el grueso de su poderío al sur de Gaza. La renovada ofensiva en la ciudad de Gaza, donde los residentes informaron de feroces tiroteos cerca del principal hospital Al-Shifa, sugirió que la guerra no se estaba desarrollando según lo previsto.

La administración de Biden se encuentra bajo presión para responder al ataque con drones con firmeza sin desencadenar una escalada de la guerra. También ha estado tratando de facilitar la liberación por parte de Hamás, que gobierna Gaza, de más de 100 rehenes secuestrados por los militantes en su mortal incursión del 7 de octubre en el sur de Israel.

El primer ministro qatarí, Sheikh Mohammed bin Abdulrahman bin Jassim al Thani, ha declarado en un centro de estudios de Washington que espera que las represalias estadounidenses no socaven los avances hacia un nuevo acuerdo de liberación de rehenes en las conversaciones del pasado fin de semana. Además, ha añadido que las posibles represalias estadounidenses «tendrán sin duda un impacto en la seguridad regional y esperamos que las cosas se contengan.»

El director de la CIA, William Burns, se reunió el domingo en París con Mohammed, así como con el jefe del servicio de inteligencia israelí Mossad y el jefe de la inteligencia egipcia, en unas conversaciones calificadas de constructivas por Israel, Qatar y Estados Unidos, aunque con importantes lagunas pendientes. El Secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, señaló que las conversaciones de París hacían albergar esperanzas de que pudiera reanudarse el proceso de negociación mediado por Qatar. Antes de fracasar, el mecanismo condujo a un acuerdo de alto el fuego de una semana de duración en noviembre, cuando Hamás liberó a un centenar de rehenes.

El marco para un posible segundo acuerdo desarrollado en París «es un escenario sólido y convincente que ofrece la esperanza de que podamos retomar este proceso», declaró también en una conferencia de prensa con el Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg. «Hamás tendrá que tomar sus propias decisiones», dijo Blinken, que declinó revelar detalles de la propuesta.

Hamás ha reiterado que Israel debe detener su ofensiva contra Gaza y retirarse de la Franja antes de que se liberen más rehenes. Mientras que, por otro lado, Israel continúa asegurando que luchará hasta erradicar a Hamás.

Según Israel, unas 1.200 personas murieron y 253 fueron secuestradas en el ataque del 7 de octubre, que desencadenó su guerra para eliminar a Hamás. Desde entonces, Israel ha desatado una campaña militar en Gaza que ha arrasado la mayor parte del enclave palestino y ha matado a 26.637 personas, según las autoridades sanitarias de Gaza.

Las tensiones han aumentado en Oriente Próximo, con las fuerzas hutíes de Yemen, respaldadas por Irán, atacando objetivos estadounidenses y de otros países en el Mar Rojo en ataques que han interrumpido el transporte marítimo mundial. Ayer a última hora, Hamás disparó su primera andanada de cohetes en semanas contra ciudades israelíes, demostrando que aún tenía capacidad para lanzarlos tras casi cuatro meses de guerra.

Israel ha ordenado nuevas evacuaciones de las zonas más pobladas de la ciudad de Gaza, pero la gente alega que los cortes en las comunicaciones significaban que muchos se perderían los avisos de alerta. Israel afirma que Hamás es responsable de la muerte de civiles porque sus combatientes operan entre ellos, algo que los combatientes niegan.

Estados Unidos y varios otros países han suspendido la ayuda humanitaria desde el viernes después de que Israel asegurara que unos 190 empleados de la agencia de la ONU que trabajara con refugiados palestinos, UNRWA, son militantes de Hamás o de la Yihad Islámica. Israel dijo que algunos participaron en los ataques de Hamás contra Israel del 7 de octubre.

El Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, se ha reunido con el jefe de las investigaciones internas de la ONU para garantizar que la investigación sobre las acusaciones «se llevará a cabo con rapidez y de la forma más eficaz posible», ha señalado un portavoz de la ONU.