El factor humano o lo que los expertos denominan el “poder del soldado” constituye uno de los elementos fundamentales de la máquina de guerra norcoreana. De ahí que no resulte extraño el valor y las expectativas que desde Corea del Norte depositan en los hombres y mujeres que forman parte de sus fuerzas especiales, compuestas aproximadamente por 200.000 efectivos adiestrados para la guerra no convencional y con capacidad para operar en cualquier punto de la península coreana y más allá según apuntan los expertos.
El papel de las fuerzas especiales en Corea del Norte ha ido cobrando protagonismo de manera progresiva a medida que las fuerzas convencionales enfrentaban el problema de la obsolescencia y la escasez de suministros desde finales de la Guerra Fría.
A pesar de ello no podemos ignorar que hablamos del cuarto ejército más grande del mundo, superando los 1,2 millones de militares y con más de 6 millones de efectivos en la reserva; así mismo las Fuerzas Armadas norcoreanas cuentan con más de 1.300 aviones, aproximadamente 300 helicópteros, 430 buques de guerra, 250 buques anfibios, 70 submarinos, 4.300 carros de combate, 2.500 vehículos blindados, 5.500 lanzacohetes y un arsenal de misiles, de distintos rangos, que supera el millar.
La opacidad a la que Corea del Norte nos tiene acostumbrados dificulta conocer con exactitud datos como el porcentaje del PIB que invierte en sus Fuerzas Armadas, sin embargo los expertos ofrecen una cifra que oscila entre el 20 y el 40% del mismo. Tal asignación no parece haber sido suficiente para revertir el desfase al que se encuentra sometida gran parte de la maquinaria bélica norcoreana, principalmente compuesta por sistemas de armas soviéticas o copias chinas. Un ejemplo que ilustra el estado en que se encuentra gran parte del arsenal norcoreano es el de sus carros de combate, en su mayoría derivados del T-62 ruso que se remontan a la década de los sesenta y muy pocos T-72 de los años setenta.
En consecuencia Corea del norte ha invertido grandes esfuerzos en potenciar y consolidar dos pilares que a día de hoy proyectan una amenazadora sombra desde el norte de la península. De un lado la baza que supone disponer de armamento nuclear, una carta que desde Pyongyang juegan con frecuencia a través de la amenaza directa o “disimulada” en forma de ensayos de misiles recurrentes.
Otro de los elementos que Corea del Norte utiliza a la hora de enseñar musculo lo representan sus unidades de fuerzas especiales, cuya importancia ha ido en aumento en el curso de las últimas décadas, aproximadamente hablaríamos de un de entre 22 a 25 brigadas y 5 batallones.
Hasta un total de 11 estarían compuestas por infantería ligera (aproximadamente 150.000 efectivos), 3 por infantería aerotransportada (unos 3.500 efectivos cada una), 8 brigadas de “francotiradores” (3.500 miembros cada una repartidos entre siete y diez batallones) análogas a lo que serían los Rangers del ejército estadounidense y capacitadas para llevar a cabo misiones de reconocimiento, asesinato, incursiones contra objetivos de elevado interés, sabotaje, etc. Dentro de estas últimas existiría un pelotón compuesto por entre treinta o cuarenta mujeres especialmente adiestradas para realizar operaciones de combate, infiltración o espionaje (primando el uso de la uniformidad civil).
El personal restante formaría parte de las fuerzas especiales de reconocimiento, compuestas por cuatro batallones. Unidades especialmente entrenadas para hacer frente al reto que plantearía la Zona Desmilitarizada de Corea (ZDC), con vastos conocimientos de las defensas y la fuerza enemiga. El quinto y último batallón tendría como cometido especial el llevar a cabo aquellas operaciones que tuvieran lugar fuera de las fronteras norcoreanas.
Como ocurre con todas las unidades de fuerzas especiales, una de sus misiones fundamentales sería el operar tras las líneas enemigas en caso de conflicto o necesidad. Según los expertos, en caso de guerra con su prima del sur, Corea del Norte desataría una serie de ataques simultáneos en puntos clave que irían desde la Zona Desmilitarizada, al puerto de Busan. En este sentido, también se llega a poner en duda el éxito que podrían tener estas fuerzas a la hora de superar las modernas defensas surcoreanas.
En cualquier caso, lo que queda claro es que las fuerzas especiales de Corea del Norte han experimentado una notable evolución y han adquirido una gran importancia en el periodo reciente. Su capacidad para ejecutar misiones en la retaguardia enemiga no debe subestimarse, especialmente si tenemos en cuenta el componente nuclear o químico que podrían ayudar a desplegar de manera encubierta causando miles de víctimas.
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