Los grupos armados chiíes apoyados por Irán en Irak han intensificado en las últimas semanas los ataques contra Israel, lo que ha provocado preocupación en Washington y entre algunos aliados iraníes por las posibles represalias israelíes y la escalada regional en caso de que se produzcan ataques.
Aunque tanto como desde occidente como los expertos no consideran que los ataques, a menudo a cientos de kilómetros de distancia, supongan el mismo nivel de amenaza para Israel que los ataques a quemarropa de Hamás y Hezbolá, estos han aumentado en número y sofisticación.
Al menos dos de los misiles han alcanzado sus objetivos y muchos han tenido que ser derribados por las defensas estadounidenses e israelíes, según funcionarios estadounidenses y declaraciones públicas del ejército israelí. Desde mayo se utilizan regularmente nuevas armas, como los misiles de crucero, más difíciles de destruir por las defensas aéreas. “En general, la intensidad y los tipos de sistemas de armas utilizados han aumentado considerablemente”, declaran desde el Instituto de Política de Oriente Próximo de Washington, donde se realiza un seguimiento de los ataques. “Esto complica la tarea israelí y supone un mayor coste financiero”, añaden.
Los ataques de las facciones iraquíes, incluidos Kataib Hezbolá y Nujaba, han sido motivo de creciente preocupación para Washington y también se han visto con inquietud entre algunos en Irán y su poderoso aliado del Eje, Hezbolá, en Líbano, que ha calibrado cuidadosamente sus propios compromisos con Israel para evitar un conflicto regional total. Irán y Hezbolá, los miembros más organizados, han luchado en el pasado para frenar a las facciones iraquíes.
Hussein al-Mousawi, portavoz de Nujaba, una de las principales facciones chiíes armadas de Irak que participan en los ataques contra Israel, ha declarado que los ataques son parte de una evolución natural del papel de los grupos iraquíes y tienen como objetivo aumentar el coste de la guerra en Gaza. Pretenden atacar desde cualquier lugar y durante el tiempo que sea necesario.
“Las operaciones llevadas a cabo por la Resistencia no están limitadas por fronteras temporales o espaciales”, afirma Mousawi. “Nosotros, como resistencia, no tememos las consecuencias mientras tengamos razón y representemos la voluntad popular y oficial”. El gobierno iraquí, que equilibra cuidadosamente sus alianzas tanto con Washington como con Teherán, no aprueba oficialmente los ataques, pero de momento no ha podido o no ha querido detenerlos.
Los expertos afirman que esto es una muestra de los límites del poder del primer ministro Mohammed Shia al-Sudani en un gobierno de coalición que incluye a grupos armados respaldados por Irán, y puede socavar los esfuerzos por volver a presentar a Irak como un país estable y abierto a los negocios.
Irak no reconoce a Israel y una ley de 2022 castiga con la muerte o la cadena perpetua a quienes intenten normalizar los lazos. Israel considera a Irak un Estado vasallo iraní y el principal corredor de armas de Irán a otros grupos armados, incluido Hezbolá. Los gobiernos israelí e iraquí no han respondido a las peticiones de comentarios. El Departamento de Estado estadounidense a declinado hacer comentarios.
Los grupos iraquíes tienen sus raíces en la lucha contra las tropas estadounidenses en Irak tras el derrocamiento del dictador Sadam Husein en 2003. Desde entonces han ampliado su alcance regional, reflejando la evolución de otros aliados iraníes como los hutíes en Yemen, que han lanzado ataques contra los buques en el Mar Rojo.
Los ataques de grupos iraquíes contra Israel se lanzan desde zonas situadas al sur de Bagdad y en la zona fronteriza entre Irak y Siria, donde dominan facciones respaldadas por Irán. Para llegar de Irak a Israel, los proyectiles deben sobrevolar Siria, Jordania o Arabia Saudí.
Los grupos iraquíes ya habían provocado de forma involuntaria una importante escalada regional en enero, cuando mataron a tres soldados estadounidenses en un ataque con drones contra un puesto avanzado estadounidense en Jordania. Ese ataque, que cruzó múltiples líneas rojas estadounidenses y regionales al golpear a un Estado árabe vecino y matar a estadounidenses, ha dado lugar a una mortífera campaña de ataques aéreos estadounidenses en Irak y Siria.
Tan grave era entonces el riesgo de escalada, que el comandante de la Fuerza Quds de élite iraní viajó a Bagdad para solicitar a las facciones que redujeran sus ataques, según dijeron entonces fuentes iraníes e iraquíes. Desde entonces, ataques contra las fuerzas estadounidenses cesaron y hubo una breve pausa. Después, volvieron su atención hacia Israel.
Irak ya ha representado una amenaza para Israel en el pasado, sobre todo durante la Guerra del Golfo de 1991, cuando Sadam Hussein disparó ráfagas de misiles Scud contra Tel Aviv y Haifa. En aquel momento, Washington convenció a Israel de que no tomara represalias para evitar una escalada que pudiera socavar la coalición liderada por Estados Unidos, incluidos los ejércitos árabes, que se había unido para expulsar a las fuerzas iraquíes de Kuwait.
Después de que los militantes de Hamás lanzaran su ataque contra Israel el 7 de octubre del año pasado precipitando la guerra en Gaza, las facciones armadas chiíes iraquíes, al igual que otros grupos proiraníes, se comprometieron a llevar a cabo ataques en solidaridad con los palestinos. Aunque en un principio se dirigieron principalmente contra las fuerzas estadounidenses destacadas en Irak y Siria, el 2 de noviembre reivindicaron su primer atentado contra Israel.
En los meses posteriores reivindicaron otros ataques contra Israel, cuatro de ellos en febrero, incluso después de que los grupos hubieran suspendido públicamente los ataques contra fuerzas estadounidenses, según las reivindicaciones públicas de los grupos respaldados por Irán.
El número de ataques reivindicados se disparó a 17 en marzo, y se duplicó de nuevo en mayo, con una media de más de uno al día, aunque funcionarios estadounidenses y la fuente del Eje proiraní afirmaron no estar seguros de que todos los ataques reivindicados fueran auténticos. Los ataques suelen ir acompañados de vídeos difundidos en las redes sociales en los que se ve cómo se disparan los proyectiles desde lugares remotos del desierto iraquí mientras los militantes gritan los nombres de figuras sagradas veneradas principalmente por los chiíes.
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