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Rusia lanza su ofensiva en Donetsk tras el triunfo en Lugansk

El presidente ruso, Vladimir Putin, ha ordenado a sus fuerzas que continuaran su ofensiva en el este de Ucrania, mientras, el presidente de ucraniano, Volodímir Zelenski, ha advertido que repeler al invasor requeriría «tiempo y esfuerzos sobrehumanos». «Debemos aplastar» al enemigo, ha manifestado el presidente en su discurso diario esta madrugada, «es una misión difícil, que requiere tiempo y esfuerzo sobrehumano. Pero no tenemos otra opción».

Zelenski había hablado un poco antes por videoconferencia en la apertura de una conferencia internacional en Lugano, Suiza, donde ha expuesto los preparativos para la reconstrucción del país. Esta será «la tarea común de todo el mundo democrático», ha subrayado. Durante su discurso vespertino, también ha añadido que necesita estos «fondos colosales» para ayudar a la población, reconstruir las ciudades y las infraestructuras destruidas por la guerra, pero también «preparar escuelas y universidades para un nuevo año escolar» y «prepararse». para invierno».

Según el gobernador de Lugansk, las fuerzas rusas se centrarán ahora en tratar de tomar el control de toda la región de Donetsk, después de haber obligado a las tropas ucranianas a retirarse de la última gran ciudad bajo su control, Lisichanks. Rusia ha afirmado haber establecido el control total sobre Lugansk después de que las fuerzas ucranianas se retiraran de la ciudad bombardeada de Lisichansk. Mientras, el asesor presidencial, Oleksiy Arestovych, ha señalado que la mayoría de las tropas rusas están concentradas en el este de Ucrania, lo que hace que su ofensiva en el sur sea vulnerable a las fuerzas de Kiev.

Después de abandonar su asalto a Kiev durante las primeras semanas de la guerra, Rusia concentró su operación militar en el corazón industrial de Donbás, que comprende las regiones de Lugansk y Donetsk, donde los representantes separatistas respaldados por Moscú han estado luchando contra el gobierno ucraniano desde 2014.

«En términos militares, es malo dejar posiciones, pero no hay nada crítico en la pérdida de Lisichansk. Necesitamos ganar la guerra, no la batalla por Lisichansk», ha señalado el gobernador Serhiy Gaidai.  «Duele mucho, pero no es perder la guerra». El gobernador ha manifestado que la retirada de la ciudad ha sido “centralizada”, indicando que ha sido planificada y ordenada, pero ha recordado que las fuerzas ucranianas corren el riesgo de ser rodeadas.

«Aun así, para las fuerzas rusas el objetivo número 1 es la región de Donetsk. Sláviansk y Bajmut serán atacados. Bakmut ya ha comenzado a ser bombardeado con mucha fuerza», ha añadido Gadai.

Desde Moscú han señalado que la captura de Lisichansk en menos de una semana de haber tomado el control de la vecina Severodonetsk, significa un triunfo y la “liberación” de Lugansk, uno de los objetivos del Kremlin en la guerra en Ucrania. Moscú ha señalado que su intención es entregar el territorio capturado a la autoproclamada República Popular de Lugansk, respaldada por Rusia y cuya independencia reconoció en vísperas de la guerra.

Putin, ha felicitado a las tropas rusas por “liberar” la región de Luganks, un hito importante para Moscú en su campaña militar.  En una reunión televisada con el ministro de Defensa, Sergei Shoigu, Putin ha señalado que las tropas involucradas en la operación deben descansar, pero que otras unidades militares deberán continuar luchando. Si bien Rusia ha tratado de enmarcar su avance en Lugansk como un momento significativo en la guerra, ha tenido un alto coste para el ejército ruso.

Por su parte, Zelenski, ha prometido que el territorio perdido será recuperado con la ayuda de armas occidentales, y ha afirmado que Rusia está ahora concentrando su potencia de fuego en el frente de Donbás, asegurando que Ucrania responderá con armas de largo alcance, como los lanzacohetes HIMARS suministrados por Estados Unidos.

“El hecho de que protejamos la vida de nuestros soldados, nuestra gente, juega un papel igualmente importante. Reconstruiremos los muros, recuperaremos la tierra y la gente debe ser protegida por encima de todo”, ha manifestado Zelenski.  En Sláviansk, al oeste de Lisichansk en la región de Donetsk, el alcalde Vadym Lyakh, ha escrito en redes sociales que los feroces bombardeos mataron al menos a seis personas, incluida una niña de 10 años.

La guerra de Ucrania ha provocado una crisis energética y alimentaria global, y las sanciones dirigidas por Occidente contra Moscú han desencadenado la peor crisis económica en Rusia desde la caída de la Unión Soviética en 1991.

Alemania ya ha advertido sobre la escasez de gas debido a la disminución de los suministros de Rusia. El jefe regulador de energía ha advertido que los 15.000 millones de euros de crédito que el gobierno ha destinado a la compra de gas para almacenamiento podrían no ser suficientes.

Ucrania ha pedido repetidamente que se acelere el suministro de armas de Occidente, alegando que sus fuerzas se encuentran muy superadas en armamento. La oficina de Zelenski ha informado que los ataques de la artillería rusa han alcanzado edificios residenciales y agrícolas en la región de Járkov.

El Ministerio de Defensa de Rusia también ha confirmado ataques a la infraestructura militar de Járkov, la segunda ciudad más grande de Ucrania en el noreste. A unos 70 kilómetros de Járkov, en el lado ruso de la frontera, Rusia también ha reportado explosiones en Belgorod, y afirman que han muerto al menos tres personas. Moscú ha acusado a Kiev de numerosos ataques contra la ciudad y otras áreas fronterizas con Ucrania. Sin embargo, Ucrania no se ha atribuido la responsabilidad de ninguno de estos incidentes.

No obstante, Ucrania ha informado que sus fuerzas aéreas han realizado unas 15 salidas «prácticamente en todas las direcciones de las hostilidades», destruyendo equipos y dos depósitos de municiones rusos. En la ciudad de Melitopol, en el sur de Ucrania, ocupada por Rusia, las fuerzas ucranianas también han atacado una base logística militar de forma repetida, según el alcalde exiliado de la ciudad, Ivan Fedorov.

Por otra parte, aunque el acuerdo de la pasada semana hizo que Turquía haya respaldado las ofertas a la OTAN de Finlandia y Suecia evitando una posible crisis, las diferencias persisten. El acuerdo para despejar el camino para la unión de los países nórdicos a la OTAN se ha presentado como una posición firme de Ankara junto a sus aliados occidentales frente a la amenaza rusa.

Sin embargo, en los últimos años, se ha desatado el debate sobre si Turquía se está alejando de Occidente, alimentado por episodios como la adquisición de misiles rusos por parte de Ankara hace tres años y, más recientemente, su negativa a unirse a las sanciones contra Rusia por su guerra en Ucrania.

Cuando Turquía anunció en mayo que vetaría las solicitudes de Suecia y Finlandia a la OTAN a menos que cumplieran una serie de demandas, muchos lo vieron como una prueba más de la reputación de Ankara como un socio que trazaba cada vez más su propio camino dentro de la OTAN, alejándose de los objetivos de la Alianza.

Pero el acuerdo de la semana pasada, que aborda las preocupaciones turcas sobre las actividades de los grupos que Ankara ha designado como organizaciones «terroristas» en los Estados nórdicos, la extradición de sospechosos y la eliminación de las restricciones a la venta de armas a Turquía, hizo que el presidente Recep Tayyip Erdogan fuera visto como un aliado leal y solidario en la cumbre de la OTAN en Madrid.

Ankara se unió a la OTAN en 1952 durante la primera ola de ampliación de la alianza, después de haber enviado tropas para luchar bajo la bandera de las Naciones Unidas en la Guerra de Corea dos años antes. En ese momento, Turquía y Noruega eran los únicos estados de la OTAN con territorio fronterizo con la Unión Soviética. Turquía, que tiene el segundo ejército más grande en la OTAN después de Estados Unidos, proporcionó un flanco sur vital para la alianza.


Analista especializado en el entorno de la información y Defensa.

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