Las delegaciones de Rusia y Ucrania se reunieron ayer para celebrar una tercera ronda de conversaciones en busca de un alto el fuego. Las dos rondas anteriores apenas dieron resultados, más allá de las promesas de abrir rutas para el acceso humanitario. Las partes se han encontrado en la zona de Belovezhskaya Pushcha, en la frontera entre Polonia y Bielorrusia.

Ucrania ha indicado que las conversaciones han logrado “resultados positivos” para mejorar la logística de los corredores humanitarios. Sin embargo, Moscú ha señalado que no se han cumplido las “expectativas” y que esperaba resultados “más significativos” en el futuro. El enviado de Rusia ante la ONU, Vasili Nebenzia, ha anunciado un nuevo alto el fuego para este mismo martes, y señala que los civiles ucranianos podrán elegir “adónde quieren ser evacuados”.

Anteriormente, el ejército ruso había anunciado la suspensión temporal de ataques en algunas zonas “con fines humanitarios” para la apertura de corredores humanitarios con el fin de evacuar civiles de Kiev, Járkov, Mariúpol y Sumy, cerca de la frontera rusa. Pero estos corredores tenían como destino Rusia y Bielorrusia, y el gobierno ucraniano ha rechazó la propuesta, calificándola de “truco inmoral”.

El anuncio de Rusia sobre los corredores humanitarios, se producía tres días después del cese fallido del alto el fuego, que permitiría a los civiles escapar de la ciudad sitiada de Mariupol, donde cientos de personas se encuentran atrapados sin comida, ni agua, bajo un bombardeo incesante. Un corredor desde Kiev llevaría a Bielorrusia, gran aliada de Rusia, mientras que los civiles de Járkov, la segunda ciudad más grande de Ucrania, se dirigirían a Rusia según medios de comunicación rusos. Según la agencia de refugiados de las Naciones Unidas, más de 1,7 millones de ucranianos que huyen de la invasión rusa han cruzado hasta Europa Central, mientras otros miles más también se dirigen hacia la región.

Rusia niega haber atacado de forma deliberada a los civiles ucranianos, y llama a la campaña lanzada en Ucrania el pasado 24 de febrero “operación militar especial” para desarmar al país y eliminar a sus líderes, que describe como neonazis.  Ucrania y sus aliados occidentales califican estos argumentos como un pretexto para iniciar la invasión destinada a conquistar la nación.

El Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Ucrania, ha señalado que las fuerzas rusas están “comenzando a acumular recursos para preparar el asalto a Kiev”, ciudad con más de 3 millones de habitantes, tras varios días de lento progreso en su principal avance hacia el sur desde Bielorrusia. Más de 2000 civiles han sido evacuados de Irpín, perteneciente al óblast de Kiev, que ha estado bajo un fuerte ataque. Según los servicios de emergencia locales, ayer al menos 13 civiles murieron en un ataque aéreo contra una fábrica de pan en la ciudad de Makarov, en las afueras de Kiev, otras 5 personas fueron rescatadas de los escombros del edificio, y agregaron que se cree que unas 30 personas se encontraban en la fábrica antes del ataque.

Mientras el avance de Rusia en el norte de Kiev parece que lleva días ralentizado, no es así en el sur, donde ha avanzado hacia el este y el oeste a lo largo de las costas del Mar Negro y Azov. En el puerto de Mariúpol, los residentes duermen bajo tierra, en un intento de escapar de los bombardeos de las fuerzas rusas, que han cortado los suministros de agua, comida y electricidad. La mitad debería haber sido evacuada el pasado domingo, pero la misión fue abortada cuando el alto el fuego fracasó, y ambas partes se acusaron mutuamente de iniciar los disparos y bombardeos.

Andriy Sadovyi, alcalde de Leópolis situada en el oeste de Ucrania, ha informado que la ciudad ha llegado al límite de su capacidad para ayudar a las personas desplazadas por los ataques rusos, y ha pedido ayuda a las organizaciones internacionales: “Entendemos que habrá otra ola de refugiado y hacemos un llamado a las organizaciones humanitarias internacionales para que vengan aquí y ayuden” ha manifestado Sadovyi.

Las Naciones Unidas han solicitado un paso seguro para poder llegar a los civiles aislados de la ayuda esencial. La ONU ha informado de un hospital psiquiátrico a 60 kilómetros de Kiev, sin agua y sin medicinas, con 670 personas atrapadas en su interior, incluidos pacientes con graves necesidades. La OMS ha señalado la muerte de al menos 6 personas en nueve ataques contra instalaciones sanitarias desde el inicio de la guerra.

El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, ha manifestado a medios de comunicación que Moscú detendría sus operaciones si Ucrania cesara de luchar, y modificara su constitución para declarar su neutralidad y reconocía la anexión de Crimea por parte de Rusia, además de la independencia de las regiones en manos de separatistas respaldados por el Kremlin.

La inteligencia militar de Ucrania ha informado de la muerte de un general ruso cerca de la ciudad sitiada de Járkov, lo que sería el segundo comandante ruso en morir durante la invasión. Esta semana, Ucrania también ha confirmado que sus fuerzas habían retomado el control de la ciudad de Chugúyev en el noreste, zona de intensos combates durante días, y del estratégico aeropuerto de Mykolaiv en el sur que, según el gobernador regional, se encontraba bajo el fuego de carros de combate.

Moscú ha reconocido la muerte de casi 500 soldados rusos, aunque los países occidentales afirman que la cifra real es mucho mayor. El número real de muertes es difícil de verificar, pero las imágenes captadas en Ucrania muestran restos calcinados de unidades rusas y ciudades ucranianas reducidas a escombros por los ataques rusos.

En Rusia, las autoridades han implantado un apagón casi total de la información no oficial. Las últimas emisoras independientes de la era postsoviética han sido cerradas, y una nueva ley amenaza con largas penas de cárcel para los reportajes y noticias que las autoridades rusas correspondientes consideren que desacreditan al ejército. Muchas organizaciones de noticias extranjeras han suspendido sus reportajes desde Rusia.