11-M: 10 años y el dolor intacto

Redacción.

Hoy se cumplen 10 años del peor ataque terrorista de la historia de España, que se cobró la vida de 191 personas, y dejó heridas a más de 2.000. El ataque fue perpetrado por una célula yihadista que detonó varias bombas de manera simultánea en cuatro trenes de la red de Cercanías de Madrid.

Las diez explosiones ocurrieron en hora punta, entre las 7:37 y 7:39 de la mañana, en 4 trenes diferentes; uno de ellos dentro de la estación de Atocha, otro a 500 metros de la estación, otro tren en Santa Eugenia y un último tren en la estación llamada el Pozo del Tío Raimundo.

Diez mochilas cargadas con Goma 2-Eco (explosivo tipo dinamita usado en las canteras), fueron las herramienta utilizadas por los terroristas para perpetrar el ataque.

El número de víctimas fue tan grande que se hizo necesario la instalación de un hospital de campaña (en las instalaciones deportivas Daoíz y Velarde), para proporcionar la primera atención y planificar la evacuación a los diferentes hospitales.

Además de las 191 personas que perdieron la vida en los trenes, un policía de Grupo de Especial de Operaciones (GEO) fallecía días después en la inmolación de varios terroristas relacionados con el 11-M en un piso de Leganés. Era la primera muerte en acto de servicio de un miembro de los GEO desde que se creó este cuerpo en 1978.

Aunque en un primer momento todos los grupos políticos apuntaban a que se trataba de un atentado perpetrado por la banda terrorista ETA, en seguida las pruebas desmintieron esta posibilidad, y apuntaron a que se trataba de un ataque perpetrado por una célula yihadista en España de Al Qaeda.

Tras la larga y exhaustiva investigación policial, y con sentencia en firme, ha quedado probado que se trató de un atentado yihadista, y justificado por Al-Qaeda por la participación española en la Guerra de Iraq.

Miles de vidas marcadas
191 personas perdieron la vida en esos trenes el 11 de marzo de 2004, pero la vida cambió para siempre para muchas más: para los que sobrevivieron y que en muchos casos arrastran secuelas para el resto de sus vidas (ya sean físicas y psicológicas), para los familiares y amigos de las víctimas mortales y los heridos, a los que los 10 años transcurridos solo habrá mitigado el dolor (en el mejor de los casos), para las personas que atendieron en los primeros minutos a los heridos, ya sean voluntarios o profesionales de los servicios de emergencias… Miles de víctimas, con sus nombres y apellidos.

Lo menos que puede hacerse por ellas es no olvidarlas.


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