GB. Agustín Alcázar Segura (R).
A mediados del siglo XIX, las ideas revolucionaras eran prácticamente desconocidas en España. Lo más cercano a ellas fue la fundación de un movimiento entre los seguidores de Proudhon, conocidos como federalistas, siendo el más famoso de ellos Francisco Pi y Margall. No obstante existían en nuestro país sentimientos que podrían ser identificados como próximos al anarquismo, tales como el anticlericalismo y la abolición del gobierno. También existía un gran malestar en el campesinado, si bien éste no se relacionó con ningún movimiento político en particular, dado que su naturaleza era debida a otras circunstancias. De la misma forma, este sentimiento también existía en las ciudades mucho antes de que los trabajadores estuviesen familiarizados con el anarcosindicalismo.
En 1864 se creó en Londres, la Primera Internacional, primera gran organización que trató de unir a los trabajadores de los diferentes países en una lucha común[1]. Participaron en ella Karl Marx, Friedrich Engels, y el que fue considerado como uno de los precursores del anarquismo, Mijaíl Bakunin. Éste sostenía que los grupos humanos deben formarse por la propia voluntad de quienes los integran, y de la unión de todos esos grupos, nacería uno universal y espontáneo. Bakunin planeó un viaje para reclutar anarquistas en España, y crear allí una división española de la Primera Internacional.
Si bien él no pudo cumplir personalmente sus deseos, en 1868, envió a un revolucionario de mediana edad llamado Giuseppe Fanelli con el objetivo de reclutar miembros para la organización.
En Madrid se estableció muy pronto una sección de la misma. Unos pocos anarquistas especializados, siguiendo las ideas introducidas por Fanelli, comenzaron a mantener encuentros, pronunciar discursos, y atraer a más seguidores, de modo que, en 1870, la sección madrileña de la Internacional contaba ya con 2.000 miembros.
Ese mismo año, se reunió un Congreso en Barcelona, donde se contaron miles de obreros, y 150 organizaciones de trabajadores enviaron sus delegados, conformándose la Federación Regional Española [(FRE), que además de anarquistas contaba con socialistas y liberales] que difundió sus ideas por medio de los periódicos “La federación” (Barcelona) y “La solidaridad” (Madrid).
En 1871, los socialistas y los liberales, dentro de la Federación española, intentaron reorganizar España en cinco secciones comarcales con varios comités y consejos, si bien algunos anarquistas consideraron que esto era contrario a su creencia en la descentralización. En 1872, tras un año de conflictos, durante el que los anarquistas se enfrentaron a los «autoritarios» dentro de la Federación, acabaron siendo expulsados. Al mismo tiempo, en el V Congreso de la Primera Internacional, celebrado en La Haya ese mismo año, anarquistas como Michael Bakunin, James Guillaume y Louis Auguste Blanqui, se separaron de la misma, denominándose anarquistas.
Las características del anarquismo español, que le dieron el carácter de único fueron, además de hacer bandera de su revolucionarismo: ser al mismo tiempo un movimiento de masas, su permanencia en el tiempo, su constante disposición para la acción y su capacidad para rehacerse después de cada una de sus derrotas[2].
Otra peculiaridad del anarquismo español fue su carácter eminentemente popular. El papel que desempeñó en su seno tanto la intelectualidad como los grupos de la clase media, fue de escasa importancia.
El anarquismo hispano se asentó, sobre todo, en dos regiones: Andalucía y Cataluña. En la primera, ganó muchos adeptos entre el proletariado agrícola que ni siquiera vivía en pleno campo, sino en pequeñas ciudades y pueblos o villas de cierta importancia, que gran parte del año estaba parado y que a menudo se enzarzaba en desesperadas luchas sociales contra los propietarios de fincas. En cambio, en Cataluña, se propagó entre la masa del proletariado formado con el desarrollo de la moderna industria de Barcelona y otras ciudades fabriles próximas a la capital catalana.
También en Levante, con Valencia como centro, hizo el anarquismo muchos prosélitos, siendo Alcoy un foco famoso del movimiento en esta región. Aun teniendo un régimen predominantemente agrario, en Levante se practicaba, sin embargo, una agricultura de tipo más moderno y el hecho de estar principalmente dirigida a la exportación, pudo haber influido notablemente.
En Aragón se libraron importantes batallas desde el campo anarquista, sobre todo en Zaragoza y alguna comarca de Huesca. También en Galicia, región minifundista por antonomasia, campeó en gran medida el anarquismo. Y en Asturias, donde al lado de una mayoría socialista siempre hubo una fuerte minoría anarquista. Pero en el centro de España, Castilla y Extremadura, apenas hizo mella el movimiento libertario, si bien en la capital, Madrid, durante la Segunda República, en poco tiempo la organización anarcosindicalista cobró gran importancia.
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[1] Posteriormente será dominada por los marxistas
[2] JONG, Rudolf de: El anarquismo en España. www.arrakis.es-norbi
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