Por D. Enrique Embajador Pandora.
Las primeras noticias que tenemos de la llegada de pueblos bárbaros a la Hispania romana, son las de una confederación constituida por vándalos, alanos, y suevos (1), que penetraron en España por Roncesvalles y, acaso, Somport, aprovechando las vías romanas. Su entrada se produce entre el 28 de Septiembre y el 13 de Octubre del año 409, siendo su progresión violenta y provocando a su paso, por tanto, el hambre y la desolación.
Transcurridos dos años desde la invasión, la confederación se deshizo y los distintos pueblos se repartieron la Península. Los alanos se quedaron en la Lusitania y la Cartaginensis; los vándalos silingos en la Bética, y los vándalos asdingos y los suevos, en Galicia. Así mismo, la Tarraconense, seguiría en poder de Roma (2).
Después del reparto, los reyes de los alanos, vándalos y suevos solicitaron del emperador Honorio, en el año 412, el título de federados y la legitimación de sus establecimientos, mas Roma prefirió utilizar contra ellos a los visigodos.
Este pueblo, bajo el mando de Ataúlfo (410-415) había firmado, en el año 413, un pacto con los romanos en virtud del cual el emperador les entregaría tierras donde establecerse en las Galias, así como suministros de alimentos, a cambio de devolver a su hermana Gala Placidia, capturada en el saqueo de Roma; entregar al usurpador Jovino; y, en lo sucesivo, luchar al servicio de Roma. No obstante, conscientes de la debilidad progresiva del Imperio, los visigodos no cumplieron, ni mucho menos, el pacto, quizá esperando con ello que un nuevo enfrentamiento con las tropas imperiales, pusiera de manifiesto su creciente poder, y que Honorio, acuciado por la necesidad, les ofreciera un nuevo acuerdo mucho más beneficioso. Ataúlfo se estableció con su pueblo en el sur de las Galias, ocupando Narbona, Tolosa y Burdeos, más como conquistador que como federado de Roma.
REINO ARRIANO DE TOLOSA
La corona visigoda pasó a manos de Walia (415-418) el cual estableció un nuevo pacto con los romanos, por el cual se comprometía a combatir a los otros pueblos bárbaros que ocupaban la Península. Atacó a los alanos de la Lusitania así como a los vándalos silingos, y tras derrotarlos, volvió de nuevo a las Galias. Una vez en estas tierras, los visigodos, de acuerdo con el Imperio, se establecieron en un extenso territorio en el que se integraban ciudades tan importantes como Tolosa, Burdeos o Poitiers, que iba a constituir la base del reino arriano galovisigodo de Tolosa.
El sucesor de Walia, Teodoredo (418-451), fue reconocido por primera vez como monarca independiente por el Imperio tras la derrota inflingida al general romano Liborio cerca de Tolosa en 439.
Mientras esto ocurría, en Hispania se inició la lucha entre suevos y vándalos asdingos por el predominio. La victoria de los primeros obligó a los vándalos a establecerse en la Bética, lo que permitió a los suevos edificar un reino en el Noroeste de España que perduraría hasta el año 585. Los vándalos por su parte, consolidaron su dominio en la Bética y tras vencer a los suevos en Mérida (429) y, acaso considerando segura la retaguardia, embarcaron con la mayoría de su pueblo (80.000 personas) rumbo al norte de África, donde instaurarían un gran imperio (3).
Tras Turismundo (451-453) y Teodorico I (453-466), que infligió a los suevos una gran derrota junto al río Orbigo (456), Eurico (466- 484), extendió el reino visigodo y amplió sus fronteras hispanas hasta Galicia, ocupando la Cartaginense, la Lusitania y la Bética, después de estabilizar las fronteras con los suevos (468-469), e, incluso, incorporó la Tarraconense (476) (4). Ante estos hechos, Eurico se presenta como el rey visigodo que termina con el poder formal romano en la Península (5). Comenzaba así el dominio independiente de los visigodos en la Península, compartido con el reino suevo de Galicia y con las tribus que ocupaban la zona vascocantábrica, siempre pugnando por mantener su libertad.
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(1) Los vándalos integraban un pueblo germano-oriental procedente de Escandinavia; estaban divididos en dos grupos: silingos y asdingos. Los suevos eran miembros del grupo germano-occidental, que desde el siglo I estaban en contacto con los silingos. Los alanos eran un pueblo procedente del Cáucaso y los Urales, obligados a emigrar hacia occidente por la presión de los hunos.
(2) MUÑOZ, Roberto y GARCÍA PINTO, Ángel: El Ejército Visigodo, desde los orígenes a la batalla de Guadalete. Ed. Almena, Madrid, 2003, p. 10.
(3) Ibidem, p.11.
(4) Ibidem, p. 12
(5) CIERVA, Ricardo de la: Historia Militar de España. Ed. Planeta, Madrid, 1984, vol. I, p. 142.
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14 julio 2013
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