Por G.B. D. Agustín Alcázar Segura (R).
En 1672 sube al trono de Marruecos el sultán Muley Ismail, bajo cuyo reinado se recrudecieron, las tradicionales hostilidades contra las plazas españolas en la costa norte africana. Así, Ceuta, Melilla, y los Peñones de Alhucemas y Vélez de la Gomera, sufrieron duros, aunque infructuosos asedios.
Para el de Ceuta, destinó un ejército de 40.000 hombres siendo la población total de la plaza en aquel momento de 3490 habitantes, de los que 2250 eran civiles y el resto soldados y desterrados (1)(1000 infantes, 100 jinetes, 80 artilleros y 60 marineros). Dado lo exiguo del personal, pidió refuerzos al gobierno de Madrid y a las ciudades andaluzas del litoral, al tiempo que con los medios disponibles se dispuso a organizar la defensa y realizar las obras necesarias para reforzar las antiguas fortificaciones.
El día 22 de Septiembre de 1694 las tropas musulmanas alcanzaron las inmediaciones de la plaza, iniciándose así un sitio que va a durar 33 años. Con el transcurrir de los años de sitio se fue construyendo una imponente red de baluartes, revellines, contraguardias y lunetas, que hacían casi imposible la toma de la ciudad por el frente de tierra con los medios bélicos de entonces (2).
En Julio de 1695, la guarnición se había “acostumbrado a la situación”, lo que unido a la enfermedad del gobernador y la muerte del segundo jefe de la plaza, provocó una cierta relajación de la disciplina y el descuido en el servicio que una situación como la que se soportaba requería.
Esta situación fue denunciada a los sitiadores por un desertor, de modo que el día 30, a las doce del mediodía, algunos moros, al amparo del descuido de la vigilancia, escalaron los muros de las contraguardias de San Pedro y San Pablo, y mataron a los negligentes centinelas.
Afortunadamente fueron descubiertos por otros de la muralla real, que alertaron a la ciudad. Se consiguió organizar una fuerza de reacción que a cuchilladas desalojan a los moros del baluarte, recuperando el valor lo que perdió a descuido (3). La jornada se saldó con 2500 moros muertos, por 126 de los españoles además de 100 heridos.
El 18 de Mayo de 1703, se produjo una información en sentido contrario, llegándose al convencimiento de que una salida de la guarnición podía proporcionar grandes ventajas. Para ello se dispuso una fuerza integrada por 1.500 infantes y 180 jinetes, organizadas en cuatro columnas, en tanto que desde el mar algunos barcos, costeando, se mantenían en condiciones de impedir un posible envolvimiento.
La salida resultó un éxito, consiguiéndose un abundante botín, al precio de 1 muerto y 17 heridos, en tanto que las bajas contrarias pasaron de 300 muertos, muchos heridos y 10 prisioneros (4).
Durante la Guerra de Sucesión española se produjo la ocupación de Gibraltar por Gran Bretaña, en Agosto de 1.704, lo que modificó significativamente la situación de la sitiada Ceuta. El primer momento de peligro se produjo cuando la misma flota anglo-holandesa que tomó el Peñón, se presentó ante Ceuta, conminado al gobernador a su entrega, lo que, evidentemente no se produjo, retirándose la flota enemiga.
Finalizada la Guerra de Sucesión, Felipe V consideró llegado el momento de levantar tan largo asedio, ordenando la constitución de un ejército de 16000 hombres que, al mando del general marqués de Lede, desembarcó en la ciudad en los últimos días de Octubre de 1720.
El 15 de Noviembre, de madrugada, se iniciaron las operaciones ofensivas con las fuerzas divididas en cinco columnas, cuatro de Infantería y una de caballería. El enfrentamiento resultó victorioso para las armas españolas, estableciéndose el campamento español en el mismo lugar que habían ocupado las fuerzas moras, a las que se cogieron 29 cañones, 4 morteros, armas, municiones, víveres, tiendas de campaña, 3 estandartes y 1 bandera, contándose sobre el terreno unos 500 cadáveres. Por parte española, las bajas fueron de 108 muertos y casi 200 heridos
La reacción marroquí no se hizo esperar, y el 6 de Diciembre, una fuerza de unos 40000 hombres se presentó ante nuestras líneas, teniendo nuestras fuerzas que replegarse sobre Ceuta, si bien provocando al enemigo unas bajas estimadas en unos 8.000 hombres, en tanto que las propias se cifraron en 45 muertos y cerca de 400 heridos.
Esta retirada permitió a los moros rehacerse y volver al ataque el día 21, en número de 35 a 40000 combatientes. Una vez más, nuestras tropas salieron victoriosas del combate defensivo, causando al enemigo 4.000 bajas, por tan solo 80 propias.
Hasta la muerte de Muley Ismael, ocurrida el 22 de Febrero de 1727, la situación permaneció inalterable; sin embargo a partir del 7 de Marzo, los sitiadores comenzaron a retirarse, cansados de tan largo bloqueo que tan pocos resultados prácticos había producido.
Las más de tres décadas de asedio significaron para Ceuta su total transformación, perdiendo su carácter portugués para convertirse en una ciudad española. A ello contribuyó: la prohibición de hablar en portugués, la sustitución de su moneda por la española, la guarnición con tropas españolas, la expulsión de los judíos (1707), la naturaleza de sus intercambios económicos, la procedencia de sus aprovisionamientos, la supresión de los fueros portugueses, etc (5).
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(1) MONTES RAMOS, José: El sitio de Ceuta 1694-1727. El ejército de Carlos II y Felipe V. Ed. Agualarga. Madrid, 1999. p, 22.
(2) Ibidem, p. 30.
(3) ERVICIO HISTÓRICO MILITAR. Estado Mayor Central del Ejército: Historia de las campañas de Marruecos. Tomo I. Imprenta del Servicio Geográfico del Ejército. Madrid, 1947. p, 123.
(4) Ibidem, pp. 125 y 126.
(5) MONTES RAMOS, José: El sitio de Ceuta 1694-1727. El ejército de Carlos II y Felipe V. Ed. Agualarga. Madrid, 1999. p. 35.
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