EL DAESH: GÉNESIS Y EVOLUCIÓN

Imagen de portada del TFM

Redacción

Juan Antonio Marín Serrano, alumno del CISDE, presenta en su Trabajo Fin de Máster la génesis y evolución del Daesh. 

Sipnosis
Este informe es el “Trabajo Fin Máster (TFM”) en el contexto del I MÁSTER INTERNACIONAL DE OPERACIONES CONTRA EL TERRORISMO YIHADISTA 2015/2016, del Campus Internacional para la Seguridad y la Defensa (CISDE), dirigido por el Profesor D. Juan Carlos Estarellas y López, trabajo, que se centra en el estudio de la génesis y evolución histórica del Daesh, y analiza los factores que le han favorecido su consolidación, como la lucha contra Al Qaeda por la hegemonía de la yihad global, el conflicto regional y la guerra por delegación en Oriente Medio, en la que se incluye la actuación e intereses de las potencias de la región: Irán, Arabia Saudí y Turquía, así como las potencias extra regionales: Estados Unidos, Rusia, Reino Unido y Francia, finalizando el informe con unas breves previsiones, propuestas y sugerencias.

Metodología de la Investigación
La investigación se ha realizado con fuentes secundarias, utilizando en primer lugar los manuales del I Máster CISDE, y posteriormente se han integrado fuentes solventes del sector, y de las obtenidas, además de la solvencia, se han elegido las de edición más próxima.

En la elaboración de la investigación se ha pretendido redactar un relato con secuencia lógica tendente al orden cronológico, aunque, en ocasiones no se ha respetado ese criterio en beneficio de la inteligibilidad del escrito.
El trabajo se ha estructurado en puntos numerados el epígrafe principal, y subclasificados, por considerar que da más claridad a la exposición porque simplifica la búsqueda, y permite su cita; y he evitado en lo posible, la redacción de “hechos terroristas y criminales”.

El trabajo tiene un cómputo de 15.059 palabras, excluidas: portada, índice, sinopsis, metodología de trabajo, fuentes del cuerpo del escrito, notas a pie de página, y la bibliografía; y en bruto 19.566 (2.573 de bibliografía).
El conflicto de Oriente Medio, y en particular la lucha por la hegemonía mundial de la yihad, es un tema vivo e interesante, que me hubiera gustado haber contrastado y analizar otras fuentes, pero que el tiempo tasado no me lo ha permitido, no obstante, estoy en la creencia que me ha servido para adquirir conocimientos, y sin caer en la pedantería, sería bueno que el presente sirviera para transmitir conocimiento.

Muchas gracias.

Introducción
En 2016 se cumplen veinte años de la fatwa de Bin Laden declarando la Yihad contra Estados Unidos; y quince del inicio de la “Guerra contra el Terror” después de los ataques del 11-S en territorio estadounidense. Desde el inicio de la estrategia liderada por Estados Unidos, no sólo no se ha acabado con Al Qaeda, sino que se ha producido la reaparición del Daesh con su yihad ofensiva y su autoproclamado Califato, cuyo germen fue creado por Al Zarqawi a finales de los noventa (Servitja, 2015).

El Daesh es el grupo terrorista más violento y más solvente económicamente de la historia (Antúnez, Gesi 17/2016). Daesh es un acrónimo, en su fonética árabe, de las posibles transliteraciones del árabe al-Dawla al-Islamiya fi al-Iraq wa al-Sham (DAISH) , para referirse al autoproclamado Califato Islámico. Este acrónimo está sustituyendo a «Estado Islámico de Iraq y el Levante» (ISIL, en inglés) o «Estado Islámico de Iraq y Siria» (ISIS). Daesh, es una acepción que usan sus enemigos y que ofende a sus militantes, usado por la mayoría de los países árabes y que a su vez es detestado por la organización. En septiembre de 2014, el Gobierno francés anunció que comenzaría a utilizarlo, también es el usado por el ejecutivo estadounidense y el Gobierno de España. El término “Estado Islámico’ esta especialmente desaconsejado porque “desdibuja las fronteras entre el islam, los musulmanes y los islamistas” (Black, 21/09/2014; La Vanguardia, 10/12/2014; Martín & Bordas & Yitzhak, 00/10/2015).

Lo que empuja a jóvenes de Occidente hacia la violencia yihadista es la búsqueda de identidad, sentido a sus vidas, pertenencia a un grupo, respeto, un nuevo futuro… El punto de partida para desencadenar un proceso que finalice en el reclutamiento por una organización yihadista es siempre alguna clase de discriminación, marginación, resentimiento, o venganza social; los ingredientes son la indignación, desafío, sentimiento de persecución, y la resistencia y rebeldía a aceptar la situación. Muchos jóvenes musulmanes residentes en Occidente sufren crisis de identidad y no se identifican con la sociedad en la que han nacido o crecido, ni con la de origen de sus padres o abuelos, y aceptar las doctrinas del Daesh, que enfatizan la existencia de una comunidad musulmana global es también una forma de alejarse de ambas sociedades y abrazar una nueva identidad. Estos jóvenes son un perfecto objetivo de reclutamiento para organizaciones radicales (Antúnez, Gesi 17/2016).

La propaganda del Daesh se apoya en textos y conceptos religiosos que pueden parecer arcaicos, sin embargo, ha tenido la habilidad de adaptarlos a las circunstancias actuales para materializar su proyecto. La ideología y metodología yihadista deben ser tenidas en cuenta para comprenderlo y combatirlo ideológicamente y conseguir el apoyo de sectores de la población musulmana (Habeck, 00/12/2015), el conflicto en Oriente Medio tiene profundas raíces ideológicas y la guerra de las ideas es una de las que hay que librar (Kibble, 00/04/2016).

Etapas previas por denominación

JUND AL SHAN «Soldados del Levante» 
El autoproclamado Estado Islámico tiene su germen en el grupo Jund Al Sham (Soldados del Levante), creado por Abu Musab Al Zarqawi , a finales de la década de 1990. En aquel entonces Al Zarqawi era un jordano recién salido de prisión en su país, donde había cumplido una condena de cinco años por pertenecer al grupo yihadista Bayat Al Imam, fundado en 1992 por el ideólogo jordano Abu Mohamed Al Maqdisi (Lister, 00/11/2014), quienes se conocieron en Peshawar (Paquistán) en 1991 y, tras retornar a su país de origen, conspiraron contra los regímenes árabes de la región, a los que negaban legitimidad política y religiosa, dirigiendo sus invectivas contra el gobierno jordano y el saudí (Lahoud, 2014).

Tras salir de la cárcel Al Zarqawi marchó a Afganistán talibán y allí obtuvo del Jeque Osama Ibn Muhammad Bin Laden (Mártir del Islam y León de la Umma) permiso y un préstamo de 200.000 dólares para poner en marcha un campo de entrenamiento. Sin embargo, Bin Laden no trató de integrar a Zarqawi ni a sus seguidores en Al Qaeda, pues no le convenció el exceso de celo que advirtió en ellos (Lister, 00/11/2014).

YAMA’AT AL TAWHID WA AL YIHAD (Organización para el Recto Camino, la Unicidad de Alá y la Yihad)

A los pocos meses de establecerse, el grupo Jund Al Sham cambió su nombre por el de Yama’at Al Tawhid wa Al Yihad (Organización para el Recto Camino, la Unicidad de Alá y la Yihad). Desde Afganistán trató de operar en Jordania, planificando un atentado contra el hotel Radisson de Amman y otros lugares turísticos (Lister, 00/11/2014). Mientras tanto, Al Zarqawi utilizó las instalaciones en Afganistán para dotarse de algo más que de entrenamiento armado, y que según la biografía escrita por el yihadista Sayf Al Adal, Al Zarqawi trató de construir una comunidad política para trasplantar a Iraq la figura histórica de Nur Al Din Zangi, un caudillo árabe de la época de las cruzadas que impulsó el proceso de unión de los territorios entre Mosul y Damasco. Al Din Zangi pretendía expulsar a los cruzados y unificar a los árabes que habitaban entre el Éufrates y el Nilo, y a su muerte (1174) el proyecto fue continuado por Saladino (Lahoud, 2014).

Al Zarqawi estableció contacto con la organización yihadista Ansar Al Islam, establecida en el Kurdistán iraquí. La relación entre Al Zarqawi y el pequeño grupo kurdo resultó oportuna cuando en octubre de 2001, las fuerzas norteamericanas invadieron el emirato talibán tras los atentados del 11-S, Al Zarqawi abandonó Afganistán y se instaló en el norte de Iraq, en la provincia kurda de Sulaymaniya, escapando así al control del régimen de Sadam Hussein (Jordán, IEEE:173/2015).

En marzo de 2003, cuando las fuerzas norteamericanas invadieron Iraq, uno de los objetivos de los ataques aéreos fue la base de la Yama’at Al Tawhdid Al Yihad. Al Zarqawi ya era entonces persona de interés para los servicios de inteligencia norteamericanos (Jordán, IEEE:173/2015).

Los atentados de agosto de 2003, contra la embajada jordana en Bagdad, las Naciones Unidas y la mezquita chií en Nayaf, muestran tres elementos de la lista de enemigos de Al Zarqawi: Jordania, y por extensión los regímenes de países árabes considerados falsos musulmanes, la comunidad internacional y los chiíes (Lister, 00/11/2014), objetivos que continúan vigentes en la agenda del Daesh (Jordán, IEEE:173/2015). Al mismo tiempo, Yama’at Tawhid wa Al Yihad hostigó a las fuerzas militares de Estados Unidos en paralelo a otros grupos insurgentes iraquíes (Lister, 00/11/2014).

En septiembre de 2004, una vez consolidada la organización de Al Zarqawi, dio otro paso destacable al jurar fidelidad a Osama Bin Laden, tras ocho meses de negociaciones, quienes mantenían una relación distante desde su primer encuentro en Afganistán, y el juramento obedeció a puro oportunismo político. Al Qaeda quería tener presencia en Iraq y Al Zarqawi deseaba atraer voluntarios y financiación adoptando la marca más valorada por aquel entonces en los entornos yihadistas (Jordán, IEEE:173/2015).

AL QAEDA EN IRAQ “AQI” (Al Qaeda en la Tierra de los Dos Ríos “AQTDR”)

Al Qaeda en la Tierra de los Dos Ríos (AQTDR), más conocido como Al Qaeda en Iraq (AQI), tuvo su origen principal en 2003, con ocasión de la ‘invasión de cruzados y aliados’ en Iraq, y los continuos llamamientos a la yihad en la defensa de los territorios musulmanes ocupados por los estadounidenses y sus aliados, y sería a finales de 2004 cuando se constituiría la organización (Estarellas, 13/10/2014:Cisde-C5; Reinares, 11/01/2015).

En octubre de 2004, el grupo de Al Zarqawi tomó el nombre de AQTDR, declararía públicamente un juramento de lealtad y obediencia a Osama Bin Laden, y a extender el yihad en lraq y la expulsión de los cruzados invasores (Estarellas, 13/10/2014:Cisde-C5). El carácter coyuntural y endeble de la alianza se puso de manifiesto muy poco después de sellarse. En 2005, Ayman Al Zawahiri y Atiya Abd Al Rahman transmitieron por carta a Al Zarqawi su inquietud por la enorme brutalidad de la filial iraquí (ya habían comenzado las decapitaciones ante las cámaras) y por su encono contra la comunidad chií (Jordán, IEEE:173/2015).

Los líderes de Al Qaeda refugiados en Paquistán temían que los métodos expeditivos de Al Zarqawi pusieran en peligro la popularidad del proyecto yihadista, no obstante, Al Zawahiri mantenía en su carta su apoyo y le instaba preparar la creación de un Estado Islámico en Iraq , una aspiración que Al Zawahiri ya había expresado antes del 11-S en su libro “Caballeros bajo el estandarte del profeta”, y que la situación crecientemente descontrolada de Iraq comenzaba a hacer viable. En otra carta enviada por Al Zarkawi a Al Zawahiri, el líder jordano se reafirmaba en su plan de crear un estado islámico para enfrentarse después a los países vecinos y destruir Israel, por tanto, la realidad a la que estamos asistiendo es una etapa prevista de una hoja de ruta y expuesta de manera explícita en 2005 (Jordán, IEEE:173/2015).

También en 2005 comenzó a atisbarse un posible acuerdo entre la minoría sunní de Iraq (que constituía la principal base de apoyo de la insurgencia, también la de AQI) y las fuerzas norteamericanas (Kohlmann, 2007). La participación de los suníes en las elecciones de diciembre de 2005, fue sustancialmente mayor a la del referéndum constitucional de octubre de ese mismo año, demostró la voluntad de llegar a un acuerdo con la mayoría chií, y también puso en evidencia que AQI estaba perdiendo el apoyo de la población: un elemento imprescindible para cualquier grupo insurgente (Jordán, IEEE:173/2015).

Entre Siria e Iraq existe una frontera que supera los 600 km, y al este en la provincia de Al Anbar (Iraq), es donde tiene su base una de las principales organizaciones yihadistas inmersas en el conflicto bélico sirio, el Daesh cuyos integrantes se mueven con facilidad a través de tramos carentes de control oficial (Reinares, 18/03/2014: Elcano 21). Durante 2005 en Iraq (período de máxima actividad terrorista contra las tropas estadounidenses), los servicios de inteligencia iraquíes, dirigidas por el general Abd Allah Shahwani, estimaron que la organización la componían sobre 40.000 combatientes, y unos 200.000 voluntarios que, primordialmente, desarrollarían funciones de inteligencia, logística y otras actividades de apoyo (Estarellas, 13/10/2014:Cisde-C5).

En enero de 2006, AQI anuncia su unión con otros cinco grupos insurgentes de mayoría iraquí en lo que se llamó el Consejo de la Shura de los Muyahidín. Con ello trató de “iraquizar” la imagen de la organización, a fin de ganarse el respaldo de los suníes, pero su éxito fue parcial pues no logró atraerse al principal grupo yihadista iraquí: el Ejército Islámico de Iraq (Jordán, IEEE:173/2015).

Al Zarkawi era tildado por líderes yihadistas como un psicópata y un peligro para Al Qaeda como consecuencia de la línea de actuación de extrema violencia indiscriminada, con la comisión de terribles atentados contra la población musulmana iraquí, chií como sunita (Estarellas, 13/10/2014:Cisde-C5).

El 7 de junio de 2006, AQI encajó un importante golpe, pues una operación militar norteamericana al Este de la localidad iraquí de Hibhib, acabó con la vida de su líder histórico, Al Zarqawi. Cinco días después AQI anunció el nombramiento de un nuevo jefe, Abu Hamza Al Muhajir que mantuvo un ritmo similar de operaciones armadas, y cuya pérdida no debilitó gravemente a la organización (BBC News, 2006; Jordán, IEEE:173/2015; Estarellas, 28/12/2015).

ESTADO ISLÁMICO DE IRAQ “EII” (“ISI”)
En noviembre de 2006, el Consejo de la Shura de los Muyahidín hizo pública la creación del Estado Islámico de Iraq (“EII”; e “ISI” acrónimo inglés), presidido por el iraquí Abu Omar Al Baghdadí. En ese mismo noviembre, Al Masri juró fidelidad a Al Baghdadí y se convirtió en el “ministro de Defensa” del pretendido Estado, y que al margen de toda la parafernalia propagandística se trataba de otra tentativa de AQI para hacerse con el monopolio de la insurgencia iraquí (Jordán, IEEE:173/2015).

Se dice “monopolizar”, la insurgencia iraquí porque el liderazgo que pretende ejercer el EII se basa en la imposición, al igual que sucede en su relación con otras facciones opositoras en Siria. En 2007, comenzó a amenazar y a asesinar a musulmanes iraquíes que no aceptaban su autoridad, y particularmente a líderes de otras facciones insurgentes y a autoridades religiosas, en algún caso, cercanas a Hermanos Musulmanes y al Ejército Islámico de Iraq (Jordán, IEEE:173/2015).

La decisión de crear el EII sorprendió a Al Qaeda central, a cuyos líderes no se consultó ni se les informó previamente, y en opinión de Bin Laden la creación de un estado requería estar en condiciones de ofrecer seguridad y servicios básicos a la población, de lo contrario pediría justa cuenta a sus gobernantes, y a su juicio, la organización no se encontraba en disposición de hacerlo (Lahoud, 2014).

La relación del EII con la base social iraquí sunní no fue amigable por su elevado componente extranjero desde su origen, cuestión que fuera acentuada una vez iniciada la insurgencia, por el flujo elevado de voluntarios llegados desde el exterior (West Point, 2007).

El fanatismo y el carácter foráneo de muchos de los militantes del EII no encajaron con la población local, además de imponer su visión salafista de la Sharía (los voluntarios saudíes fueron particularmente intransigentes al prohibir la música, las antenas parabólicas o imponer el niqab a las mujeres), actuó como una organización criminal al recaudar fondos. Se calcula que a finales de 2006 recaudaba cerca de 70 millones de dólares anuales por extorsiones, secuestros y contrabando de petróleo (Lewitt, 00/07/2014), y persiguió y asesinó a los miembros de las tribus suníes que habían aceptado contratos del gobierno o se habían enrolado en las fuerzas de seguridad. El EII representaba una amenaza contra todos los que no colaboraban (Jordán, IEEE:173/2015).

En 2008, el flujo de voluntarios extranjeros bajo ostensiblemente, y otros muchos combatientes abandonaron el país. A través de documentos capturados, se supo que el EII reconocía errores y deficiencias como la falta de sintonía con la población iraquí, mala coordinación entre los emires regionales del supuesto Estado, problemas de autoridad como consecuencia de una pobre estructura de mando, problemas entre los voluntarios extranjeros y los iraquíes, mala gestión de los recursos económicos, … (Fishman, 2009).

Al inicio de 2008, el EII, como grupo insurgente con visibilidad y acciones de guerrilla combinadas con atentados terroristas, evolucionó hacia una organización especializada en acciones terroristas altamente letales, con decenas de muertos en cada atentado, y a fin de aprovechar las tensiones entre árabes sunníes y kurdos, trasladó su “cuartel general” a Mosul, centralizando su sistema de mando en torno a la figura de Abu Omar Al Baghdadí que marcó la estrategia para todo Iraq, dejando a los comandantes provinciales la generación de recursos y la planificación operativa al servicio de la estrategia general, con lo que ganaron partidarios suníes (Jordán, IEEE:173/2015).

Entre 2009 y 2010, el EII se adaptó al nuevo modelo de organización, y perdió dos líderes importantes: Abu Omar Al Baghdadí (emir supremo del supuesto Estado Islámico) y Abu Ayyub Al Masri (supuesto ministro de la guerra y sucesor de Al Zarqawi al frente de AQI), caídos el 18 abril de 2010 cerca de Tikrit, así, a principios de ese año la organización había perdido, por detención o muerte, a treinta y cuatro de sus cuarenta y dos miembros de alto nivel, que no pudieron sustituir en su totalidad (Lister, 00/11/2014: 10). El EII pasaba por una de sus peores etapas, y que según estimaciones de la inteligencia norteamericana, la organización había perdido cerca del 95 % de sus líderes y potencial cuando en 2011, las fuerzas de Estados Unidos abandonaron Iraq (Miller, 01/09/2014).

Ese EII, que los análisis estadounidenses dieron por derrotado, fue capaz de reaccionar y recomponer sus bases y cuadros de mando, reclutó a combatientes de las milicias del Despertar sunní (sus enemigos), crecientemente defraudados por el gobierno del chií Nouri Al Malíki y la ayuda del incentivo económico, puesto que a mediados de 2010 ofrecían a las milicias mejores sueldos que el gobierno. Por otra parte, asaltaron prisiones liberando a sus combatientes y cuadros, posibilitado por el debilitamiento de la influencia norteamericana, que desde junio de 2009 estaba transfiriendo responsabilidades en materia de seguridad a las fuerzas iraquíes (Jordán, IEEE:173/2015).

2012, se caracterizó por una campaña intensiva de asaltos a prisiones, y cuya acción más destacada fue el ataque a la prisión de Abu Ghraib en 2013, de la que escaparon unos quinientos prisioneros, muchos de ellos miembros de alto rango del EII, considerando que diecisiete de los veinticinco líderes más destacados de la organización (activos en 2014) habrían pasado por las cárceles iraquíes entre 2004 y 2011 (Chulov, 11/12/2014).

En la cárcel los cuadros del EII crearon lazos con antiguos cuadros del partido Baaz y con oficiales del ejército y de la inteligencia militar iraquí que habían militado en otros grupos insurgentes. Aunque baazistas y yihadistas habían tenido un pasado antagónico, la invasión norteamericana y la posterior llegada al poder de los chiíes los colocó en la misma trinchera. A los baazistas, les alarmaba el cambio de la distribución de poder a favor de la mayoría chií con el respaldo de Teherán. Entre 2012 y 2013, esa captación en las prisiones significó la integración de cuadros especializados, cuya estructura supuso de nuevo la transformación en una insurgencia con capacidad paramilitar, coincidiendo todo ello con la implicación en el conflicto sirio (Jordán, IEEE:173/2015).

Aunque Abu Bakr Al Baghdadí, califa autoproclamado , no mostró especial interés por la rebelión en Siria, al considerarla distracción del teatro de operaciones iraquí (The Soufan Group, 2014: 12), la guerra de Siria, fue un punto de inflexión en la trayectoria del Daesh (Jordán, IEEE:173/2015).

El Estado Islámico de Iraq y el Levante (DAESH)
En 2013, cuando el Daesh inicia la expansión en Siria, en abril, Abu Bakr Al Husayni Al Qurashi ‘Al Bagdadí’ “Califa Ibrahim” , comunica un nuevo cambio de nombre de la organización: el Estado Islámico de Iraq y el Levante “Daesh” (ISIL en acrónimo inglés), y unilateralmente anuncia la incorporación a la organización de Jabhat Al Nusra, pero su líder, Abu Mohammad Al Golani, rechazó tajante la unión, desembocando el desencuentro en una ofensiva coordinada por todos los grupos rebeldes sirios contra el Daesh (Jordán, IEEE:173/2015; Martín; IEEE: 70/2016).

El 2013, estuvo marcado por una ambiciosa declaración de intenciones del Daesh: expandir su influencia a la región del Levante, que engloba Siria, Líbano, Israel y Jordania, objetivo que ya acariciaba la organización fundada por Al Zarqawi desde el principio. A lo largo del año, afianzó la posición en Siria y, en enero de 2014 arrebató la ciudad de Raqqa a Jabhat Al Nusra y a otras milicias que a su vez habían expulsado a las fuerzas del gobierno, y en un acto de alto contenido simbólico convirtió a la ciudad en capital del emirato (Jordán, IEEE:173/2015).

Las actividades del Daesh en Siria y las divergencias provocadas por sus continuos enfrentamientos con ‘Jabhat Al Nusra’ provocaría que Al Qaeda a través de Al Zawahiri, expulsara a Estado Islámico mediante un comunicado de enero de 2014, después de negarse a defender los objetivos marcados por la organización y desobedecer las órdenes e instrucciones de concentrar todas sus golpes y ataques en Iraq y no en Siria (Rengel, 2014; Estarellas, 28/12/2015).

En enero de 2014, el Daesh extendió y afianzó sus posesiones en Iraq, en la región sunní de Al Anbar, ocupando Faluya y parte de Ramadi, y presentaba mayor interrelación entre las operaciones de Siria con Iraq, así como una importante transferencia de recursos humanos, económicos y materiales de un lado a otro de la frontera, lo que permitió que a comienzos de junio de 2014 lanzara una gran ofensiva en Iraq con apenas un millar de combatientes. Para la toma de Mosul (una ciudad con cerca de un millón y medio de habitantes), participaron unos cinco mil hombres (Jordán, IEEE:173/2015).

La hostilidad del Daesh generó un frente común de milicias opositoras que consiguieron arrebatarle territorios de manera temporal. Aun así, siguió reclutando combatientes sirios y miles de voluntarios que llegaron desde el exterior para enfrentarse al régimen de Bashar Al Assad, estimándose que en junio de 2014 ya habían entrado en Siria catorce mil voluntarios extranjeros, un número muy superior al de otros conflictos precedentes, y que la mitad se habrían incorporado a las filas del Daesh (Barret, 00/11/2014).

El Estado Islámico (EI) “DAESH”. Proclama el Califato Islámico
En el contexto de la competición por la hegemonía de la yihad global, el 29 de junio de 2014, Al Adnani, portavoz de la organización anunció la restauración del Califato , la designación de Abu Bakr Al Baghdadi como Califa y que la organización pasaba a denominarse Estado Islámico (EI) “Daesh” (Reinares, 2015:ARI33; Jordán, IEEE:173/2015).

Mapa del Califato

Mapa del Califato

El 4 de julio de 2014, Al Baghdadi hizo su aparición en la gran mezquita de Mosul autoproclamándose “el Califa Ibrahim, Emir del País Islámico” (máximo responsable ideológico-religioso); proclama el Califato, y anuncia que bajo su guía el mundo islámico recobraría su “dignidad, poder y derechos” (Jordán, IEEE:173/2015; Estarellas, 28/12/2015); y a finales del mismo mes, en la primera alocución tras su autonombramiento, el “Califa Ibrahim” en un llamamiento dirigido a todos los musulmanes en el mundo residentes en el Magreb, en el Masreq, y en las tierras de los cruzados para que, haciendo caso a sus palabras y su llamamiento, viajaran en el futuro al constituido “Califato Islámico” (Estarellas, 28/12/2015).

En septiembre de 2014, el Daesh se encuentra presente, con distintos grados de control, en un espacio al noreste, cerca de la mitad de Siria, y en el norte de Iraq, una tercera parte del país, con una población de más de seis millones de personas en sus territorios (Jordán, IEEE:173/2015).

En noviembre de 2014, mediante comunicado, Al Baghdadi, aceptaba el bayat (juramento de fidelidad “pactos de vasallaje”) del grupo egipcio de Ansar Bait Al Maqdis al Califato (Taylor, 27/11/2014), algunos grupos yihadistas en Libia y de la organización nigeriana Boko Haram (Jordán, IEEE:173/2015).

A finales de febrero de 2015, se hizo público el juramento de fidelidad de Boko Haram, como resultado de contactos entre ambas organizaciones y consecuencia también del afianzamiento de un liderazgo único en la organización nigeriana, dando a entender que el objetivo de consolidar un líder se había alcanzado, aunque curiosamente en el comunicado del Daesh sobre el bayat no se hablaba de Shekau (líder de Boko Haram) ni de ninguna otra persona como responsable de la nueva wilaya (Zenn, 00/03/2015).

Libia
En Libia el Daesh es un actor menor, aunque no irrelevante. A pesar de su debilidad en términos numéricos y de presencia en coaliciones, es una organización terrorista capaz, altamente letal, y con una presencia extendida en el norte. Constituye un asunto grave en términos de seguridad, tanto para Libia como para los países vecinos, pero está lejos de representar una amenaza estratégica similar a la que plantea en Siria y en Iraq (Jordán y Bueno, GESI:23/2015).

Yemen
El Daesh en Yemen es un grupo que hace un empleo preferente del terrorismo, no auxiliar, como en Siria e Iraq, donde el terrorismo es uno más entre los medios empleados para alcanzar sus fines como sucediera durante su desarrollo en Iraq, al comienzo de la insurgencia en 2003 y tras el desastre que del despertar de Al Anbar a partir de 2007 y 2008. El Daesh se desenvuelve bien en esas circunstancias y es capaz de evolucionar a estadios superiores, convirtiéndose en una insurgencia capaz de controlar y administrar territorios, para lo que cuenta con la “marca” y el apoyo logístico que le proporciona la organización en Siria e Iraq, siendo probable se consolide en Yemen y que a largo plazo pudiera controlar territorio, aunque la situación del país hace difícil las predicciones (Jordán, 2016: PE-IEEE), no obstante, está presente en diez provincias, dirige sus ataques contra los chiíes Hutíes y contra las fuerzas de la coalición internacional anti-houthi liderada por Arabia Saudí, siendo capaz de realizar atentados con un elevado nivel de sofisticación (Al Arabiya News, 06/10/2015).

Sinaí (Egipto)
La rama del Daesh en el Sinaí es tan sólida y peligrosa que las de Yemen y Libia. Después de años de complots fallidos de Al Qaeda contra el tráfico aéreo civil, la filial del Daesh en el Sinaí ha sido capaz de atentar contra un vuelo de pasajeros ruso causando la muerte de 224 personas, y lo ha conseguido en un corto espacio de tiempo y dentro de la ventana de oportunidad política que le abría la intervención militar de Moscú en Siria, en el otoño de 2015 (Jordán, 2016: PE-IEEE).

El Daesh ha sumado la protoinsurgencia yihadista protagonizada por elementos autóctonos que comenzó a desarrollarse en 2004. Inicialmente se trataba de redes terroristas que atacaban objetivos turísticos poco protegidos, pero progresivamente fue adquiriendo capacidades paramilitares que le han permitido emboscar e incluso atacar en fuerza al ejército egipcio, causándole un elevado número de bajas y capturando abundante equipo militar, con lo que se fortaleció (Ashour, 17/07/2015).

A partir de 2011 esa insurgencia yihadista cristalizó al grupo Ansar Bayt al-Maqdis, fundado por Tawfiq Mohammad Faraj (aka Abu Abdullah), un veterano de la insurgencia de Iraq que mantenía lazos con Ayman Al Zawahiri. A lo largo de 2014, las fuerzas armadas y de seguridad egipcias, con ayuda de la inteligencia israelí le asestaron diversos golpes, su líder y más de una veintena de responsables fueron capturados o abatidos entre enero y octubre de ese año, líderes tradicionalmente aliados a Al Qaeda lo que despejó el camino para la integración en el Daesh, así en noviembre de 2014, Ansar Bayt al-Maqdis juró fidelidad a Al Bagdadí y se integró en el Califato pasando a llamarse Wilayat Sinai (Jordán, 2016: PE-IEEE). La filial del Daesh en el Sinaí es un actor más en el complejo mapa del yihadismo egipcio, agravado tras el golpe militar contra el gobierno de los Hermanos Musulmanes en julio de 2013 (Awad & Hashem, 21/10/2015).

Según la inteligencia israelí, el Daesh en el Sinaí está compuesto entre quinientos y mil combatientes, la mayoría son beduinos a los que se les han unido extranjeros (The Guardian, 30/06/2015), y su relación operativa con la organización en Siria e Iraq es real, apreciándose en la sofisticación creciente de sus ataques y en el aumento del ritmo de las operaciones a lo largo de 2015 (Binnie, 17/07/2015), siendo capaz de operar más allá del canal de Suez, aunque su presencia en el Egipto continental es limitada (Saleh, 08/09/2013).

Nigeria
Boko Haram es una de las organizaciones que lidera el movimiento yihadista global y fuente causante de inestabilidad en África oeste, debe considerarse como el principal enemigo de Nigeria (principalmente), Níger, Chad y Camerún. Boko Haram cambió su nombre, tras su juramento al Califato por el de Provincia o Emirato de África Oeste (Wilayat Gharb Afriquiyah), y ahora Boko Haram se utiliza para referirse a un problema regional. La nueva denominación le otorga la dimensión como parte del califato, cuyo problema regional constituye probablemente la mayor amenaza a la estabilidad después de Siria e Iraq (Martín; IEEE: 70/2016).

Proyección de la amenaza para Oriente
A partir del dominio en Siria e Iraq es como el Daesh proyecta su amenaza, a la vez terrorista y genocida, hacia los restantes territorios de esos dos países y de otros de Oriente Próximo, como Jordania o Líbano, y otros tan social y políticamente dispares como Turquía, Israel, Irán o Arabia Saudí. Además, los miles de militantes que el Daesh ha logrado captar en el norte de África son fuente de amenaza para sus países de procedencia, como Marruecos, una amenaza que en Egipto, Libia y Túnez se combina con la existencia de activas entidades yihadistas formadas a partir de 2011 y alineadas con el Daesh, vanguardia del yihadismo global que reclama el legado de Bin Laden, pero niega obediencia a Al Qaeda (Reinares, 13/04/2015).

En Libia, el Daesh cuenta con colonia propia, subordinada a su propio liderazgo y estrategia; y en Argelia dispone de un grupo escindido de Al Qaeda en el Magreb Islámico. El Daesh ha realizado una movilización yihadista sin precedentes reclutando a miles de jóvenes musulmanes dentro y fuera del mundo islámico, y se configura como una amenaza para la existencia de Siria e Iraq, donde a millones de sus habitantes está sometiendo a una forma totalitaria de gobierno, amenaza que también lo es para la paz y la estabilidad de una región geopolítica completa, añadida a la amenaza de Al Qaeda (Reinares, 13/04/2015).

Esta amenaza terrorista no incide por igual sobre el conjunto de la comunidad internacional. Los países de Oriente Próximo, el norte de África, Europa occidental y Rusia, se encuentran comparativamente más afectados, no en vano, de los citados países han salido la gran mayoría de los yihadistas extranjeros que se incorporaron al Daesh, tanto los que llegaron a Siria e Iraq como quienes no lo consiguieron, todos ellos radicalizados y alineados son un potencial de la amenaza terrorista (Reinares, 13/04/2015).

Para las potencias de la región, el Daesh no representa la única ni la principal amenaza, pero para el resto de la comunidad internacional constituye uno de los aspectos más alarmantes, puesto que ha revitalizado el movimiento yihadista global tras el eclipse de Al Qaeda desde finales de la década pasada. El Daesh reclama el interés y a su vez disuade la intervención militar directa de Estados Unidos, de potencias europeas y Rusia; reclama la atención porque constituye una amenaza transregional que obliga a la comunidad internacional a actuar fundamentalmente mediante bombardeos y apoyo a aliados de conveniencia sobre el terreno; y disuade, porque ninguna potencia cuenta con los recursos suficientes para realizar una intervención terrestre para erradicarlo (Jordán, 2016: PE-IEEE).

Situación actual
Dos años después de que el Daesh impusiera su dominio sobre millones de personas en Siria e Iraq, proclamando aquel califato que ha ido expandiendo, evidencia capacidades y recursos para la acción terrorista fuera de ese escenario común de insurgencia yihadista que son comparables si no ya superiores a los medios que Al Qaeda fue progresivamente acumulando la pasada década. La amenaza terrorista del Daesh es muy diversa, incluye desde la planificación y preparación de atentados coordinados y altamente letales como se han producido en Túnez, Yemen o Kuwait, hasta la actuación de yihadistas por propia cuenta en Occidente, hayan estado o no en Siria o Iraq, y no se descarta que en el futuro se complemente o se combine con Al Qaeda (Reinares, 2015:ARI33).

La estigmatización ideológica de sus postulados por parte de autoridades islámicas es una amenaza importante para el Daesh, y cuyo desarrollo avanza (Mandhai, 07/07/2014), aunque el islam es una religión fragmentada, la condena de unos no invalida la legitimidad que consiguen los yihadistas del respaldo de otros, así, la difusión del salafismo wahabí alimenta una visión cercana a la del Daesh (MEMRI, 04/11/2014; Bunzel, 19/03/2015).

El Daesh representa una amenaza existencial para quienes compite territorialmente: el régimen y los rebeldes sirios, los kurdos de Siria e Iraq y el gobierno de Bagdad. Para el régimen de Al Assad constituye un peligro secundario en comparación con los rebeldes, por constituir una alternativa política aceptable para las potencias regionales suníes y para las potencias occidentales, probablemente de manera ingenua, sin embargo, para los rebeldes sirios, los kurdos y el gobierno de Bagdad la lucha con el Daesh es a muerte, que junto al hostigamiento desde el aire es lo que explica su contención y paulatina erosión territorial, y en el caso de materializarse la derrota, para que se consolide sería necesario que a la vez tomara forma una alternativa política suní que le excluya de esos territorios (Jordán, 2016: PE-IEEE).

El segundo semestre de 2015 ha estado marcado por victorias territoriales sobre el Daesh que bien podrían continuar a lo largo de 2016 y de los años siguientes, siendo en la gestión política de liberación donde el nivel de incertidumbre resulta mayor. Este escenario de pérdida del control territorial no sería sinónimo de derrota completa del Daesh, la organización cuenta con capacidad de adaptación y de resurgir tras los fracasos, transitaría como un grupo terrorista con enorme experiencia y recursos altamente mortíferos (Jordán, 2016: PE-IEEE).

A finales de 2015, treinta grupos le habían declarado su afiliación formal y otros doce le habían expresado su apoyo (Eleftheriou-Smith, 09/12/2015). Ha sido capaz de capitalizar el miedo y el resentimiento árabe suní contra los gobiernos alauí en Siria y chiita en Iraq. La polarización identitaria y sectaria en ambos países y el vacío de poder en amplias regiones de su territorio han ofrecido las condiciones perfectas para su establecimiento en ambos países, y esa presencia será difícil de eliminar (Terrill, 2014).

La ideología explica en buena medida el reclamo que ejerce el Daesh sobre miles de voluntarios extranjeros, pero la imagen de victoria y la posibilidad de poner en práctica la utopía islamista radical dentro de un territorio propio son factores que también han impulsado a miles de jóvenes a sumarse a su proyecto (Jordán, 2016: PE-IEEE). El Daesh es un actor no estatal carente del apoyo directo de otros Estados. Puede competir con otros actores no estatales o contra las fuerzas armadas de Estados débiles, pero su expansión territorial se ve frenada ante ejércitos competentes. En consecuencia, el Daesh es capaz de irradiar inestabilidad al resto de países del Magreb a través del terrorismo, pero no de la conquista territorial (Jordán y Bueno, GESI:23/2015).

LUCHA POR LA HEGEMONÍA DE LA YIHAD GLOBAL

Narrativa
La propaganda del Daesh recurre a terminología y conceptos teológicos que aparecen en distintos periodos de la historia del islam y que son familiares para una gran parte de los musulmanes de todo el mundo, tales como la umma, comunidad islámica global, la sharia, ley islámica, la yihad, guerra santa, … (Antúnez, Gesi 17/2016).

A lo largo de la historia ha sido común entre los grupos terroristas utilizar una narrativa de victimismo para manipular frustraciones profundas de la población, especialmente durante crisis políticas y económicas, así desde el principio, Osama Ben Laden enfatizó “la humillación de los musulmanes a manos de los opresores occidentales y llamo a sus seguidores a reclamar la dignidad del pueblo elegido por Dios”. El Daesh ha apelado a temas similares en Iraq, explotando la ira sunní contra del gobierno chiita de Bagdad, y de esta forma consiguió atraer a una parte de la población que buscaba remarcar su identidad y reforzar su propia autoestima (Mazarr, 03/07/2014).

Según la narrativa del Daesh, los musulmanes han sido dominados por Occidente porque han abandonado el “verdadero islam”, asegurando, al igual que otros grupos, que todos los hombres que viven fuera del mensaje y la voluntad de Dios, incluyendo la mayoría de los musulmanes de todo el mundo, se encuentran en un estado de yahilia u oscuridad e ignorancia, similar al que existía antes de la revelación del mensaje divino al Profeta. El Daesh considera que la sharia, según una interpretación totalmente literal y puritana, debe ser la base de toda legislación y los musulmanes deben retornar a las enseñanzas originales y a los modelos primigenios del islam. Las influencias militares, económicas, políticas, sociales y culturales de corte occidental son consideradas como impías y deben ser erradicadas. Para alcanzar esta meta es esencial la creación, consolidación y expansión del Califato. La restauración y el triunfo de ese califato, y el restablecimiento de la hegemonía musulmana será una prueba irrefutable del apoyo de Dios a sus verdaderos fieles (Rogers, 00/10/2014).

Algunos devotos musulmanes demuestran simpatía a los postulados ideológicos del Daesh debido a otro importante factor: las similitudes entre mensaje y antiguas profecías islámicas, incluyendo un hadith, que vaticinan la llegada de un califato a la península arábiga al final de los días, tras la derrota de regímenes dictatoriales e impíos. La propaganda del Daesh habla acerca de una inevitable y apocalíptica lucha entre las huestes de un mesías islámico, que se cree que luchará bajo una bandera de color negro, y las fuerzas del anticristo. Ese malahim o Armagedón musulmán sucedería en la ciudad siria de Dabiq (Chinyong, 19/09/2014). No es coincidencia que la revista online del grupo lleve ese mismo nombre, este mensaje escatológico acerca del día del juicio final es de vital importancia, tanto en la estrategia como en la narrativa propagandística del grupo (Antúnez, Gesi 17/2016).

El Daesh y Al Qaeda están compuestos de unas estructuras y de unas ideas. La estrategia de ambos y la narrativa que justifica sus acciones se basa en el postulado central de haber recibido un mandato divino para reformar las normas que rigen a la humanidad y establecer un nuevo orden social, y que ese orden debe basarse en una interpretación literal y ultraconservadora de la sharia. Ambos grupos defienden que la lucha para conseguir este objetivo es un deber individual y obligatorio para todo musulmán y están comprometidos con una ideología que se basa en una versión radical del salafismo y en el uso de la yihad, de forma general, podríamos aseverar que el Daesh acepta los fundamentos ideológicos, los métodos y los objetivos estratégicos de Al Qaeda, aunque discrepa en los plazos y la forma de implementarlos (Habeck, 00/12/2015), demostrando una brutalidad sin precedentes en sus acciones que ya en el pasado provocaron discrepancias entre los líderes de ambas organizaciones (Mendelsohn, 15/06/2014).

La expansión de Al Qaeda
Tras la invasión de Iraq y la aparición del movimiento insurgente, Abu Musab Al Zarqawi y su grupo, AQI, se convirtió en el primer afiliado a AQ, iniciando así la expansión mundial de la franquicia terrorista. A partir de ese momento, AQ comenzó a estrechar los lazos con otras redes yihadistas a lo largo del mundo, uniéndose en 2007 AQMI (Al Qaeda en el Magreb Islámico), y AQPA (Al Qaeda en la Península Arábiga) en 2009 (Martín; IEEE: 70/2016).

Declarando la bay’a o lealtad a Osama Bin Laden, los nuevos afiliados a Al Qaeda se comprometían a adoptar sus objetivos globales, lo cual significaba continuar luchando contra los gobiernos apóstatas apoyados por potencias occidentales dentro del mundo islámico, y destinar recursos y esfuerzos para golpear a Occidente en su conjunto y especialmente a EE.UU (Martín; IEEE: 70/2016).

La Ruptura con Al Qaeda
La pugna en el movimiento yihadista por la hegemonía se remonta a más de una década. Al Zarqawi como líder del grupo Jama’at Al Awihid wal Jihad (JTWJ), tras varios meses de negociaciones con Al Qaeda central (AQc) declaró su lealtad a Bin Laden y cambió el nombre de su grupo, por el de AQ en la Tierra de los dos Ríos, o AQ en Iraq (AQI), pasando a centrarse en atacar a la coalición internacional y objetivos occidentales en Iraq, y la limpieza étnica de musulmanes no suníes. AQc vio esta estrategia, contraria a sus objetivos y aspiraciones globales, y las acciones de Al Zarqawi recibieron la desaprobación pública de AQ mediante cartas y comunicados. La actitud de AQI de oídos sordos propició el terreno para la proclamación y establecimiento de un Estado Islámico en Iraq, anunciado en 2006 (Martín; IEEE: 70/2016).

Tras la muerte de Al Zarqawi, su sucesor prestó juramento de lealtad o bay’a al líder del Estado Islámico en Iraq (EII), Abu Omar Al Baghdadi, y al hacerlo anuló de facto la declaración de lealtad previa hacia Bin Laden (Al Jubouri, 2006). Del mismo modo, cuando a su muerte Abu Bakr Al Baghdadi asumió el liderazgo del EII nunca manifestó su fidelidad a AQc, dejando la relación entre ambos grupos indefinida (Zelin, 02/05/2014).

En abril de 2013, con ocasión del cambio de nombre de la organización a ISIL (Daesh), y tras el anuncio por sorpresa y unilateral de Al Bagdadí de haber absorbido a Jabhat al Nusra, su líder Al Joulani, reconoció públicamente la ayuda recibida por parte del EII pero rechazó tajante la unión, confirmando en su mensaje la obediencia a Al Qaeda central a través de su juramento de fidelidad a Al Zawahiri, pero dejaba clara su voluntad de que seguirían siendo una entidad independiente (Jordán, IEEE:173/2015; Martín; IEEE: 70/2016).

A los dos meses, y por carta, Al Zawahiri corregía a Al Bagdadi por el intento de anexión forzada, y a Al Joulani por rechazar públicamente tal ofrecimiento así como por reconocer abiertamente su vinculación con Al Qaeda central. En la misiva, pretendía establecer las esferas de influencia de cada organización: el grupo de Al Bagdadi operaría en Iraq y Jabhat Al Nusra en Siria, y vaticinaba que ello no sería obstáculo para que ambos grupos colaborasen intercambiando armas, voluntarios y fondos, nombrando árbitro del conflicto a Abu Khalid Al Suri, líder de la milicia Ahrar Al Sham (Lahoud, 2014: 16-17; Jordán, IEEE:173/2015).

Al Baghdadi rechazó públicamente las directrices de Al Qaeda central, exponiendo que el mandato divino de ayudar a los hermanos en Siria debía prevalecer sobre cualquier otra consideración. Días más tarde, el portavoz del Daesh, Abu Mohamed Al Adnani acusó a Al Zawahiri de dividir esfuerzos entre Siria e Iraq, el cual en su propuesta reconocía implícitamente la arbitrariedad de las fronteras coloniales, así como de tomar esas decisiones unilateralmente, y de ejercer veladamente de tiranía. La autoridad de Al Zawahiri, y de Al Qaeda quedaron en evidencia, rompiendo oficialmente su vínculo en febrero de 2014, afirmando con desprecio que ellos habían jurado fidelidad a Bin Laden, y no a Al Zawahiri (Jordán, IEEE:173/2015).

Entre Al Qaeda central y el Daesh, se abrió una profunda brecha, así como entre el Daesh y Jabhat al Nusra. El enfrentamiento se trasladó de manera sangrienta a las calles y campos de Siria, donde las fuerzas del Daesh la combatieron abiertamente, así como a otras milicias yihadistas y seculares, convirtiéndose en una fuerza dominante de la oposición armada al régimen de Al Assad (Jordán, IEEE:173/2015).

En Siria e Iraq como escenario común de insurgencia yihadista, se observan dos facetas claves de la transformación del terrorismo global. Por una parte, esa insurgencia ha suscitado una movilización yihadista sin precedentes entre jóvenes musulmanes dentro y fuera del mundo islámico; y por otra, nos encontramos con dos entramados de proyección internacional, del que el nuevo se ha formado desde la que fuera una extensión iraquí de Al Qaeda “AQI” (Reinares, 2015:ARI33).

La iniciativa de proclamar el califato, evidencian los fines de controlar amplias zonas de Siria e Iraq, los cuales contrastan con los resultados mostrados por Al Qaeda. Así, el Daesh ha recabado apoyo de diversas entidades yihadistas, provocando fracturas en otras asociadas con Al Qaeda y galvanizando a una mayoría de los musulmanes radicalizados en el seno de las sociedades abiertas, incluida España. No sólo ha mantenido sus posiciones sino que se ha expandido hacia zonas de Libia y Nigeria (Reinares, 2015:ARI33).

El éxito proporciona legitimidad. Durante los años 2013 y 2014 la principal táctica de Al Qaeda para contrarrestar la creciente importancia del Daesh fue la de deslegitimizar al movimiento utilizando las declaraciones de reconocidos líderes religiosos; mientras tanto, el Daesh fue capaz de neutralizar esa campaña, con el apoyo de jóvenes líderes religiosos y de su activismo en las redes sociales. Jóvenes extremistas de todo el mundo comenzaron a percibir a Al Qaeda como una organización “pasada de moda” y alejada de la realidad, mostrando su apoyo al Daesh y su embrionario califato, proporcionándole de este modo credibilidad y legitimidad (Mendelsohn, 15/06/2014), además, su líder, Al Baghdadi, es considerado por simpatizantes y seguidores en todo el mundo no solo como una figura religiosa, sino también como un combatiente y un estratega, que junto a las victorias militares, implica que el Daesh sea a los jóvenes radicales más atractivo que Al Qaeda, liderada por Ayman Al Zawahiri, “un mero teólogo islámico” “escondido en no se sabe bien qué parte del mundo” (BBC News, 11/06/2014).

El Daesh ofrece el Califato
Mientras que Al Qaeda pretende, desde mediada la década de los 90, restablecer el califato, el Daesh lo proclamó en 2014 y ha convertido a su propio líder en el nuevo califa que reclama autoridad política y religiosa sobre todos los musulmanes del planeta sin excepción; y ofrece a esos mismos individuos, formar parte de una nueva sociedad de base yihadista, de un califato con territorio limitado pero al que sus arquitectos logran dar visos de mantenimiento y expansión, de un orden social y político en el que reiniciar sus vidas, incluso emigrando en familia, con un nuevo sentido y una nueva identidad colectiva (Reinares, 2015:ARI33).

Poco importa que los dirigentes de Al Qaeda insistan en que no se dan las condiciones favorables para crear y consolidar el Califato, el Daesh se ha anticipado y dispone de una base territorial donde ejerce poder y otorga credibilidad a su propaganda, y en definitiva a quien se le atribuye el éxito y expectativas que le son negadas a Al Qaeda, quien mientras tanto, sigue ofreciendo a los jóvenes musulmanes radicalizados o vulnerables a la radicalización, es pertenecer a una organización yihadista que, aunque degradada en su núcleo, mantiene capacidades operativas en determinadas áreas del mundo islámico (Reinares, 2015:ARI33).

El Daesh, no solo ha centrado sus esfuerzos en realizar operaciones militares, sino también en gobernar y crear leyes. Para evolucionar de un grupo insurgente a un estado soberano, necesita convencer a la población civil que su “contrato social” es algo más que retórica, y por ahora, en ausencia de alternativas viables en algunas zonas, muchos civiles perciben el régimen del Estado Islámico como la única opción (Revkin, 10/01/2016).

El simbolismo juega un papel destacado a favor del Daesh, que se ha convertido en el icono global de la yihad, la creación del califato ha sido fundamental en ese proceso. Desde el momento que controló físicamente territorio y a proporcionar servicios básicos a la población, pudo presentarse como un “estado” en la práctica y no en la teoría, atrayendo la atención de jóvenes musulmanes de todo el mundo: es mucho más excitante luchar por un califato, aunque sea embrionario, que por la promesa de Al Qaeda de crearlo (McCants, 09/02/2016).

El Daesh funciona como un estado y controla grandes extensiones de terreno en Siria e Iraq con una importante población y recursos energéticos, mientras que las posesiones territoriales de Al Qaeda son sensiblemente menores en extensión y de mucha menos importancia estratégica (Mendelsohn, 16/06/2016). En el Califato hay ciudades, carreteras, e infraestructuras, y en una extensión mayor que algunos países, tratará de consolidar y expandirlo, conquistando territorios que le proporcionen nuevos recursos naturales (principalmente campos de petróleo e infraestructuras hidrográficas que puedan ser usadas como medio de financiación o como arma de guerra), en extender su ideología y reforzar su posición privilegiada en el panorama yihadista mundial (Mendelsohn, 14/08/2014).

El Daesh, con todas las dudas sobre su sostenibilidad y viabilidad real como “Estado”, ha sido capaz de controlar un territorio de 670 km2 a lo largo de Siria e Iraq (Lister, 27/06/2014), incorporando grupos afines que prestaban lealtad en Egipto y Nigeria, y fragmentar grupos leales a Al Qaeda en Yemen, Argelia, Afganistán, Paquistán y el Cáucaso, lo cual removió los cimientos del movimiento yihadista en todo el mundo (Martín; IEEE: 70/2016). Mientras tanto, Al Qaeda central se encuentra recluida desde 2002 en las áreas tribales de Paquistán, AQPA tiene limitado su espacio de influencia en las zonas de Yemen y AQMI fracasó en mantener el condominio que durante 2012 instauró, junto al Movimiento para la Unicidad y la Yihad en África Occidental “MUYAO” y Alsasr Al Din, en el norte de Malí; y Al Shabab, pese a sus actividades en Kenia, no atraviesa por su mejor momento en Somalia (Reinares, 2015:ARI33).

Las victorias militares en Siria e Iraq incrementaron el papel del Daesh en el panorama yihadista internacional, disminuyendo el de Al Qaeda, la que fue capaz de conquistar, pero no de mantener y consolidar, territorios en Yemen, Somalia y el norte de Mali, si bien Al Qaeda inició el camino hacia el restablecimiento del califato, es el Daesh quien lo está llevando a cabo (Mendelsohn, 15/06/2014).

Movilización
Parte de la estrategia del Daesh, es atraer a combatientes musulmanes de todo el mundo, los cuales proporcionan nuevos soldados, mano de obra, conocimientos y capacidades técnicas que necesita la organización a fin de consolidar y extender el Califato, que es el centro de gravedad de la organización y es la clave de su campaña para atraer a musulmanes extranjeros a los territorios conquistados en Oriente Medio (Dabiq, 12/02/2015:N7; Antúnez, Gesi 17/2016).

El éxito en los campos de batalla de Siria e Iraq, la declaración del califato y una fructífera presencia virtual en las redes sociales han permitido al Daesh una masiva campaña de reclutamiento de jóvenes provenientes tanto de Occidente como del Norte de África, Oriente Medio y otras áreas geográficas, que ven al grupo como la más prominente organización yihadista a escala mundial, declarándole su lealtad numerosos grupos terroristas en diversos lugares del mundo, reforzando su papel de liderazgo en el panorama yihadista internacional y constituyendo un importante éxito de propaganda (Bouzis, 13/02/2015).

La popularidad del Daesh ha aumentado exponencialmente en los círculos radicales traducido en la llegada a sus filas de nuevos voluntarios. Este modelo, real o percibido, de victoria permanente es vital para la propaganda, pero requiere un éxito incontestable, continuo y duradero, necesitando acumular victorias para continuar siendo atractivo para sus potenciales combatientes, que observan continuamente sus acciones a través de los medios de comunicación y las redes sociales. Es posible asegurar que sus victorias militares y su capacidad de crear y expandir el califato han constituido el centro de gravedad de su estrategia, el estancamiento y la derrota en Siria y en Iraq puede afectar severamente su capacidad de atracción, y el éxito lo basa principalmente en la capacidad de mantener y consolidar su califato (Oliodort, 24/11/2014).

Desde finales de 2011, miles de musulmanes radicalizados se han trasladado de sus países de origen o de residencia para integrarse en distintas organizaciones yihadistas activas en Siria e Iraq. Aunque procedentes en su mayoría del mundo árabe, algunos miles partieron de las comunidades islámicas existentes en las sociedades occidentales, incluidas las europeas. Se estima que alrededor de 2.500 (2014) dejaron temporal o definitivamente sus domicilios para ir a Oriente Medio e incorporarse a Frente Al Nusra o el Daesh (Reinares & García-Calvo, 20/10/2014).

Desde que en 2013 se produjera la ruptura con Al Qaeda central, el Daesh la sobrepasa con creces en la movilización de seguidores y el reclutamiento de militantes o colaboradores , así, una gran mayoría de los varios miles de yihadistas extranjeros procedentes del norte de África o de Europa Occidental que se encuentran en el escenario común de insurgencia que forman Siria e Iraq está a las órdenes de Abu Bakr Al Baghdadi, en lugar de estarlo a las de Abu Muhammad Al Julani, subordinado de Ayman Al Zawahiri como dirigente del Frente Al Nusra, la filial en Siria de Al Qaeda (Reinares, 2015:ARI33).

Al Qaeda no se desvaneció con la muerte de Bin Laden y los estallidos populares en países del mundo árabe durante 2011, como tampoco dejó de existir la diversificada amenaza del terrorismo, y este fenómeno se encuentra más extendido que nunca, alcanzando cotas mundiales de movilización inusitadas y la amenaza inherente está en auge, que obedece, en gran medida, a la irrupción del Daesh como matriz del yihadismo global alternativa a la fundacional de Al Qaeda. Entre ambas estructuras globales existe una rivalidad que podría transformarse a medio plazo en alguna fórmula de cooperación (Reinares, 2015:ARI33).

Pactos de fidelidad y vasallaje
En este contexto de rivalidad por la hegemonía entre las dos organizaciones, el Daesh ha conseguido recabar la complacencia y el apoyo, cuando no el juramento de fidelidad hacia Al Baghdadi por parte de sus respectivos líderes, de las organizaciones Ansar Al Sharia en Túnez y Libia y Ansar Bayt Al Maqdis en Egipto, Abu Sayaf en Filipinas y Boko Haram en Nigeria; habiendo provocado significativas quiebras en extensiones territoriales de Al Qaeda tan afianzadas como Al Qaeda en la Península Arábiga (AQPA) o Al Qaeda en el Magreb Islámico “AQMI”, de la que surgieron en Argelia los Soldados del Califato “SC”, e incluso escisiones en entidades asociadas de la importancia de Therik e Taliban Paquistan “TTP” (Reinares, 2015:ARI33).

Ventajas y debilidades
La principal debilidad de AQ es la falta de continuidad en sus líderes, dependiendo de la organización en gran medida de la lealtad de sus propios afiliados. Los elementos más valiosos para el Daesh, es el control efectivo de un territorio y su mando centralizado, se encuentran en Siria e Iraq. La derrota o degradación del Daesh en esta zona tendría un gran impacto en su expansión y apoyo por parte de grupos afines en otros países, de ahí que en el escenario actual sea fundamental para afianzarse en otras zonas, para dar continuidad al movimiento yihadista y abrir un segundo frente que palie la presión en sus feudos, aunque la extrema violencia y brutalidad mostrada por el Daesh es probable que a medio plazo sea un factor que les degrade (Martín; IEEE: 70/2016).

Previsiones
El Daesh tratará de consolidar y de ampliar su califato en Siria y en Iraq, y para ello continuará reclamando a los musulmanes de todos los lugares del mundo emigrar a los territorios ocupados en Oriente Medio, a la vez que los ataques continúan en suelo europeo (Antúnez, Gesi 17/2016).

La pugna entre Al Qaeda y el Daesh continuará, buscando afianzarse con el liderato de la yihad salafista del siglo XXI, así como consolidar o incrementar las vías de financiación, y atraer a nuevos adeptos que nutran sus filas. Como resultado de esa pugna, ambas tienen la necesidad de demostrar su credibilidad ante el movimiento yihadista global, lo que traerá más violencia, más muertes e incremento de los ataques contra intereses occidentales y en territorio europeo, como principal reclamo para reclutar seguidores y una forma de castigar y socavar la moral y la opinión pública europea (Martín; IEEE: 70/2016).

LA GUERRA REGIONAL POR DELEGACIÓN EN ORIENTE MEDIO

EL CONFLICTO REGIONAL

Inestabilidad política
Las revueltas árabes, iniciadas en 2010, han alterado gravemente el mapa social y político del Norte de África, Sahel, y Oriente Medio, el cual se encuentra en un periodo enormemente convulso, uno de los muchos que ha atravesado a lo largo de su historia, y el Daesh se ha erigido en una de las fuerzas de cambio, sabiendo aprovechar la quiebra del poder de los Estados, las líneas de fractura entre comunidades políticas y la insatisfacción de los ciudadanos, y los efectos se van a hacer notar, al menos, durante una generación. La falta de legitimidad de los regímenes del mundo árabe-islámico, con economías deficientes y con masas de jóvenes sin empleo o subempleados con escasas expectativas de mejora, son tendencia de inestabilidad que el Daesh capitalizará a su favor (Jordán, IEEE:173/2015).

La capacidad organizativa del Califato se traduce en efectividad militar y administrativa, permitiéndole capturar, mantener y gestionar territorios y poblaciones (Servitja, 08/09/2015), forzando el desplazamiento de población potencialmente disidente (kurdos, yazidíes, cristianos, suníes) que no aceptan su autoridad, castiga de manera brutal cualquier atisbo de resistencia, desincentivando aún más la rebelión en sus territorios, y atrae nueva población de yihadistas extranjeros (en cierto modo “colonos”), lo cual le permite cierta ingeniería social basada en su proyecto político-religioso (Bristol, 07/12/2015).

Contexto regional
La guerra regional en Oriente Medio unido a la lucha de Irán por mantener y extender su influencia, como la coalición de contrapeso sunní liderada por Riad, y por el Cairo si se afianza el régimen militar, no se va a cerrar en el corto plazo. En la primavera de 2015, con la apertura de otro frente armado en Yemen, es otra evidencia de la magnitud del conflicto, que hace muy difícil un acuerdo estable de futuro en Siria e Iraq contra el Daesh (Jordán, IEEE:173/2015).

Durante los primeros años de la insurgencia en Iraq, la violencia de AQI/EII contó con la simpatía y respaldo material de parte del sunismo iraquí que quería subvertir el nuevo orden político, dominado por los norteamericanos y los chiíes. Sin embargo, una vez iniciada la espiral de violencia, no fue capaz de proteger a la minoría sunní de las represalias de los chiíes, por lo que aquellos acabaron culpando a los yihadistas de las matanzas provocadas (Fishman, 2009), convirtiéndose en un grave problema para la población sunní, cuyo malestar se transformó paulatinamente en un levantamiento contra e EII. En el verano de 2005, una coalición de tribus se aliaron con los norteamericanos para combatirlo en la provincia de Al Anbar; y en septiembre de 2006 crearon el Consejo para la Salvación de Al Anbar “Despertar de Al Anbar o Despertar suní” (Jordán, IEEE:173/2015).

En junio de 2014, la ofensiva del Daesh sobre todo en localidades al norte de Iraq y sureste de Siria, en unión a otros grupos musulmanes suníes rigoristas así como con un importante número de miembros leales al régimen de Saddam Hussein, emprenderían un ataque simultáneo contra diversas localidades y puestos fronterizos (sirio-iraquí), tomando el control de tres checkpoint pertenecientes a los ‘comandos fronterizos iraquíes’, apoderándose de abundante material logístico, armamento ligero y contra carro, y vehículos de todo tipo, incluyendo blindados-acorazados, que les dotaría de mayor operatividad (Estarellas, 28/12/2015).

Tras la toma de Mosul (10/06/2014) por parte del Daesh el Ayatola Ali Sistani, el clérigo chií más popular en Iraq y probablemente en el mundo, emitió una fatwa urgiendo a los chiitas a unificarse y apoyar a las fuerzas gubernamentales que luchan contra la organización (Milani, 22/06/2014).

Las fortalezas del Daesh en Siria e Iraq se encuentran relacionadas con su capacidad organizativa y con el abanderamiento de una causa político-religiosa que genera lealtades tanto en el interior como en el exterior (Servitja, 08/09/2015). En Siria, favorece al Califato la división de los rebeldes, que supera el millar de milicias que luchan contra Al Assad, el Daesh (BBC News, 13/12/2013; Loubna Mrie & Whitt, 2014), y los kurdos, y que a pesar de las victorias logradas sobre el Estado Islámico, se encuentran fuertemente divididos y acumulan décadas de disputas internas (Thornton; 2015).

El conflicto en Siria ha profundizado el tradicional enfrentamiento entre sunitas y chiitas, a pesar que comenzara como una revuelta popular en base a tres factores: la radicalización de grupos sunitas de la resistencia apoyados por países del Golfo; la intervención de Hezbollah apoyado por Irán; y, el desmoronamiento de la resistencia laica y democrática carente del apoyo internacional. El conflicto en Siria ha avanzado hacia una guerra sectaria, como consecuencia de las políticas identitarias que han dominado el país desde su creación tras la Primera Guerra Mundial y, especialmente, desde la llegada al poder de Háfez Al Asad en 1970 (See Van Dam, 1996:Terril).

Aunque Yemen y Arabia Saudí afrontan situaciones muy distintas, son países estrechamente conectados al futuro del Daesh. Yemen es otro país gravemente afectado por las revueltas árabes y por la guerra regional por delegación en Oriente Medio. También es zona con notable presencia de Al Qaeda. AQPA controla Al Mukalla, capital de la provincia de Hadramawt, al sur del país y una de las principales en producción de petróleo (Carlino, 15/05/2015). El conflicto interno y la intervención liderada por Arabia Saudí han empeorado la situación económica y social del que ya era uno de los países más pobres del mundo árabe, y que según Naciones Unidas, cerca del 80% de la población requiere asistencia humanitaria (UN NEWS Centre, 18/11/2015; Shaheen, 06/12/2015).

En Libia, la fragmentación territorial del poder político, el conflicto bélico y la pluralidad de actores armados provocan que sea de facto un Estado fallido, lo cual abre una ventana de oportunidad a la expansión territorial del Daesh, e impide el arraigo del Estado, y supone un grave obstáculo para el avance de la economía y la normalización interna e internacional del país (Jordán y Bueno, GESI:23/2015).

En la península del Sinaí, al igual que en Siria, Iraq y Yemen, el Daesh se beneficia de la debilidad del poder estatal, y ha sabido insertarse en mitad de una línea de fractura política armada que enfrenta a la población beduina y al Estado egipcio. En el Sinaí hay cerca de 300.000 beduinos, distribuidos en diez grandes tribus, que suponen aproximadamente el 70% del medio millón de habitantes de la península (excluyendo las poblaciones de las ciudades turísticas de la costa), a los que muchos egipcios consideran quintacolumnistas por el apoyo que en su momento dieron a la ocupación israelí de la península tras la derrota en la guerra de los Seis Días (Walton, 00/09/2012).

Egipto no reconoce la ciudadanía de muchos beduinos y les impide ingresar en las fuerzas armadas y en la policía, así como adquirir tierras, han quedado al margen del desarrollo económico (Walton, 00/09/2012), y a ello se añade la idiosincrasia de esta población, con lealtades que priorizan el clan y la tribu, y el Estado egipcio es una institución extraña para muchos beduinos (Jane’s Intelligence Review, 31/03/2015). A la divisoria “beduinos/Estado egipcio” se une la del enfrentamiento político-religioso que alimenta el yihadismo, pues un número creciente de beduinos jóvenes simpatizan con el islamismo radical y con el salafismo, y desde ellos han dado el salto a la militancia armada (Lappin, 16/07/2015). Como diferencia fundamental del conflicto es que el Sinaí se encuentra fuera de la guerra regional por delegación que afecta a Oriente Medio, y en su gestión intervienen menos actores y pasa por la implantación del poder del Estado egipcio en su propio territorio (Jordán, 2016: PE-IEEE).

Boko Haram nació como consecuencia de los agravios y las grandes diferencias sociales y económicas, en combinación con los altos niveles de corrupción y décadas de un Estado fallido en Nigeria, y en la propagación de la ideología yihadista. Sectores marginales de la población en zonas donde la acción del Estado es ineficaz, son cantera para el arraigo de ideología salafí, así, la mayoría de sus combatientes proceden de zonas deprimidas donde las oportunidades de prosperar no existen prácticamente (Martín; IEEE: 70/2016).

Previsiones
El enemigo de la yihad ha cambiado con respecto a anteriores conflictos, la lucha es ahora contra otros musulmanes, no contra soviéticos, serbios, judíos o cristianos. Todas las facciones yihadistas que luchan contra los gobiernos de Iraq y de Siria, independientemente de sus diferencias ideológicas y estratégicas, comparten la misma visión de extender el conflicto al conjunto de la región para difuminar las fronteras delineadas por el tratado de Sykes-Picot que dividió una gran parte de los territorios del moribundo Imperio Otomano entre los Imperios Francés y Británico tras la Primera Guerra Mundial (Klausen, 01/10/2014).

Favorece al Daesh la división de sus enemigos a nivel regional (BBC News, 13/12/2013; Loubna Mrie & Whitt, 2014); y en cuanto a oportunidades, esa inestabilidad regional le crea un entorno favorable, y es probable que se prolongue durante años, por lo que a corto, y seguramente medio plazo, el Estado Islámico no debe preocuparse de sus principales amenazas: restauración completa del poder del Estado en Siria e Iraq, y coalición efectiva de potencias suníes contra el Daesh (McKey, 16/12/2015).

Actuación de las potencias de Oriente Medio
La quiebra del Estado en Siria e Iraq constituye causa de primer orden y consecuencia de la extensión y consolidación del Daesh. En esta contienda regional en Oriente Medio intervienen grandes potencias mundiales, siendo tres las potencias regionales: Arabia Saudí, Irán y Turquía con sus respectivos aliados, los que protagonizan el enfrentamiento Oriente Medio, y que el Daesh mantenga o pierda el control territorial guarda estrecha relación con este conflicto (Jordán, 2016: PE-IEEE).

En los medios de comunicación internacionales son numerosas las voces que acusan a Arabia Saudí y a sus aliados del golfo, e incluso a Turquía, de financiar y armar al Daesh. Hasta ahora ninguna de esas denuncias ha ido acompañada de evidencias que las respalden (Rogin, 14/06/2014; Boghardt; 23/06/2014; Bertrand, 28/07/2015), sin embargo, en algunos casos la ayuda económica y militar que han prestado a los rebeldes sirios han terminado en poder del Daesh por captura, venta o deserción con armas y bagaje por parte de los rebeldes. Lo mismo ha sucedido con equipos militares proporcionados por Estados Unidos, en especial con vehículos todo terreno; con armas y municiones enviadas por Rusia e Irán a las milicias y al ejército progubernamental sirio, así como con material proporcionado a las milicias chiíes en Iraq (Gibbons-Neff, 07/09/2014; Kirkpatrick; 23/11/2014; Solomon & Mhidi, 30/11/2015).

En ese tráfico de armas y municiones juegan un papel fundamental los traficantes locales, que son aceptados por razones pragmáticas por los actores que operan sobre el terreno (Gibbons-Neff, 07/09/2014; Kirkpatrick; 23/11/2014; Solomon & Mhidi, 30/11/2015). Desde el punto de vista logístico, la internacionalización del conflicto de Siria, se ha convertido de manera indirecta en una vía de suministro para el Daesh, el cual no ha sido el único canal: en 2014, el derrumbe del ejército iraquí permitió que se hiciera con cantidades ingentes de equipo militar vendido por Estados Unidos, China y decenas de otros países (Amnistía Internacional, 07/12/2015), pero las armas que se envían a Siria para apoyar a los contendientes juegan también su papel en la continuidad del grupo (Jordán, 2016: PE-IEEE).

La rivalidad entre las principales potencias de la región afecta seriamente a la consolidación y expansión del Califato (Jordán, 2016: PE-IEEE). El Daesh es un enemigo declarado de Arabia Saudí, Irán y Turquía pero no les constituye amenaza existencial, cuya prioridad estratégica es evitar que otra se convierta en potencia hegemónica en la región. Es por ello que Irán, y sus aliados rusos, priorizan atacar y desalojar a los rebeldes sirios; que Turquía concentre sus bombardeos en los sirios kurdos y que preste apoyo militar a los rebeldes que luchan contra Assad; y que Arabia Saudí da más apoyo a los rebeldes sirios en la lucha contra el régimen, a pesar que el Califato limita territorialmente con el Reino y que ya le ha realizado ataques en la frontera (Mcdowall, 05/01/2015). Los tres Estados poseen capacidades e influencia para dañarlo gravemente en Siria e Iraq, pero el Daesh no ocupa el primer puesto de sus prioridades (Jordán, 2016: PE-IEEE).

La raíz fundamental del conflicto entre Arabia Saudí e Irán es la actitud del régimen iraní ante la distribución del poder relativo en la región. Irán por demografía, territorio, historia y recursos es la principal potencia de Oriente Medio, y según la percepción saudí y la de Israel, es además una potencia revisionista no satisfecha con el statu quo, que aspira a convertirse en la potencia hegemónica de la región (Jordán, 2016: PE-IEEE). En consecuencia, Arabia Saudí y el resto de aliados regionales que comparten su análisis sobre Irán, como Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Baréin, Qatar y Jordania, tratan de contrapesar su poder, y lo hacen librando una guerra regional por delegación, cuyos escenarios principales del enfrentamiento son Siria y Yemen, países gravemente afectados por la inestabilidad generada por las revueltas árabes, y es en ese contexto, como deben interpretarse los frecuentes choques diplomáticos entre los saudíes e iraníes (Pollack, 05/01/2016).

Irán
Irán es un actor destacado en el gran tablero de Oriente Medio, y desde la perspectiva de Teherán, la República Islámica tiene razones para preocuparse por su seguridad y justificar en clave defensiva una acción exterior que en la práctica es agresiva: en la década de 1980 Irán se vio abocado a una guerra iniciada por el Iraq de Sadam Hussein, apoyado por las monarquías del Golfo, que le causó cientos de miles de muertos, y después del 11-S el régimen de los ayatolás se encontró en una situación de sándwich con dos grandes contingentes norteamericanos en Iraq y en Afganistán, y con una Administración Bush beligerante (Jordán, 2016: PE-IEEE).

La política regional de Irán va mucho más allá de lo meramente defensivo, de hecho, en la última década ha incrementado sustancialmente su influencia en el Levante a través de Hizbulá (Líbano), aprovechando en el verano de 2006 la guerra librada entre la milicia libanesa chií e Israel (Jordán, 2015:RESI1), lo que hizo más estrecho ese vínculo, pero la continuidad efectiva de esa relación se encuentra condicionada a la pervivencia del régimen sirio, que hace de puente logístico entre Hizbulá e Irán, y ambos están empeñados a fondo en la defensa de Al Assad (Jordán, 2016: PE-IEEE).

Irán ha enviado efectivos de los Cuerpos de la Guardia de la Revolución Islámica, de los que oficialmente solo actúan como consejeros, pero están participando activamente en los combates y ya han perdido a oficiales de alto rango, entre ellos el general Hossein Hamedani (Blanford, 18/10/2015). Los iraníes han reorganizado los comités populares y las milicias a favor de Al Assad, creando la Fuerza de Defensa Nacional, formada entre 100.000 y 150.000 efectivos y modelada a imagen de la milicia iraní Basij. Al frente hay oficiales de la Guardia de la Revolución Islámica iraní, eclipsando al ejército convencional del régimen que en 2011 de contar con unos 200.000 hombres, en marzo de 2016 dispone entre 80.000 y 100.000 (Eisenstadt, 15/10/2015), como una muestra más del aumento de la influencia iraní en Siria desde el inicio de la guerra, cuestión que inquieta a israelíes, turcos y saudíes (Jordán, 2016: PE-IEEE).

Igualmente, Irán ha expandido durante la última década su influencia en Iraq, contribuyendo a su favor el derrocamiento del régimen de Sadam Hussein por las fuerzas norteamericanas y la incapacidad de la Administración Bush para gestionar adecuadamente la posguerra (Woodward, 2007), así como las malas decisiones adoptadas desde la Casa Blanca provocaron y aceleraron la caída del país (Jordán, 2016: PE-IEEE).

A diferencia del gobierno de Al Maliki, el del actual primer ministro iraquí Haider Al Abadi está tratando de mantener un prudente y difícil equilibrio con el fin de reducir la injerencia iraní y el poder de las milicias chiíes alineadas con Teherán. En ese esfuerzo desempeña un papel fundamental la reconstrucción del ejército iraquí al que entre otros aliados está contribuyendo España. Las fuerzas armadas y las fuerzas policiales iraquíes con representación de las diferentes etnias son esenciales para contrapesar a las milicias y para estabilizar las poblaciones suníes arrebatadas al Daesh, del que su progresivo fortalecimiento ha sido clave para la liberación de Ramadi (Mcleary, 28/12/2015).

Irán también juega una hábil política de apoyo a los chiíes, como en los países del Golfo donde hay presencia de importantes grupos minoritarios, y de mayoría en el caso de Baréin, política que proporciona al régimen de Teherán una herramienta con la que generar inestabilidad y ejercer presión contra sus rivales (Jordán, 2016: PE-IEEE), cuestión que también contribuye la situación desventajosa de las minorías chiíes en Arabia Saudí o Kuwait, donde los gobiernos combinan medidas discriminatorias de integración, especialmente severas en el caso saudí con el fin de mantener el statu quo (US Department of State, 2014), sectarismo, que se ha visto exacerbado tras la guerra en Siria y las revueltas en Baréin y la difusión del discurso anti chií de los salafistas wahabíes y los islamistas suníes (Karim, 17/05/2011), y esa polarización genera una situación idónea a la acción exterior de Irán, aunque oficialmente niegue cualquier apoyo o instigación (Soufan, 08/09/2015).

Arabia Saudí
Como principal economía suní del golfo, Arabia Saudí lidera uno de las partes del conflicto, su objetivo es acrecentar su influencia en la región y contrarrestar el poder de Irán. La República Islámica es su máximo rival en Oriente Medio, no solo como referente del islam chií, al que denigra la interpretación salafista del estamento religioso saudí; sino porque el sistema político de Teherán proviene de una revolución islámica que socaba los fundamentos del antiguo régimen sobre los que se asienta la monarquía saudí, lo cual alimenta la hostilidad mutua (Jordán, 2016: PE-IEEE).

Arabia Saudí interviene en Siria por medio de grupos rebeldes a los que financia y arma para que debiliten, y eventualmente derroquen al régimen de Assad, tradicional aliado de Irán en el Levante. Los grupos rebeldes apoyados por el bando saudí son árabes suníes y en su mayoría islamistas radicales (Hubbard, 12/11/2013), los saudíes les respaldan por conveniencia, por afinidad ideológica, porque se encuentran en el terreno y son combativos (Oweis, 26/02/2014). Arabia Saudí es el principal exportador del salafismo y es comprensible que exista sintonía entre unos y otros (Moniquet, 00/06/2013), circunstancia que también le confiere capacidad de influencia a largo plazo (Jordán, 2016: PE-IEEE).

En Yemen la implicación militar es directa, a finales de marzo de 2015 los saudíes pusieron en marcha una campaña aérea a gran escala en apoyo del presidente Abd Rabbuh Mansur Hadi y de sus fuerzas coaligadas (que incluyen a los separatistas del sur) contra los chiíes Hutíes (Seddiq, 15/06/2015). A la intervención aérea le siguió una ofensiva terrestre que continúa en marzo de 2016, en la operación militar participan sus principales aliados regionales: Egipto, Kuwait, Jordania, Baréin, Qatar y Emiratos Árabes Unidos, se les añaden Marruecos, Sudán y Senegal. Estados Unidos ha prestado desde el comienzo apoyo logístico e inteligencia aérea (Stratfor, 05/05/2015).

La resistencia de Egipto y Paquistán a comprometer fuerzas terrestres, aunque ambos países participan con buques que supervisan el bloqueo naval a los Hutíes, ha obligado a que el ejército de tierra saudí asuma una parte importante de la carga y a que Emiratos Árabes Unidos haya contratado un contingente de varios cientos de soldados de fortuna colombianos (Hager & Mazzetti, 25/11/2015). En marzo de 2016, el conflicto armado de Yemen continúa abierto sin que la coalición liderada por los saudíes haya logrado desalojar a los Hutíes de Sana’a ni de amplias zonas del este, a quienes han realizado incursiones armadas en Arabia Saudí contundentemente rechazadas (MacCormac, 01/05/2015).

Iraq fue un tercer escenario en el que los saudíes se vieron desbordados por los acontecimientos. A partir de 2012, cuando las tensiones políticas se hicieron particularmente intensas, los saudíes ofrecieron su apoyo a las tribus suníes, las cuales tienen vínculos entre las de ambos países, con el fin de contrapesar al gobierno chií pro iraní de Al Maliki (Al Buluwi, 25/06/2014), pero la revuelta de las tribus fue superada por el Daesh. En marzo de 2016, el gobierno iraquí con ayuda de las milicias chiíes pro iraníes, y con el respaldo militar de la comunidad internacional, está recuperando terreno y poblaciones al Califato, sin embargo, se ve empañada por las represalias y por la política de tierra quemada que practican algunas milicias contra los suníes (BBC News, 08/07/2015), la cual pone en peligro la maltrecha estabilidad y cohesión del país en el largo plazo (Jordán, 2016: PE-IEEE).

Otra conocida herramienta de influencia estratégica de Arabia Saudí es la difusión del salafismo wahabí a través de múltiples canales, tanto medios de comunicación de alcance global y universidades, como fundaciones y ONG con ramificaciones que llegan a los países del mundo musulmán y a las minorías islámicas asentadas en Occidente. Mediante esa interpretación del islam el régimen Saudí se proyecta internacionalmente como el custodio legítimo de la Meca y Medina, pero al mismo tiempo difunde una visión polarizada de la religión que de manera indirecta beneficia a los yihadistas (Benjamin, 10/09/2015).

Turquía
Por geografía, población, economía y capacidad de sus fuerzas armadas, Turquía es otra de las principales potencias de Oriente Medio, a ello se añaden siglos de historia como imperio. Hasta hace apenas cien años la mayor parte de la región se encontraba bajo dominio otomano, los territorios del norte de Siria y de Iraq eran antiguas provincias que constituían la extensión natural de la actual Turquía. Ankara considera los dos países su patio trasero y ve con inquietud la expansión de la influencia iraní en Siria e Iraq, a la que se añade más recientemente, la de Rusia, uno de sus mayores enemigos históricos (Jordán, 2016: PE-IEEE).

Desde que el imperio ruso y el otomano entraron en contacto directo en el siglo XV hasta comienzos del siglo XX, Rusia y lo que más tarde sería Turquía libraron al menos diecisiete guerras en las que los otomanos se llevaron la peor parte (Cagaptay, 02/12/2015), hechos que explican el ingreso de Turquía en la OTAN en la década de 1950, aun siendo el único miembro no occidental (Jordán, 2016: PE-IEEE).

A pesar de su potencial, la capacidad de influencia de Turquía en la región es limitada. Durante los gobiernos de Recep Tayyip Erdogan, actual presidente, el país ha abandonado el retraimiento estratégico que tradicionalmente ha mantenido en Oriente Medio, aspirando a convertirse en la “gran Turquía”, una potencia preeminente en la región. Es en ese marco como hay que entender el anuncio de un acuerdo de defensa mutua con Qatar, que incluye la apertura de una base aeronaval turca con tres mil efectivos terrestres (Stratfor, 16/12/2015), aprovechándose que Qatar no quiere convertirse en un satélite de Arabia Saudí por lo que trata de mantener una política alternativa e independiente (Jordán, 2016: PE-IEEE).

La alteración del equilibrio regional entre suníes y chiíes, que provocó en 2003 la invasión norteamericana de Iraq obligó a que Turquía se interesase aún más en los asuntos de la región. Ese deseo de ganar en liderazgo en el mundo arabo-musulmán le obligó a hacer reajustes en su política exterior, así, truncó sus buenas relaciones con Israel, lo cual en 2010, se vio facilitado por el incidente de la flotilla con destino a Gaza. A la vez, el inicio de las revueltas ha sido interpretado por Ankara como otro motivo y oportunidad para afianzar el protagonismo turco en la zona (Jordán, 2016: PE-IEEE).

Turquía es uno de los actores más afectados por la guerra de Siria, con quien comparte más de ochocientos kilómetros de frontera, acoge a cerca de dos millones de refugiados y ha librado escaramuzas fronterizas con las fuerzas armadas sirias . También comparte frontera con el Califato, los yihadistas cuentan con una importante red dentro del territorio turco y ya han atentado en varias ocasiones (Butler & Pamuk, 3010/2015; Loveluck, 30/10/2015).

En el conflicto sirio, el objetivo de Turquía es neutralizar las aspiraciones de los independentistas kurdos (especialmente los del norte de Siria) y sustituir el régimen de Al Assad por otro suní cercano a Hermanos Musulmanes, más próximo al gobierno (2016) islamista de Ankara, por el cual ha sido uno de los países más activos en el apoyo a grupos rebeldes sirios, incluyendo los islamistas radicales. Así, se mostró renuente a designar como organización terrorista a Jabhat Al Nusra vinculada con Al Qaeda (Idiz, 10/06/2014).

El apoyo a los grupos rebeldes sirios coloca aparentemente a Turquía en la misma trinchera que los saudíes, sin embargo, ambas potencias compiten por su influencia en la región, una rivalidad histórica, pues cuando en 1921 los británicos y franceses desposeyeron al imperio otomano de la mayor parte de sus territorios, el gran beneficiado fue la casa de Saud (Jordán, 2016: PE-IEEE).

Turquía utiliza a Hermanos como instrumento de influencia en el islam suní de Oriente Medio y norte de África, una política que le hace coincidir con Qatar, otro gran patrono de Hermanos en el mundo árabe, y que al mismo tiempo le enfrenta a los saudíes, quienes ven en Hermanos un movimiento reformista que mina la legitimidad política de su monarquía (Abdel Kader, 14/10/2013), y en Libia, ha apoyado al parlamento y gobierno de Trípoli con mayoría islamista frente al parlamento y gobierno de Tobruk, reconocido por la Unión Europea . La disparidad estratégica entre Turquía y el bloque liderado por los saudíes se ha puesto particularmente de manifiesto en Libia, donde la aviación de Egipto y Emiratos Árabes Unidos ha bombardeado a grupos islamistas radicales que se oponían al gobierno de Tobruk, lo que en cierto modo les situaba en el mismo bando de Ankara (Kirkpatrick and Schmitt, 25/08/2014).

En cuanto a los kurdos de Siria, la política turca tiene como objetivo evitar la creación de un gobierno autónomo en los territorios que controlan, por eso mira con recelo la ayuda que les sigue prestando EE.UU y ha convertido a los kurdos en el objetivo prioritario de sus bombardeos desde el verano de 2015, por delante de los ataques aéreos contra el Daesh, asemejándose a la campaña militar rusa que también concentra la mayor parte de sus acciones en objetivos diferentes (Strategic Studies, 21/10/2015).

Respecto a Iraq, Erdogan mantiene una estrecha relación con Massoud Barzani, líder del Partido Democrático de Kurdistán, y ha favorecido que el Kurdistán iraquí exporte petróleo de manera independiente a través de Turquía, debilitando así al gobierno de Bagdad alineado con los iraníes (Ballah, 08/12/2015). Esta política puede parecer cortoplacista y arriesgada para los intereses turcos, pues permite conseguir a los kurdos de Iraq la autonomía que niega a los de Siria, y teniendo en cuenta las graves divisiones que afectan a los kurdos (Thornton, 2015:vol26) permite a Erdogan asumir un riesgo calculado (Jordán, 2016: PE-IEEE).

En referencia al Daesh, Turquía ha jugado durante los últimos años a lo que John Mearsheimer denomina buck passing: pasar la carga a otros (Mearsheimer, 2003), una estrategia dirigida a evitar el enfrentamiento directo con el grupo, de desgaste a los separatistas kurdos y al régimen de Al Assad (Jordán, 2016: PE-IEEE). Erdogan, ha normalizado las relaciones con Israel y Rusia, y en agosto 2016 lanzó la operación Escudo Éufrates para retomar la localidad fronteriza de Jarabulus (Siria) en poder del Daesh, que cabe entenderla como el inicio de una nueva etapa. El empleo de unidades acorazadas apoyadas desde el aire por aviones turcos y estadounidenses, adquiere un carácter estratégico con varios objetivos: blindar la frontera a infiltraciones yihadistas; e interponerse en el avance y atacar directamente a las milicias kurdas (Núñez, 01/09/2016:Elcano).

ACTUACIÓN DE LAS POTENCIAS EXTRA REGIONALES

Estados Unidos y Rusia
Las potencias extra regionales: Estados Unidos y Rusia, y en menor medida Francia y Reino Unido desempeñan un rol en la zona. Washington carga con buena parte de la responsabilidad en el origen y desarrollo del Daesh por la invasión de Iraq y la pésima gestión de la posguerra, y ha perdido mucha de su influencia en la región. Su compromiso en la lucha contra el régimen de Al Assad es tibio e incluso errático, algo que en cierta medida también se puede aplicar a su estrategia contra el Daesh, cuya principal herramienta es la campaña de bombardeos que han contenido la expansión territorial del grupo y le ha privado de artillería y equipo militar pesado, pero insuficiente para derrotarle (Ricks, 14/07/2015; Boot, 08/12/2015; Zenko, 07/01/2016).

El propósito de Washington consiste en restaurar el equilibrio de poder entre Irán y sus rivales, equilibrio que quebró la Administración Bush al derrocar a Sadam Hussein (Mearsheimer, 29/11/2008), así como dejar que sean las potencias regionales quienes se ocupen de contrapesarse mutuamente (Knights, 21/12/2015).

La operación Inherent Resolve de Estados Unidos, supone casi el 80% de los ataques de la coalición, y que desde octubre de 2014, ha supuesto un progresivo incremento (Moore, 22/04/2015), aunque desde el punto de vista del control del territorio, la campaña ha tenido un efecto escaso pues el Daesh mantiene la mayoría de las posiciones en Siria, e incluso, en la ofensiva de mayo de 2015 las ha ampliado, y en Iraq ha cedido espacios ante los contraataques de las milicias kurdas, del ejército iraquí y de las milicias chiíes (Jordán, IEEE:173/2015).

EE.UU está bombardeando posiciones del Daesh desde el verano de 2014, consciente de que la aviación solo puede contener temporalmente el avance de los yihadistas, el presidente Barak Obama aprovechó la reunión de la OTAN del 4 y 5 de septiembre en Cardiff (Gales) para promover una coalición multinacional frente al Daesh. Entre los diez países que formaron la base de esa coalición estaban además Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, Dinamarca, Polonia, Canadá, Australia y Turquía (Reinares, 13/04/2015).

Rusia, tiene recursos y objetivos limitados en Siria: defender su instalación naval en Tartus, evitar la caída del régimen aliado de Al Assad y proporcionarle una posición de fuerza ante un eventual acuerdo de paz; y en cuanto a la región, pretende ganar influencia a partir del vacío dejado por Washington, presentándose como un garante del statu quo previo a las revueltas árabes; y desde una perspectiva más global, Moscú trata de recuperar la legitimidad internacional perdida tras la ocupación de Crimea y la crisis de Ucrania (Jordán, 27/10/2015).

Reino Unido y Francia

"Je suis Charlie" Francia

«Je suis Charlie» Francia

En cuanto a Reino Unido y Francia, Londres cultiva su tradicional “relación especial” con EE.UU apoyándole en sus campañas militares, al margen de la supuesta crisis de alianza (Rothkopf, 08/05/2015). París, en su línea está aplicando una política más independiente tras los atentados del 13 de noviembre de 2015 alineándose con Rusia en la campaña contra el Daesh frente al liberalismo cosmopolita de algunos responsables norteamericanos que siguen pidiendo la marcha de Al Assad; y a diferencia de los aviones norteamericanos que se concentran en exclusiva en el Daesh, la fuerza aérea rusa está bombardeando fundamentalmente a los rebeldes ; y en cualquier caso, la capacidad política y militar de Francia y de los británicos en Oriente Medio es limitada (De Galbert, 20/11/2015).

Previsiones
La Intervención militar de países occidentales en Libia, no se ha producido y no está prevista a corto plazo, aunque Roma y la Unión Europea han considerado la opción por el flujo de inmigrantes que transita Libia y arriba a las costas italianas, aunque la presencia de tropas occidentales sería utilizada por el Daesh para presentar su lucha como defensa de la tierra del islam, lo cual aumentaría el atractivo de Libia como lugar de destino de yihadistas extranjeros (Jordán y Bueno, GESI:23/2015).

En una hipotética intervención militar occidental en Libia, se estima que empeoraría la situación: una misión de “mantenimiento y consolidación de la paz” tras un eventual acuerdo entre las partes contendientes; o la alternativa del combate directo al Estado Islámico. En ambos casos, el Daesh podría capitalizar el rechazo social que acabaría generando la presencia de fuerzas occidentales en territorio libio (Jordán y Bueno, GESI:23/2015).

Conclusiones
En Siria el régimen es incapaz de restablecer el control en todo el territorio, situación que puede prolongarse a largo plazo. La guerra regional impide que el régimen aplaste de manera definitiva a la oposición y viceversa, pues ambos bandos están invirtiendo ingentes recursos para evitar que el otro se imponga, lo que parece indicar que tampoco tiene serio interés en destruir al Daesh mientras sean firmes en Siria, así el régimen de Assad podrá presentarse ante la comunidad internacional como alternativa al caos (Jordán, IEEE:173/2015).

En Iraq sucede algo parecido que en Siria. El ejército iraquí apoyado por las milicias chiíes y por fuerzas iraníes, aunque recupere grandes áreas sunníes sometidas al Daesh, parece poco realista que el control sea efectivo y logre desarraigar a los yihadistas. En la guerra civil de Iraq las milicias chiíes han materializado su política con decenas de asesinatos y destrucción de propiedades sunníes. El Daesh ocupa buena parte de su territorio, conflicto tendente a prolongarse y seguir utilizándolo en provecho propio, presentándose como valedor de los suníes, los chiíes son para el Califato un enemigo mortal (Kadercan, 27/04/2015).

Durante un tiempo el Daesh centró sus acciones y recursos a nivel local y regional, pero los recientes atentados en Europa sugieren que el grupo podría estar cambiando drásticamente su estrategia, adoptando un enfoque más global. Se trata de un proceso circular: cuanto mayor sea la amenaza, mayor será la importancia de los ataques, y como respuesta, tendrá más razones para realizar más atentados. Este enfoque le proporciona más posibilidades de reclutamiento que el conflicto en Siria e Iraq. Los atentados en Occidente aumentan el prestigio y su poder de atracción entre jóvenes musulmanes de todo el mundo, cuyos atentados provocan más titulares en los medios que las acciones en los campos de batalla, y esta propaganda es impagable para los objetivos de reclutamiento (Byman, 15/11/2015).

Estados Unidos y Europa no tienen un plan de victoria para Oriente Medio. La campaña de bombardeos aéreos está logrando sus objetivos dentro de un plan limitado de contención, sin embargo, al arrebatar momentáneamente la iniciativa al Daesh, y al rebajar la amenaza existencial para los Estados de la región, les lleva a priorizar en un peligro mucho más grave, como es la creciente influencia de Irán en la región (Jordán, IEEE:173/2015).

Previsiones
En Libia, es previsible que continúe la fragmentación en el campo yihadista como resultado de la estrategia polarizadora del Daesh, y respecto a una intervención militar terrestre de países árabes sobre el Califato, todo parece indicar que por ahora es improbable, salvo que el Daesh se convirtiera la fuerza predominante, dado que las consecuencias podrían revertirse en la obtención de apoyos locales frente a la injerencia extranjera. Egipto tiene graves problemas internos y al Daesh en la Península del Sinaí. Argelia dedica sus fuerzas armadas a combatir el yihadismo en su territorio. Túnez no tiene capacidad para intervenir en solitario; y el resto de países de Oriente Medio se encuentran inmersos en la guerra regional por delegación focalizada en Siria, Iraq y Yemen (Jordán y Bueno, GESI:23/2015).

El Daesh es una organización amplia y lo que suceda en su núcleo, localizado en Siria/Iraq y con extensiones en el Sinaí y Yemen, le afectará a Libia de manera significativa, su derrumbe en Siria/Iraq dañaría gravemente su marca y atractivo frente a otros grupos yihadistas, y dificultaría la unificación del frente yihadista en Libia y en las regiones circundantes a no ser que el desastre volviera a sus líderes más proclives a las alianzas (Jordán y Bueno, GESI:23/2015).

Ante una eventual pérdida de los territorios que controla el Daesh en Siria e Iraq, probablemente se produciría un éxodo de combatientes a donde ya está presente, en especial el Sinaí, Yemen y Libia. Cualquier alteración sustantiva en estos ejes estratégicos tendrá efectos de gran calado sobre su evolución en Libia y, potencialmente, en el (Magreb y Sahel Occidental (Jordán y Bueno, GESI:23/2015).

Una ventana de oportunidad para el Daesh se abriría en caso de que Estados Unidos, países europeos y Rusia, cayesen en la sobrerreacción y se empeñasen en una intervención militar con fuerzas terrestres . Se estima que una intervención militar de esas características le beneficiaría a largo plazo, generando más inestabilidad y atrayendo un mayor número de voluntarios extranjeros. En una línea similar también le sería propicio un incremento de la xenofobia y del rechazo a los musulmanes en Europa, que polarizaría la sociedad y alimentaría a los radicales islamistas, facilitando así el reclutamiento a favor, en un proceso con tendencia a la retroalimentación con mayor sensibilidad hacia el discurso yihadista que se traduciría en más atentados (Dodd & Booth & MacAskill, 06/12/2015).

El Daesh continuara conminando a los musulmanes para que emigren a Oriente Medio y se unan al Califato, rememorando según su propaganda la hiyra o viaje del Profeta, abandonando las sociedades impías en las que viven en una situación de yahilia u oscuridad e ignorancia, como antes de la llegada del mensaje del Corán, pero también convocaran a miembros y simpatizantes a que ataquen en los países occidentales (Antúnez, Gesi 17/2016).

Propuestas
Derrotar al Daesh, implica:

• Una alianza internacional más amplia y con mayor legitimación (que la dan los países del mundo islámico) a los ya incorporados, siendo más de sesenta los comprometidos con contribuciones muy dispares, haciendo frente con medios militares e incidiendo sobre la financiación y sus mecanismos de propaganda, así como un plan que vaya más allá del recurso a los aviones de combate (Reinares, 13/04/2015).

• Se estima que debiera buscarse soluciones cooperativas para resolver el problema del Daesh. La influencia iraní, deriva en que la solución estaría en las relaciones entre las potencias regionales de Oriente Medio: Arabia Saudí, Egipto, Irán y Turquía; y las potencias extra regionales, bajo el liderazgo de Estados Unidos (Harrison, 06/05/2015).

• Unidad de respuesta de la comunidad internacional, ante el yihadismo global, adaptando la estrategia a las especificidades de la organización (Reinares, 13/04/2015).

• Combatiéndolo dentro y fuera de la zona donde ha logrado instaurar su dominio (Reinares, 13/04/2015), y destruir la capacidad de gobierno del Califato, deteniendo sus operaciones económicas e impidiendo el acceso a recursos naturales (Oliodort, 10/12/2015).

• Aupar al poder local a actores que aboguen por construir estados estables y multi-confesionales (Oliodort, 10/12/2015).

• Deslegitimizar la narrativa propagandística de la yihad, debiéndose promulgar una contra-narrativa dirigida a las audiencias musulmanas en sus propios términos que incluya referencias a las cosmologías, ideas y tradiciones políticas islámicas (Antúnez & Tellidis, 06/04/2013).

• Deslegitimar la propaganda y explotación del conflicto entre chiitas y sunitas, para lo que debe involucrarse al mayor número de actores del espectro étnico y religioso (Oliodort, 29/03/2016).

• Capitalizar esfuerzos diplomáticos, tendentes a desvirtuar de la escena política el discurso político radical sunita respecto a otras religiones y confesiones (Andrew & Peek, 14/06/2016), y facilitar el mayor consenso internacional contra el yihadismo.

Sugerencias
El Daesh continuará materializando sus amenazas contra las sociedades abiertas utilizando simpatizantes, por lo común varones entre los 20 y los 40 años, captados en las comunidades musulmanas, lo que exige que se impliquen decididamente en deslegitimarla y prevenir el terrorismo yihadista. En conjunto, es preciso tomar medidas de sensibilización y concientización pública ante un desafío que no había sido tan preocupante desde el 11-S en EE.UU y el 11-M en España (Reinares, 13/04/2015).

Debe potenciarse los servicios de inteligencia, fuerzas de seguridad y las fuerzas armadas, en cuanto a formación y medios para aumentar su efectividad en la lucha contra el terrorismo.

Se estima que Occidente no debería invadir con tropas terrestres, ningún país de Oriente Medio en conflicto, y en el supuesto, que se hiciera en su día, la lucha “cuerpo a cuerpo” debiera correspondería a los musulmanes.

No deben imponerse soluciones occidentales para la zona.

La invasión de países en plena insurgencia, implicaría la permanencia en la zona durante muchos años (podrían ser 30), porque, con independencia del coste económico y de la capacidad de las fuerzas de seguridad, una política de estabilización solo pueden llevarla a efecto gobiernos de amplio consenso, y esa circunstancia no se da hoy (Ballesteros, 2010:IEEE-10).

La “Pax Americana” parece estar tocando a su fin, el poder global americano de finales del siglo XX y principios del XXI se sustentaba sobre la financiación de la economía y la seguridad de los aliados. Las guerras de Afganistán, Iraq, Siria, y la Primavera Árabe han desacreditado al Pentágono, mientras que la crisis financiera global ha hecho lo mismo con Wall Street, por lo que parece aconsejable que para garantizar su seguridad, Europa abandone la dependencia de EE.UU. La vitola de potencia normativa está muy bien como poder blando, la geografía marca la política, EE.UU no tiene a Rusia y a Oriente Medio al lado, nosotros, sí, y por mucho que nos apoye Washington , seremos los europeos los que tengamos que arreglárnoslas con los vecinos (Otero, 23/03/2016:Elcano).

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