LEYENDO

El Ejército Español más allá de nuestras fronteras...

El Ejército Español más allá de nuestras fronteras

Por D. Juan del Río Martín.

En el Imperio donde jamás se ponía el sol, las Fuerzas Armadas españolas pasearon sus banderas por, prácticamente, todos los continentes.

La Guerra de Sucesión y las de Independencia Hispanoamericanas, dejaron reducido el Imperio español a las Antillas, Filipinas y algunas plazas en el Norte de África. No obstante, expediciones como la del Marqués de la Romana a Dinamarca, en 1808, la de Italia para apoyar al Papa Pio IX en 1849; la de Cochinchina, donde un regimiento español, procedente de Filipinas e integrado en un contingente franco-español, contribuyó entre 1858 y 1863 a la pacificación del país; la del General Prim a Méjico entre 1861 y 1862, formando parte de un cuerpo expedicionario con Francia e Inglaterra; la intervención en Santo Domingo y la del almirante Méndez Núñez a Valparaíso y Callao, dejaron testimonio de la vocación española de participación en el exterior, culminada con la pérdida de nuestro Imperio colonial tras las guerras de Cuba y Filipinas.

El siglo XX se inicia con las campañas de pacificación del Protectorado Español de Marruecos que se prolongan hasta 1927.

En este mismo año se produce la intervención de fuerzas españolas en un lugar tan lejano como Shangay[1]. Desde 1856 la ciudad era gobernada por un Consejo Municipal de composición internacional y sujeto únicamente a la jurisdicción de un órgano consular formado por los cónsules de 14 potencias con derechos extraterritoriales. El Consejo contaba con una Policía Municipal y un pequeño Ejército, el Cuerpo de Voluntarios de Shanghai, compuesto por tropas británicas, estadounidenses, chinas, portuguesas, rusas y filipinas entre otras. En 1927, este Cuerpo fue reforzado con 40.000 hombres reunidos por Estados Unidos, España, Gran Bretaña, Italia, Holanda, Portugal y Japón. El sistema se desmoronó en 1941 ante la ocupación de Shanghai por los soldados del Imperio japonés.

Iniciada la II Guerra Mundial, las tropas españolas se hicieron con el control de la ciudad de Tánger en Junio de 1940, situación que se prolongó hasta el final de la contienda en 1945, momento en el que se restableció la comisión internacional que gobernaba la ciudad.

A partir de este momento, se abre un período de 25 años durante el que España, y con ella las Fuerzas Armadas, aislada por la Comunidad Internacional, se ve obligada a replegarse sobre sí misma.

Esta situación se rompe en 1966, cuando durante la guerra de Vietnam, militares españoles prestaron ayuda sanitaria en el hospital provincial civil de Gon-Cong, al sur de Saigón. La misión se prolongó hasta 1971. El equipo español, integrado por cinco médicos, seis ATS y un administrativo, todos ellos voluntarios y pertenecientes al Cuerpo de Sanidad Militar del Ejército de Tierra, era renovado cada año.

Ya en la década de los ochenta y nada más tomar posesión como secretario general de las Naciones Unidas, Javier Pérez de Cuéllar sondeó al Gobierno español, presidido entonces por Leopoldo Calvo Sotelo, sobre la disposición de España a una eventual contribución militar en una operación de supervisión de la independencia de Namibia, en el marco de la Resolución 435/78 del Consejo de Seguridad. La petición de las Naciones Unidas consistía en que España aportara el componente aéreo, en concreto diez aviones de despegue y aterrizaje corto más sus dotaciones correspondientes. El ministro de Asuntos Exteriores, José Pedro Pérez Llorca, de acuerdo con el de Defensa, Alberto Oliart, confirmó la respuesta positiva de Madrid en el verano de 1982, y en noviembre se desplazó a la sede de las Naciones Unidas una comisión militar española, encabezada por el general Fernando González Carrasquillo, para tratar los aspectos técnicos de la misión. Mientras, en Madrid, el Estado Mayor del Aire llevó a cabo el planeamiento operativo del Grupo Aéreo basado en el avión Aviocar de fabricación nacional. La coyuntura internacional impidió la puesta en práctica de la operación y tuvieron que transcurrir seis años hasta que se volviera a estudiar el proyecto.

No obstante, con estos aviones Aviocar se realizaron operaciones humanitarias desde1979 en Guinea Ecuatorial, dentro de un plan bilateral económico y político, adquiriéndose una experiencia vital para las misiones que bajo bandera ONU y con participación española, se realizarían en Angola y Namibia unos años después.

En 1988, una vez aprobado por el Gobierno la participación de España en las Operaciones de Mantenimiento de la Paz, el ministro de Asuntos Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez, encomendó al diplomático Máximo Cajal recomendaciones concretas para poner en marcha la decisión.

Su primera propuesta fue formar un Grupo de Trabajo integrado por representantes de la Presidencia del Gobierno y de los Ministerios de Asuntos Exteriores y Defensa, con el cometido de recabar la máxima información posible, evaluar la experiencia de terceros países en este tipo de operaciones y elaborar una serie de criterios que, con vistas al futuro, pudieran enmarcar la participación en dichas misiones de la ONU.

Todo ello tuvo como fruto la participación de Oficiales españoles en la primera de las misiones internacionales de la que podríamos denominar la Época Moderna, la operación UNAVEM I (Angola): de Enero de 1989 a Noviembre de 1991.

A partir de este momento tierras tan diversas como: Namibia, Centroamérica, Haití, Kurdistán, Bosnia, Macedonia, Mozambique, Irak, Kosovo, Congo, Afganistán, Líbano, Índico y ahora Malí, han sido testigos del ondear de la bandera española y del buen hacer de nuestras Fuerzas Armadas.


[1] BOWETT, W.: United Nations Forces.