Por Juan del Río Martín
El pasado 29 de Agosto, de 2012 cuatro activistas marroquíes intentaron una ocupación simbólica del peñón de Vélez de la Gomera, ondeando tres banderas alauitas.
Ante estos hechos, parece procedente recordar cómo y desde cuándo el Peñón de Vélez de la Gomera pertenece a España.Los jóvenes asaltantes fueron conminados de inmediato por las fuerzas militares españolas de guarnición en el Peñón a abandonar el islote, lo que sucedió sin necesidad alguna de emplear la fuerza, como señaló un comunicado de la Delegación del Gobierno en Melilla.
Tradicionalmente relacionado con la piratería berberisca afincada en la costa norte de Marruecos, la primera fecha de referencia al mismo que hemos encontrado es de 1506, cuando mosén Berenguer Doms acosó Vélez y Tetuán, bases de corsarios[1].
Situado en una posición intermedia entre Ceuta y Melilla, dista 117 km de la primera y 128 de la segunda; a unos 80 metros de la costa, frente a la desembocadura del río Bades y de la ciudad del mismo nombre, hoy desaparecida. Como consecuencia del temporal de 1934, surgió una lengua de tierra que lo convirtió en península. Sus dimensiones son: 260 m de largo, 100 de ancho y 90 de altura.
Los bosques que antaño poblaron la zona, el seguro fondeadero formado por la desembocadura del río y la fortaleza del Peñón convirtieron al conjunto en un bastión inexpugnable al servicio del señor de Bades, figura importante entre los numerosos piratas que poblaban la costa[2].
Las acciones que desde allí se realizaban contra el litoral español suponían un constante peligro para la seguridad de sus habitantes y del tráfico marítimo. Sin embargo, su primera ocupación no fue producto de una operación premeditada, sino el resultado de una reacción genérica a una acción pirática y la iniciativa de un general como Pedro Navarro, acostumbrado a luchar contra ellos y a aprovechar cuantas oportunidades se le presentaban para batirlos.
En efecto, como consecuencia de la conquista de Mazalquivir, en Agosto de 1505, el rey Fernando el Católico decidió que era necesario completar lo hecho mediante la ocupación de Orán. Para dirigir la operación designó a Pedro Navarro.
A principios del verano de 1508, unos piratas africanos efectuaron una incursión por las costas de Andalucía, saqueando y destruyendo diversos lugares y llevándose numerosos cautivos. Con tal motivo, D. Fernando ordenó a Pedro Navarro que, aplazando cualquier otro proyecto, saliera inmediatamente en persecución de la flota pirata.
Éste cumplió la orden con total eficacia logrando darles alcance, apresar algunas de sus naves y recuperar gran parte de lo robado. Pero, no contento con ello, siguió al resto de los buques piratas hasta su refugio del Peñón de Vélez de la Gomera que se hallaba poderosamente fortificado y guarnecido.
Navarro introdujo sus naves entre el peñón y la ciudad de Bades, y creyendo los moros que el ataque iba dirigido a ésta abandonaron el primero, que fue ocupado por los españoles el 23 de Julio de 1508, perdiendo así el enemigo una de las más importantes bases de la que se servía para hostilizar nuestras costas. Inmediatamente levantaron un castillejo, cavaron un pozo para recoger agua de lluvia y construyeron una grúa de la que poder colgar un pequeño bergantín para que les sirviera de enlace con Málaga, Melilla o Cazaza, ante cualquier evento.[3]
Esta ocupación suscitó la protesta del rey de Portugal, alegando que vulneraba los tratados de Alcaçobas y Tordesillas, por los que se reconocía a los lusitanos la exclusividad de la conquista del reino de Fez (Alcaçobas), a cuyos derechos renunciaba Castilla, salvo la región que rodeaba Melilla (Tordesillas).
Pero mientras se discutía sobre el particular, los moros atacaron con grandes contingentes la plaza de Arcila, ocupada desde hacía tiempo por los portugueses. Dado que el rey luso no disponía de fuerzas suficientes para socorrerla, recurrió a su suegro, Fernando el Católico, que ordenó a Pedro Navarro que acudiese en apoyo de la misma.
El agradecimiento por el auxilio prestado, los deseos de conservar la paz lograda y, quizás, el forzoso reconocimiento de un hecho consumado, posiblemente influyeron para que en el Tratado de Cintra (18 de Septiembre de 1509), se estableciera que la zona española en el Norte de África comenzaba seis leguas al Oeste del Peñón de Vélez de la Gomera y se extendía hacia el Este. Portugal tendría desde este límite hacia el Oeste, con toda la costa occidental menos la torre de Santa Cruz del Mar Pequeña, cuyos derechos de posesión se reconocían a España plenamente.
Mantenerse en el islote constituía una hazaña diaria por cuanto, de la misma forma que ocurriría en los territorios del Rif, cinco siglos más tarde durante la Guerra de Marruecos, hasta la obtención del agua, de la que carecía el Peñón, suponía un combate.
Asimismo, el Peñón de Vélez era para los piratas algo similar a lo que el Peñón de Argel suponía para los argelinos. En primer lugar un agravio para su orgullo y, en segundo, una vigilancia permanente para sus actividades delictivas. Así pues, solicitaron ayuda para expulsarlos al sultán de Fez, pero este ocupado en sofocar las luchas internas del reino, no podía prestársela, de modo que acudieron a Barbarroja, que sí lo hizo.
Asediada la plaza, sobre la que la leyenda alienta la posibilidad de una traición, en Diciembre de 1522 cayó en poder de los sitiadores tras la muerte de todos sus defensores.
De esta forma, los piratas volvieron a poseer una magnífica base para actuar sobre las costas andaluzas, donde los moriscos expulsados de Granada, seguían manteniendo relaciones que les facilitaban la información necesaria par sus lucrativas incursiones.
Después de dos intentos fallidos para recuperarlo, en 1525 y 1563, a cargo del marqués de Mondéjar y Sancho de Leiva respectivamente, en Septiembre de 1563 se celebraron Cortes en Monzón en las que se puso de manifiesto la absoluta necesidad de actuar contra los focos de piratería que asolaban nuestras costas desde el Norte de África. Felipe II accedió a ello, de modo que se armó en Málaga una flota al mando de García de Toledo, la cual se dirigió hacia el Peñón en los primeros días de Septiembre de 1564. Ante su sola presencia, los moros abandonaron la fortaleza que fue ocupada por los españoles, si bien una fuerza de desembarco hubo de combatir para expulsar a la población de la inmediata ciudad de Bades. Se demolieron las murallas de ésta y cuantos edificios pudieran servir para agredir al peñón, edificándose un pequeño fuerte que suponía el apoyo de la defensa en tierra firme.
A partir de entonces el peñón ha estado permanentemente en manos españolas, si bien, como consecuencia de su proximidad a tierra y su aislamiento, debido a la distancia que lo separa de las plazas de Ceuta y Melilla o de las costas peninsulares, sufrió, a lo largo de los dos siglos siguientes, frecuentes agresiones, destacando las de[4]: 1672, 1680 y 1702.
La última acción de importancia de la que tenemos constancia se produjo en 1775, cuando el monarca marroquí, como un episodio más del sitio de Melilla, envió un fuerte contingente para sitiarla.
Ninguna de ellas tuvo éxito y hoy el peñón de Vélez de la Gomera sigue perteneciendo a España.
[1] SÁNCHEZ DONCEL, Gregorio: Presencia de España en Orán (1509-1792). Imprenta KADMOS, S.C.L. Toledo 1991. p, 128.
[2] GIL RUIZ, Severiano y GÓMEZ BERNARDI, Miguel. Melilla. Apuntes de su historia militar. V Centenario de Melilla SA. 1996. p, 71.
[3] SÁNCHEZ DONCEL, Gregorio: Presencia de España en Orán (1509-1792). Imprenta KADMOS, S.C.L. Toledo 1991. p, 128.
[4] SERVICIO HISTÓRICO MILITAR Tomo I. Historia de las campañas de Marruecos. Imprenta del Servicio Geográfico del Ejército. Madrid, 1947. pp, 100 a 103.
No hay ningún comentario