Redacción.
Estados Unidos ha proseguido, con más intensidad, los ataques aéreos contra los yihadistas en el norte de Irak tras el asesinato del periodista James Foley y la amenaza del Estado Islámico de matar a otro ciudadano estadounidense.
La ofensiva aérea de Estados Unidos sobre Irak se inició el pasado 8 de agosto y desde entonces los bombardeos se han producido de forma ininterrumpida en esa zona del norte del país.
En el día de ayer atacaban los alrededores de la presa de Mosul, enclave estratégico que se encontraba en poder del EI desde hace más de dos semanas. La presa que abastece de agua y electricidad a más de 3 millones de personas, fue recuperada por el Ejército de Irak y las tropas kurdas a principios de semana.
Mustafa Said Qadir, el ministro kurdo encargado de las fuerzas de defensa, aseguraba al diario El País que los ataques aéreos de los EEUU están siendo muy efectivos, y «rebajan la moral del Estado Islámico y eleva la de los peshmergas (fuerzas kurdas)».
Los ataques se han visto intensificados (sólo ayer se producían seis incursiones) desde la difusión por parte del Estado Islámico del vídeo en el que se mostraba la decapitación del periodista estadounidense James Foley, y la difusión de otras amenazas a través de las redes sociales.
Ampliar los bombardeos
El éxito de lo ataques abre la posibilidad de ampliar los bombardeos a otras zonas del país que también se encuentran bajo el control del Estado Islámico, una decisión que en principio no se tomaría hasta la formación del nuevo Gobierno de Haider el Abadi. Una decisión delicada, ya que bombardear determinadas posiciones de los yihadistas supone el riesgo de causar bajas civiles.
El primer ministro iraquí reconoce que los yihadistas han aprovechado la debilidad de las fuerzas kurdas que carecen de armamento moderno e incluso munición suficiente: «nuestras armas son aún las que capturamos a la caída de Saddam. Bagdad no nos ha permitido modernizar nuestro arsenal».
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