La primera vez que tuve noticia de la propuesta institucional promovida por el coronel de Aviación D. Julio Serrano Carranza, al poner el foco sobre la incongruente denominación que, a día de hoy, todavía reciben nuestras Fuerzas Armadas (FAS), volvió a asaltarme esa “certeza” de que el que es militar lo es para siempre y me vino a la mente aquella máxima que alude a los militares al afirmar que «no hay nada más reservado que un militar en activo, ni más activo que un militar en la reserva».
Tras cuarenta años de servicio en el Ejército del Aire y su reciente pase a la situación de reserva, el haber estado destinado en diferentes unidades tanto en el ámbito nacional como internacional, le ha permitido al Cor. Serrano obtener una visión nítida de determinadas “incoherencias institucionales”, verdaderos “bancos pintados” que, a lo largo de nuestra historia, persisten sin que nadie ponga remedio por subsanarlos.
El Cor. Serrano es Diplomado de Estado Mayor por la Escuela Superior de las Fuerzas Armadas y especialista en guerra electrónica, telecomunicaciones e inteligencia de señales. Desde que obtuviera su empleo de Teniente de Aviación en 1984, su perfil profesional le ha permitido instruirse y cumplir con sus funciones en unidades tan destacables como son el Centro de Inteligencia Aérea (CIA), el CESEDEN o el Gabinete del JEMA. En su último destino desempeñó su cargo como Jefe del Acuartelamiento Aéreo de Tablada en Sevilla y Comandante Militar Aéreo del Aeropuerto de Sevilla, Jerez de la Frontera y el helipuerto de Algeciras. Cuenta con numerosas condecoraciones tanto militares como civiles y es autor de varias obras, habiendo colaborado ampliamente con la revista de Defensa, Ejército de Tierra y Ejército del Aire entre otras.
En agosto de 2018 pasó a la situación de reserva y actualmente trabaja en el mundo de la empresa aeronáutica.
PREGUNTA: Usted pone sobre la mesa una interesante propuesta cuya meta, a grandes rasgos, persigue que nuestros Ejércitos y Armada reciban la denominación de “Real Ejército de Tierra”, “Real Armada” y “Real Ejército del Aire” ¿Cuáles son los cimientos que fundamentan dicha propuesta?
RESPUESTA: Todos somos conscientes que vivimos en el Reino de España, regidos por una Monarquía Parlamentaria en donde S.M. El Rey no sólo es Jefe del Estado, sino también Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas (FAS) que tienen como regla moral de dicha institución las Reales Ordenanzas y que sus integrantes son nombrados oficiales o suboficiales, en sus respectivas academias militares, en una ceremonia de entrega de los Reales Despachos.
Por otro lado, a ningún compatriota se le escapará, que el Escudo Nacional que blandea en nuestra Bandera rojigualda, así como los emblemas de nuestros ejércitos y armada y los escudos que representan a sus diferentes mandos y unidades, timbran en su cenit la Corona Real, símbolo de la soberanía nacional.
De ahí que, a pesar de los argumentos anteriormente expuestos, permanezca paradójicamente esta situación actual de “incoherencia institucional”, como la he dado en llamar, los mismos años que la promulgación de nuestra Carta Magna de 1978, sin que nuestros ejércitos y armada sean designados con el apelativo de reales.
P. ¿Incide esta cuestión en las misiones de paz en el exterior en las que participan nuestras FAS?
R. Por supuesto que sí. De hecho, esta situación paradójica, a mi modo de ver, se agudiza aún más en los escenarios de operaciones de paz en las que participan nuestros ejércitos y armada en este tipo de misiones.
Hay que tener en cuenta que España forma parte de estas misiones conjuntamente con países aliados, amigos, y algunos casos, también monárquicos, como Reino Unido, Dinamarca, Noruega, Bélgica, Canadá, Australia o Marruecos, entre otros.
En este caso, la designación para referirse a nuestras FAS, sigue la misma tendencia, pero en este caso en idioma inglés. Así, en lugar de ser denominados nuestros ejércitos y armada como Royal Spanish Army (RSPA), Royal Spanish Navy (RSPN) y Royal Spanish Air Force (RSPAF), son designados como Spanish Army (SPA), Spanish Navy (SPN) y Spanish Air Force (SPAF), más propio para identificar a las FAS de una república que a las de una de las monarquías más antiguas del mundo, como es la española.
P. ¿Esta circunstancia se da en otros ámbitos sociales o institucionales de nuestro país?
R. Evidentemente que sí, pero de un modo más apropiado y correcto a la hora de designar a instituciones, asociaciones o clubes deportivos, entre otros.
Así podríamos referirnos, por ejemplo, a la Real Academia Española (RAE), de la Historia, o de Bellas Artes de San Fernando; así como a colegios y asociaciones profesionales, clubes deportivos (Real Madrid, Real Zaragoza, Real Betis Balompié, etc.), incluso asociaciones de veteranos como la Real Hermandad de Veteranos de las FAS y Guardia Civil, hermandades rocieras como la Real Hermandad Castrense del Rocío o bien cosos taurinos, como la Real Maestranza de Caballería de Sevilla.
P. ¿Cuándo y cómo nace la idea para poner en marcha esta iniciativa?
R. Debo reconocer que, aunque he participado en numerosas maniobras con otras fuerzas aéreas, y he estado destinado en puestos OTAN, en un entorno multinacional entre ellos de países monárquicos, considero que también me he dejado llevar por esta tendencia permisiva de asumir lo que en el argot militar denominamos “banco pintado”. Es decir, decisiones u ordenes que, si bien en su día tuvieron su lógica y razón de ser, con el paso del tiempo la han perdido, pero sin embargo perduran en el tiempo hasta nuestros días, sin que nadie tome las medidas oportunas para rectificar dicha decisión.
Tal vez, mi nueva situación en la reserva, al ver este asunto desde otra perspectiva, sea lo que me haya animado a iniciar esta propuesta institucional.
P. ¿Cómo se podría explicar, históricamente, la denominación real de nuestros ejércitos y armada a través del tiempo?
R. La transformación más relevante en la organización de nuestros Ejércitos y Armada acontece con la llegada a España de la dinastía de los Borbones, con la proclamación en el año 1700 del rey Felipe V. De hecho, es con motivo de dicho reinado, cuando se comienza a utilizar los términos de Reales Ejércitos y Real Armada, alcanzando su cenit el llamado “ejercito real”.
Así, a diferencia de los ejércitos de los Austrias, en la que la formación de los oficiales era inexistente, excepto para artilleros e ingenieros; Felipe V dispone que “en cada compañía se reciban diez cadetes, nobles e hidalgos, que se distinguirán de los demás por el servicio y la paga”; apareciendo así, de forma rudimentaria, la formación del cuerpo de oficiales y las academias militares. Por otro lado, y de forma similar a la composición del ejército francés, los famosos tercios españoles se transforman en regimientos, al mando de un coronel.
Sin embargo, es a partir de 1808, a raíz de la Guerra de la Independencia, cuando comienza el cambio más significativo en nuestro ejército y armada. Así, si bien hasta 1808 tenían la designación de real, es a partir de este año y hasta 1812 cuando pasa a denominarse “juntero”. Ya que, ante el vacío de poder que deja la “incapacidad para reinar” del rey Fernando VII, corresponde a las Juntas provinciales el reclutamiento, formación, nombramiento de oficiales y generales; así como la estrategia a seguir en el campo de batalla de sus propias fuerzas contra el ejército francés.
P. ¿Existe alguna motivación histórica que justifique esta discrepancia en la denominación de nuestros ejércitos y armada?
R. La Constitución de 1812 constituye el verdadero punto de inflexión en la creación del “ejército nacional” con una dependencia más directa de las Cortes, donde reside la soberanía nacional, en lugar del “ejercito real” más vinculado al poder omnímodo y posterior absolutista del monarca Fernando VII.
En sus diferentes artículos, se empieza hablar por vez primera de España, nación, patria y los deberes y derechos de sus ciudadanos, en particular, de la defensa del suelo patrio.
P. ¿Entonces, esta propuesta institucional pretende pasar del “ejército nacional” a un “ejercito real”? ¿Estamos volviendo a la época anterior a la Constitución de Cádiz?
R. Como bien sabes, los amantes de la historia de España, la solemos releer con cierta frecuencia, más que nada para hacer valoraciones y aprender de sus enseñanzas. Eso sí, siendo conscientes que debemos de guardar las distancias oportunas con respecto al momento social y político que estamos estudiando y nuestros días.
La realidad de la España de 1812, cuando se proclama la Constitución en las Cortes constituyentes de Cádiz, es un momento muy especial, pero también muy crítico de nuestra historia. Estamos en tiempos de guerra, luchando contra el poderoso ejército francés que ha invadido el suelo patrio y está arrasando todo lo que encuentra a su paso.
Sin embargo, hoy en día, hablar de las Reales Fuerzas Armadas, es fortalecer los valores de un estado social, democrático y de derecho como es el Reino de España, con el firme respaldo de la Constitución y la Corona, gracias a la cual podemos seguir disfrutando de nuestras libertades. En este caso, y sin lugar a dudas, hablar de “ejército real” y “ejército nacional” es hablar de una misma institución, no existiendo la dicotomía que existió en aquellos tiempos pasados de la Guerra de la Independencia.
En cierto modo, y en referencia al texto constitucional de Cádiz, con esta propuesta también se pretende recuperar la esencia y el espíritu de libertad, democracia y derechos de los ciudadanos españoles que aquellos diputados quisieron plasmar en su redacción, en donde podemos leer en uno de sus artículos: “El amor a la Patria es una de las principales obligaciones de todos los españoles…”.
P. ¿Por qué es tan importante un hecho como este?
R. La importancia radica en llamar a las cosas, en este caso a las instituciones del estado, por su nombre, como deberían llamarse por las razones expuestas anteriormente. Consiste en ser coherente con nuestra historia y nuestra realidad política y social, así como con la forma de gobierno.
Con la aprobación de esta propuesta institucional, podríamos desechar por fin las preguntas inquisitivas de compañeros de otras fuerzas armadas ante la sorpresa de nuestra designación; cayendo, en ocasiones, en la manida contestación de afirmar aquello de: “Spain is different”.
Y efectivamente somo diferentes, pero en solidaridad, ingenio, talento, vitalidad y otros valores intangibles que adornan la idiosincrasia de los moradores de esta piel de toro. Sin embargo, no deberíamos ser diferentes en mantener situaciones y denominaciones injustificables e incoherentes con nuestra realidad política e institucional.
P. ¿Cómo podría hacerse efectiva dicha modificación?
R. No es una tarea fácil. Existe muchas disposiciones legales, entre ellas nuestra Carta Magna en su artículo 8, que habría que modificar con la nueva denominación para nuestros ejércitos y armada. Pero estoy seguro de que nuestros legisladores sabrían encontrar la mejor solución para solventar este escollo, más que justificado.
P. La Marina Real Británica, la Real Fuerza Aérea Noruega, el Real Ejército Danés ¿Tan extraño resultaría hablar de una “Royal Spanish Air Force”?
R. Pues a simple vista, no. Seria de lo más sensato, razonable y de una lógica aplastante. Sin embargo, la actual denominación ha perdurado entre nosotros muchos años, demasiados, de ahí que resulte difícil modificar una situación que se ha enquistado con el tiempo.
P. En España acudimos continuamente a ejemplos procedentes de otros países en busca de referentes ¿A qué se debe esa falta de naturalidad con lo propio?
R. Desde mi punto de vista, considero que los españoles adolecemos de cierto orgullo patrio, cayendo en una cierta vergüenza a la hora de exteriorizar nuestros símbolos y tradiciones centenarias.
Sin embargo, somos bastantes permisivos a la hora de acoger costumbres foráneas, aunque carezcan de mucho sentido en nuestra sociedad.
P. Con el uso irresponsable que últimamente le damos al lenguaje, propuestas como la que plantea parecen invitar a recuperar ese respeto por las palabras ¿Forma parte del mensaje o es una característica accesoria de la iniciativa?
R. Realmente consiste en llamar a las cosas por su nombre, sin entrar en un lenguaje ambiguo o bien protocolariamente correcto.
No deberíamos jugar con el lenguaje a nuestro capricho. Máxime con la riqueza que tiene nuestra lengua castellana. Si somos una monarquía, no deberíamos denominar indebidamente a nuestros ejércitos y armada como si perteneciesen a una república, en lugar de hacerlo en consonancia a una de las monarquías más antiguas del mundo a la que representan.
P. ¿Cree que ejemplos como la iniciativa que defiende podrían contribuir a fomentar una visión más crítica y menos ideológica de nuestra historia y realidad actual?
R. Bueno, realmente es una más de las que existen en la realidad española, si bien es muy significativa, ya que estamos diciendo a los demás lo que somos, con un lenguaje claro, concreto y preciso, en el que no caben ambigüedades posibles.
P. Con suerte el próximo 1 de junio en la capital hispalense, en el Día de las Fuerzas Armadas, podríamos verlos desfilar por primera vez bajo la denominación de “Reales Fuerzas Armadas del Reino de España” ¿Qué significaría esto para usted?
R. Indudablemente, sería una gran satisfacción, máxime en una ciudad tan entrañable para mí como Sevilla, que está celebrando el V Centenario de la primera circunnavegación al Mundo por la expedición Magallanes- Elcano.
P. ¿Hay alguna otra cuestión o aspecto que le gustaría destacar?
R. Tan sólo quisiera agradecer al Campus Internacional para la Seguridad y Defensa (CISDE), y en particular al Observatorio de Seguridad y Defensa, por esta oportunidad que me brinda a la hora de difundir esta propuesta institucional entre todos sus lectores.
Especial gratitud al presidente de CISDE, mi buen amigo Carlos González de Escalada, por su constante impulso a la cultura de defensa, en aras a dar a conocer, aún más, la organización, misiones e historia de nuestras Fuerzas Armadas, y al autor de este trabajo Iván Mateos, por tu amable atención y facilidades ofrecidas para llevar a cabo esta entrevista.
Gracias a usted por atendernos mi coronel.
Seguiremos de cerca los progresos de esta interesante iniciativa.
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