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Las dificultades de las operaciones de contrainsur...

Las dificultades de las operaciones de contrainsurgencia

Por G.B. D. Agustín Alcázar Segura (R).

Se define la insurgencia como el movimiento violento organizado que emprende una lucha prolongada con la finalidad de cambiar el orden político establecido.

Las causas que subyacen en el origen de una insurgencia son muy variadas, ya que incluyen  conflictos políticos, sociales y económicos, con sus secuelas de corrupción y pobreza, o bien religiosos y étnicos. En la mayoría de las ocasiones suelen ser el resultado de aspiraciones insatisfechas de la población, que aún en el caso de que puedan ser manipuladas, son percibidas por ésta como legítimas.

Con excesiva frecuencia, este movimiento insurgente origina allí donde se produce, una situación de caos y de ingobernabilidad que provoca que las organizaciones internacionales (ONU, UE, OTAN,…) decidan intervenir para: prevenir conflictos; establecer, imponer, mantener o consolidar la paz.

No obstante, si bien el objetivo final es restablecer la paz, y aunque el componente principal de los contingentes internacionales que acudan para llevar a cabo estas misiones sea el militar, es preciso tener en cuenta toda una gama de circunstancias que a continuación desarrollamos.

Dadas las características del problema que ha causado la insurgencia, la solución del problema no será sólo militar. La acción militar tendrá una intensidad variable, en función del momento y circunstancias, pero nunca será exclusiva y nunca excluyente. Será preciso la aplicación de todo tipo de medidas (diplomáticas, políticas, económicas, etc.), aplicadas en todos los niveles, de manera coordinada y sincronizada.

En todo caso, las actuaciones militares han de ser valoradas pensando en los efectos inmediatos y sucesivos que puedan producir y de cómo influirán en: la población local, la propia insurgencia, la opinión pública internacional y de la nación que proporciona el contingente que actúa.

Dado que en la mayor parte de los casos las fuerzas contrainsurgentes serán de fuera delpaís, la condición de extranjeros normalmente constituye un factor de debilidad[1]. La dificultad de entender otra sociedad, otras costumbres y formas de vida facilita puede favorecer la comisión de errores u ofensas hacia la población local, pese a los esfuerzos que se hagan en ese sentido; por otra parte, las razones por las que una fuerza militar se desplaza a otro país a cumplir una misión, por legítima que ésta sea, siempre pueden ser presentadas por parte de los descontentos como una colonización, un nuevo acto de imposición sobre otros pueblos.

No obstante estas dificultades, a veces muy difíciles de superar, es preciso tener en cuenta que la lucha real debe ser la de la población contra la insurgencia y, por tanto, todas las acciones han de ir dirigidas a ayudar a ésta a vencerla. De no ser así, la  insurgencia las utilizará presentando al extranjero como invasor.

Es por ello, que resulta indispensable conseguir que la población coopere y acabe asumiendo el protagonismo en la lucha contra la insurgencia, tome las riendas de su sociedad y trabaje activamente para retornar a situaciones de normalidad.

La victoria sobre la insurgencia ha de ser alcanzada por la población anfitriona, con la total colaboración de las fuerzas extranjeras, pues de no ser así, pese al tiempo que éstas permanezcan en el país, el repliegue se producirá indefectiblemente y si la insurgencia ha logrado sobrevivir o si la sociedad no ha alcanzado un grado de autogobierno suficiente y fuerte, todo el trabajo se vendrá rápidamente abajo.

El ideal es que las naciones que proporcionan los contingentes de la contrainsurgencia asuman el compromiso de no abandonar a la nación anfitriona hasta que se hayan alcanzado los objetivos que motivaron al despliegue. Pero, lamentablemente, no siempre se produce así. Con frecuencia, las bajas, el cansancio, los costes y la presión de la opinión pública, fuerzan a las naciones a buscar  una solución de compromiso, con lo que todo el esfuerzo realizado no habrá servido para casi nada.


[1] Durante la ocupación de Afganistán por parte de la antigua Unión Soviética, la pléyade de señores de la guerra, tribus y grupos armados sólo tenían un objetivo común: acabar con el invasor, invasor que era extranjero e infiel. Tras conseguirlo, al desaparecer el único elemento que mantenía un cierto grado de cohesión, siguieron peleando entre ellos.