Por GB D. Agustín Alcázar Segura (R)
Director del Curso “Historia militar de Gibraltar”
Introducción
En el artículo X del Tratado de Utrech se señalaba como El Rey Católico, por si y por sus herederos y sucesores cede por este Tratado a la Corona de la Gran Bretaña la plena y entera propiedad de la Ciudad y Castillo de Gibraltar juntamente con su puerto, defensas y fortalezas que le pertenecen
En esta redacción los límites de la plaza, tanto terrestres como marítimos, no resultaban nítidamente definidos, lo que con el correr de los tiempos provocó multitud de problemas que, ya rebasada la primera década del siglo XXI, aún no han sido resueltos y son causa de fricción entre las autoridades españolas y británicas.
La prepotencia británica, unida a la buena voluntad española unas veces, a la incapacidad militar otras y a la desidia las más, han provocado que, a lo largo de los tres siglos que dura la permanencia de Gran Bretaña en este territorio español, haya ido usurpando por la vía de los hechos consumados un espacio territorial que nunca se cedió en el malhadado Tratado de Utrech.
Pimera línea fronteriza
Según lo dispuesto en dicho Tratado, se entendía que el límite del territorio inglés finalizaba en las mismas puertas de la plaza, por lo que no hubo necesidad de marcar otros de frontera para cada Nación; sin embargo, como no era lógico situar los centinelas españoles al pie mismo del glacis[1], se les retiró a una distancia prudencial, aprovechando al efecto los edificios más próximos que en aquella época existían en el terreno exterior para situar en ellos nuestros puestos avanzados. Estos edificios eran la Torre del Diablo y la Torre del Molino.
Segunda línea fronteriza
Como quiera que dichos puestos estaban al alcance de los fuegos de fusilería de la plaza, durante el décimo tercer asedio a la plaza (30/Enero/1727 a 6/Marzo/1728), hubo que replegarlos a retaguardia.
Finalizado el asedio, y como consecuencia de una reclamación hecha por el Ministro de Inglaterra, D. Benjamín Kane, se ordenó por Real disposición de 20 de Mayo de 1728 que, hasta que el Congreso que había de reunirse en Soisson decidiera sobre el verdadero sentido del artículo 10 del Tratado de Utrech, se retirasen nuestras fuerzas de aquellos puestos avanzados, en la inteligencia de que tampoco habían de ocuparlos las fuerzas inglesas.
Una nueva nota del Ministro inglés dio por resultado otra Real Orden de 21 de Junio siguiente disponiendo que hasta la resolución del mencionado Congreso, el terreno que se disputaba “se regulase en secreto”, y que entre tanto nuestras tropas se retirasen a distancia del alcance de “punto en blanco” de las piezas de la fortificación más avanzadas de la plaza, y que no se pusieran centinelas ni patrullas en dichos terrenos, allanándose las líneas, baterías y cualquier obra que existiese en ellos.
Según el antiguo Tratado de Artillería del Teniente General D. Tomás de Morla, en aquella época se denominaba alcance de “Punto en blanco” al obtenido apuntando por el raso de metales con la pieza horizontal y cargada con una cantidad de pólvora igual al tercio del peso del proyectil. El alcance del “Punto en blanco” de las piezas de a 24 obtenido por este procedimiento era de unas 360 a 410 toesas (702 a 799 metros).
A retaguardia de esta línea se estableció un campamento de barracas donde se instalaron las fuerzas que quedaron de vigilancia frente a la plaza al retirarse el grueso del ejército que había asistido al sitio.
Tercera línea fronteriza
En 1731 se iniciaron unas obras situadas a retaguardia del campamento de barracas al que hemos hecho mención, que tomaron el nombre de “Línea de Gibraltar”.
Para su emplazamiento se tomó una distancia igual al doble de la línea de “punto enblanco”.
Esta Tercera Línea consistía, empezando por el Este, en un fuerte que se llamó Fuerte de Santa Bárbara, continuaba por lo que se denominaba la “Línea de Contravalación”[2], y finalizaba en el Fuerte de San Felipe, sobre la orilla atlántica del Istmo.
Cuarta línea fronteriza
En 1811, ya en plena Guerra de la Independencia, el Mariscal francés Soult ordenó tomar Tarifa. La operación resultó un fracaso para las armas invasoras, sin embargo, este intento sobre Tarifa constituyó una buena excusa para los ingleses, quienes alegaron que si los fuertes de La Línea cayeran en manos de los franceses la plaza de Gibraltar se vería gravemente amenazada, por lo que solicitaron de las autoridades españolas su destrucción.
Así pues, con el consentimiento de España, que no consideró oportuno negarse entonces a semejante petición, dada la ayuda que nos prestaba Gran Bretaña y el propio Gibraltar, se procedió a su voladura el 14 de Febrero de 1812.
No obstante, enseguida se rehabilitaron los cuerpos de guardia de San Felipe y Santa Bárbara, así como una serie de barracones y garitones de piedra, que definieron la nueva “Cuarta línea fronteriza”, que fue modestamente denominada “Línea de Banquetas”.
Finalizada la Guerra de la Independencia, se pensó reconstruir la Línea de Gibraltar elaborándose varios proyectos, pero definitivamente ninguno de ellos se llevó a efecto.
Ocupación de la zona neutral por los ingleses
En 1815 se declaró en Gibraltar una epidemia de fiebre amarilla, que diezmaba la población. Dado el agradecimiento de España por la ayuda prestada por Inglaterra durante la recién finalizada guerra, unido a un deber de humanidad, se les autorizó a que establecieran un campamento provisional en el campo exterior, donde la terrible epidemia no causaba víctimas, mientras que en la apiñada ciudad la mortalidad era terrible.
Lo que las circunstancias impusieron en aquel año vino a convertirse en abuso en los sucesivos, pues so pretexto de prevenir el mal, se estableció la costumbre de acampar, en el verano, en aquellos terrenos parte del vecindario y de la guarnición.
En el año 1819, los ingleses establecieron un cordón sanitario para la incomunicación con la plaza y al efecto colocaron 14 garitas para los centinelas y tres cuerpos de guardia de madera donde se alojaba la fuerza que daba el servicio. Aquellas garitas estaban situadas a 700 varas (589 metros) del sitio en que se hallaba el rastrillo de nuestra antigua Línea.
Pese a las reclamaciones de los Comandantes Generales del Campo de Gibraltar, aquellas permanecieron en los lugares señalados, y dado que la reglamentación inglesa del momento determinaba que ningún centinela podía permitir que se le acercase a menos de 100 yardas ninguna fuerza armada, los británicos además de haberse posesionado del terreno neutral provisional, limitado al Norte por la línea de centinelas, lo amplió de hecho en una nueva franja de cien yardas de profundidad, en la que ejercían sus funciones sus centinelas y sus agentes de policía.
La verja de Gibraltar
Mediante un comunicado dirigido a las autoridades españolas, fechado el 5 de Agosto de 1908, los británicos decidieron la construcción de una verja que separase físicamente Gibraltar del resto de España, situada a 750 metros del límite pactado en el Tratado de Utrech.
Pese a las protestas españolas, la verja quedó finalizada el 30 de Septiembre del año siguiente, materializándose definitivamente los límites de la apropiación de un territorio español sobre el que no tenía derecho alguno.
[1] Glacis: Franja de terreno en suave pendiente desde el borde de la contraescarpa del foso hasta confundirse con el suelo natural circundante.
Contraescarpa: Zona ancha y profunda que suele preceder a una muralla, a la que protege de la zapa y dificulta la aproximación de la infantería. Su vertiente a la muralla se denomina escarpa y hacia el espalto contraescarpa.
[2] También llamada Línea de Gibraltar, consistía en un sistema de fortificaciones para defender el istmo de Gibraltar frente a incursiones británicas y ante el temor de las autoridades españolas de que el Reino Unido pudiera ampliar sus dominios extendiéndose más allá del Peñón de Gibraltar
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