Redacción.
Este fin de semana se ha dado el primer paso del que podría ser el final de un conflicto que dura 50 años, al firmarse un acuerdo entre el Gobierno de Colombia y las FARC sobre el problema agrario.
Tras seis meses de complicadas negociaciones, la guerrilla colombiana y el gobierno de Juan Manuel Santos han llegado a un acuerdo sobre el primero, y quizá el más difícil, de los seis puntos que ambas partes tienen en la agenda de negociaciones para alcanzar la paz.
Aunque como ha querido aclarar jefe de la delegación del Gobierno, Humberto de la Calle, al igual que ocurre con los otros cinco puntos de la agenda, este primero sólo se implementará en caso de llegarse a un acuerdo global: “una vez que tengamos ese documento final, será sometido a la ratificación de los ciudadanos, por medio de un mecanismo de refrendación popular. Serán los colombianos en última instancia los que digan si quieren o no este acuerdo”.
Este domingo se leyó un comunicado en La Habana, que bajo el título Hacia un nuevo campo colombiano: Reforma rural integral, recoge acuerdos sobre, infraestructura y adecuación de tierras, desarrollo social, economía solidaria y cooperativa, subsidios, créditos o políticas alimentarias.
Según el Gobierno con el acuerdo también se quiere conseguir que “el mayor número de habitantes del campo sin tierra o con tierra insuficiente, puedan acceder a ella” y para lo que se creará un Fondo de Tierras para la Paz.
Un largo camino por delante
A pesar de que aún queda un largo camino por recorrer, ambas partes se han mostrado optimistas en alcanzar un acuerdo de paz que el pueblo colombiano demanda, y que ponga fin a medio siglo de conflicto.
Se reaviva así la esperanza de paz rota en 2001 tras el último intento de negociación para la paz.
De todas formas, existen importantes diferencias entre las partes en puntos fundamentales que será necesario resolver, como la explotación minera, la tenencia de la tierra o el reconocimiento por parte de las FARC de la apropiación de tierras por la fuerza y el desplazamiento de miles de campesinos, tierras que se encuentran ahora en manos de testaferros.
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