Por GB. D. Agustín Alcázar Segura (R)
En el acto de Jura de Bandera el Jefe de la Unidad que toma el juramento o promesa pronunciará la siguiente fórmula: ¿Juráis o prometéis por vuestra conciencia y honor cumplir fielmente vuestras obligaciones militares, guardar y hacer guardar la Constitución como norma fundamental del Estado, obedecer y respetar al Rey y a vuestros jefes, no abandonarlos nunca y, si preciso fuera, entregar vuestra vida en defensa de España?». A lo que los soldados contestarán: «¡Sí, lo hacemos!».
Con este juramento el soldado se compromete con la sociedad a la que jura defender, a sacrificar, si fuera preciso, lo más preciado que un mortal tiene, que es la vida.
Un compromiso tan grande y de tan drásticas consecuencias no es frecuente, lo que nos lleva a hacernos algunas preguntas tales como: ¿Por qué lo hace? ¿Qué le impulsa a poner en peligro el bien más preciado que posee? ¿Por qué echa sobre sus espaldas una carga tan pesada?
La respuesta no puede ser más que: porque ama a su Patria, porque cree en los principios generales que emanan de la Constitución, porque hace suyo ese artículo de la misma que dice que los españoles tienen el derecho y el deber de defender a España, y porque asume el papel que España ha adquirido de participación activa en las grandes cuestiones internacionales.
Es evidente que el soldado, al ingresar en las filas de los Ejércitos posee ya innatas una serie de cualidades y de aptitudes que le predisponen para asumir, en principio, los fines y los avatares de la profesión militar. Sin embargo esas actitudes se verán incrementadas y se perfeccionadas con la instrucción y el adiestramiento continuo en las Unidades, lo que le permitirá alcanzar una adecuada preparación física, adquirir los necesarios conocimientos técnicos para el desarrollo de sus cometidos profesionales y robustecer las cualidades del espíritu que le han motivado en su vocación de soldado.
Con la preparación física, se conseguirá el fortalecimiento del cuerpo que le pondrá en disposición de soportar la dureza de la vida del soldado.
Los conocimientos técnicos son necesarios para manejar el armamento y material que vaya a emplear, para obtener de él máximo rendimiento, así como para conseguir la adecuada cohesión entre los miembros de una misma unidad, de las distintas unidades entre sí y, finalmente, entre las diferentes Armas, Cuerpos e incluso Ejércitos que constituyen las Fuerzas Armadas.
Aunque relacionada en tercer lugar pero no por ello menos importante, el fortalecimiento de sus cualidades morales adquiere una trascendencia fundamental, pues no en vano dijo Napoleón que «En la guerra, las tres cuartas partes de la batalla es moral»; para ello, habrá de reforzar esas cualidades que le han traído al Ejército y adquirir las militares que le ayudarán a mantener vivas, a pesar de las dificultades, las motivaciones que le hicieron gritar ¡Sí, lo hacemos! ante la pregunta formulada el día de su Jura de Bandera.
La formación moral se basa en el cultivo y exaltación de las cualidades militares como son: disciplina, valor, compañerismo, espíritu de sacrificio, honestidad, subordinación, abnegación, confianza en sí mismo, espíritu de equipo y un largo etcétera que incluye a cuantas ayuden a fortalecer el espíritu. Asimismo, otro aspecto que fortalece en grado sumo la moral de los Ejércitos en general y del soldado en particular es la fe inquebrantable en la legitimidad de la acción quo desarrolla, respaldada por la opinión pública nacional así como la comprensión do la finalidad de las acciones que va a emprender.
Esta formación es tanto más necesaria cuanto que la actuación de los Ejércitos no es flor de un día heroico en el que la exaltación del momento nos impulse a los mayores sacrificios, sino una labor permanente, sufrida, abnegada, callada, en la que es preciso mantener los valores con la, misma viveza que el día de la Jura de Bandera. Ser héroe un día es relativamente fácil, pero serlo todos los días es no sólo más difícil sino que es lo más importante.
Pues bien, para ser un héroe permanente siendo consciente de las dificultades que les esperan y los esfuerzos que habrá que desarrollar para superarlas, es para lo que se prepara a nuestros soldados.
Fortalecido el soldado con esta moral y adiestrado física y técnicamente de la manera expuesta, no habrá empresa que no se atreva a acometer ni dificultad que no supere, con ella en su poder hará extraordinario su armamento y constituirá un muro insalvable contra el que se estrellarán cuantos se atrevan a atentar contra los principios que sustentan nuestra sociedad.
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