Verónica Sánchez Moreno
De la Brigada de Infantería Ligera ‘Canarias’ XVI a liderar la misión de entrenamiento de la Unión Europea para Mali (EUTM-Mali), de la que ha sido general jefe durante nueve meses, hasta el pasado agosto. El general Alfonso García-Vaquero Pradal es un hombre de trato cercano, amable y sonriente, al que sus subordinados tienen en alta estima. Con una amplia carrera a sus espaldas, ya que estuvo destinado durante tres años en el Cuartel General de Reacción Rápida Conjunta en Rheinhalen (Holanda) y, con anterioridad, desempeñó la jefatura de la X Bandera ‘Millán Astray’ del Cuarto Tercio de la Legión y ejerció el mando del Segundo Tercio. Bosnia-Herzegovina, Kosovo y Líbano son otras misiones en las que participó antes de llegar a Mali. Ahora, de vuelta a España, “a casa”, se está “acostumbrando” tras un largo periodo de tiempo “en un país africano, con enfermedades tropicales, bajo amenaza terrorista”, aunque nos asegura que la “aclimatación” está siendo “fácil gracias a la familia y los amigos”.
Ha estado durante casi un año (de octubre de 2014 a agosto de 2015) al frente de EUTM Mali hasta que entregó el mando, ¿cuál es su balance?
Mi balance desde el punto de vista tanto profesional como humano es muy positivo. Dado que permaneces muchos meses allí ves avanzar la misión y cómo mejoran las fuerzas armadas a las que estamos apoyando para que sean capaces de defender su país. En nueve meses les hemos visto de ser incapaces de enfrentarse a los grupos terroristas que les hacían emboscadas y atacaban incluso comisarías y cuarteles, asaltando y robando armamento, a conseguir rechazar y neutralizar los ataques, haciendo que ya los grupos terroristas ni siquiera lo intenten. De este modo, a los militares les aumenta la moral, la población de Mali confía cada vez más en su ejército, lo que es muy bueno para la estabilidad del país, y nosotros, España, como responsables de la misión, tenemos una satisfacción tremenda.
Y desde el punto de vista humano es increíble, porque aparte, fuera ya de la misión y con fondos del Ministerio de Defensa para pequeños proyectos de desarrollo rápido, podemos ayudar a los misioneros españoles que hay allí: salesianos, Hermanas del Ángel de la Guarda, Hermanas de la Inmaculada o misioneros blancos. Poderles ayudar en el día a día es increíble, porque en el país hay una miseria tremenda, y ver a españoles que llevan viviendo en Mali, el que menos 15 años, otros 57, solo por ayudar a esos niños y mujeres que no tienen de nada, pero que son felices, eso sí.
¿Cómo es la misión EUTM-Mali para los militares españoles?
El ciclo operativo consta de una preparación intensiva, después te mandan a zona de operaciones y luego vuelves y te recuperas. Vamos rotando por unidades. Se realizan unas fases de preparación muy intensas, de dos o tres meses, para acostumbrarse tanto a las condiciones climáticas como a la forma de actuar y, sobre todo, aprender la cultura del país al que vamos. En estos escenarios es un tema complejo ya que hay que saber cómo vive la gente y entenderles para poder desarrollar nuestra labor y eso es lo más complicado. Por lo demás, nos entrenamos a diario para poder estar en condiciones de responder a las misiones que el Gobierno de la nación nos encomienda. Y nos empleamos al máximo porque lo más importante es el trabajo diario aquí en España. Estamos preparados para ir a cualquier lugar y que toda la sociedad española esté tranquila.
¿El ejército maliense es receptivo? ¿Tienen ganas de aprender?
Las misiones de adiestramiento se llevan a cabo previa petición del país, por eso se interviene para ayudarles, siempre en su apoyo. En el caso concreto de Mali son muy receptivos. Es una población que te llama la atención, que te capta en cuanto llegas. La hospitalidad y amabilidad de su gente genera una energía positiva que te ayuda muchísimo en el trabajo y son tremendamente receptivos, quizá por los problemas que tienen de falta de liderazgo. Cuando llegamos les explicamos cómo tienen que hacer las cosas. El instructor lo hace primero y ellos son muy buenos copiando. Lo hacen y ven que les sale bien, que disparan como se les dice, que le dan al blanco cuando antes no le daban, que conducen sus vehículos sin accidentes cuando antes se les calaba y pinchaban las ruedas muy frecuentemente. Todo eso les da mucha moral y una gran unión con los instructores europeos, lo que es muy bueno. Y la confianza es mutua, porque cuando vamos allí, a un ambiente hostil por temperatura y por enfermedades, y vemos que nuestros alumnos aprenden rápidamente, a nosotros también nos motiva muchísimo para poder soportar la vida en este lugar.
EUTM-Mali lleva en marcha desde febrero de 2013, ¿qué se ha conseguido en este tiempo?
Pues ahora mismo estamos en el segundo mandato. Se ha conseguido dotar de una estructura permanente a las fuerzas armadas malienses, promulgar la ley de la defensa nacional, establecer un sistema de personal informatizado, porque no sabían ni cuantos soldados tenían. Se ve cómo progresan, lento, con muchas dificultades, pero desde luego el balance es positivo. Todavía no suficiente pero sí muy positivo.
Respecto a la situación en el Sahel, ¿piensa usted que los españoles somos conscientes de que allí se encuentra nuestra frontera avanzada?
Me gustaría decir que sí pero me temo que no, porque como humanos, si no tenemos el peligro cerca no nos lo creemos porque no nos afecta y eso, en este caso, es un error. Hoy en día, en una sociedad globalizada, la amenaza se mueve como quiere y, desgraciadamente, la violencia de corte yihadista radical te sorprende en cualquier sitio. Hay que ser consciente de que es labor de las Fuerzas Armadas ir a los orígenes y a los puntos de paso de la amenaza para que no llegue a nuestro país.
Si en España sigue sin saberse nada del Sahel de aquí a diez años sería maravilloso porque eso querría decir que hemos hecho muy bien nuestra labor en la frontera avanzada.
Desde su experiencia, ¿cómo debe ser la lucha contra el terrorismo yihadista?
Es algo complejo. Desde luego la solución es global, mandar tropas y eliminar algunas células es solo una de las acciones. El terrorismo yihadista hay que combatirlo en origen. Es necesario desarrollar esas sociedades, hay que darles otra expectativa de vida, porque el yihadista radical no es simplemente un señor que sigue una religión de forma radical, es radical porque no tiene expectativas de vida y lo mismo se apunta a ser terrorista que a cultivar el campo. Por lo tanto, es mejor darles una salida para que puedan cultivar el campo y con eso tendremos menos terroristas. Esa es una de las soluciones. Por lo tanto, hay que desarrollar sus sociedades, invirtiendo en la enseñanza, y en cultura, hay que darles sistemas sanitarios… El que no quiera entrar por ese camino, el malo, malo, malo, pues efectivamente hay que neutralizarlo y ponerle aparte de esa sociedad en la que él no quiere integrarse.
La solución es global: política, económica y militar. Las acciones puntuales, militares 100%, pocas veces en la Historia han funcionado y en el mundo globalizado de hoy en día solucionar el tema del yihadismo radical de forma militar es muy difícil.
¿El mejor aliado contra el terrorismo es la población local?
Por supuesto. El terrorista se esconde y la mayor dificultad es saber quién es quién. No se les nota, hay que ser muy experto para saber quién está radicalizado. En las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y en las Fuerzas Armadas contamos con muy buenos profesionales que consiguen saberlo. Pero hay que buscarlos y además en unas sociedades que no son la tuya, lo que lo hace mucho más difícil porque el que no perteneces a la sociedad eres tú.
En el tipo de misiones que se desarrolla actualmente lo primero que se realizan son acciones cívico-militares o de desarrollo, ayudar a la población local a construir pozos de agua, carreteras, pequeños hospitales y otras acciones para que ellos vean que acudimos a ayudar realmente, aunque vayamos con blindados y armamento. Ellos lo agradecen y eso es lo que se pretende porque en esas sociedades es donde están infiltrados los potenciales terroristas. Aunque es complejo y no es sencillo, se intenta hacerles ver que la vía del progreso para su familia es la de cultivar un campo o pescar y no la de las armas.
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