Los ciudadanos europeos perciben el terrorismo y la inmigración como dos de los principales problemas a los que se enfrenta Europa. Al menos así lo reflejan los sondeos oficiales de la Unión Europea a lo largo de los cuatro últimos años.
La creciente preocupación de la población por los paralelismos, infundados o no entre islam y terrorismo, ha llevado a elaborar investigaciones como el reciente documento desarrollado por el Instituto Español de Estudios Estratégicos (ieee) y titulado “Islam versus Yihad», donde se profundiza en el análisis de dicho binomio y se desmontan muchos de los estereotipos asociados con este fenómeno.
La mayoría de indicadores pronostican un incremento continuado de la población musulmana en Europa. Entre los principales factores que explican este fenómeno se encuentran la inmigración y las elevadas tasas de natalidad que presenta dicha comunidad.
A lo largo de estos últimos años hemos sido testigos del aumento de la actividad yihadista en Europa, de la afluencia masiva de refugiados procedentes de países islámicos y del consiguiente incremento de las tensiones que estos fenómenos han generado en el propio corazón de la Unión Europea. En este sentido, del mismo modo que no fue posible prever el volumen de refugiados desplazados que huiría de las diferentes zonas de conflicto por la crítica situación que atraviesa por ejemplo Oriente Medio (especialmente en los supuestos de Siria, Afganistán e Iraq), los expertos advierten que difícilmente podremos garantizar que los grupos terroristas no tratarán de aprovecharse de estas personas para alcanzar sus fines en territorio europeo.
Advierten además que la postura de Europa a la hora de abordar este fenómeno no está bien definida, prueba de ello es la creciente división de opiniones y lo extremo de unos postulados que parten de posiciones difícilmente conciliables.
Existe un sector de la sociedad que vincula el aumento del yihadismo con el incremento de la población musulmana dentro de nuestras fronteras y dos son los elementos fundamentales que alimentan esta idea: los múltiples atentados que ha sufrido Europa durante el periodo reciente y la enorme afluencia de refugiados en el curso de estos últimos años.
Sin embargo, es importante destacar que los analistas descartan esta idea y defienden que, mientras que no es posible establecer una relación directa entre el incremento de la actividad yihadista y el número de musulmanes, si lo es identificar dicho aumento en la actividad terrorista con la propagación del fundamentalismo religioso en el seno de esta comunidad; fenómeno este último que experimenta un crecimiento constante.
Las distintas legislaciones europeas en materia de protección de datos tampoco facilitan la tarea de elaborar estadísticas fiables cuando se mezcla población y religión en la medida en que prohíben la creación de registros sobre estas y otras cuestiones de especial sensibilidad (orientación sexual, raza, opinión, etc.). A pesar de ello, actualmente se calcula que la comunidad musulmana en suelo europeo sobrepasa los 25 millones, y esto teniendo en cuenta que no es posible incluir en el cómputo a aquellos que se encuentran en situación irregular.
Sin embargo, la distribución de la comunidad musulmana en Europa no es homogénea y varía según el país, las ciudades o las propias zonas dentro de las mismas. De ahí que se observen sectores donde apenas hay representación de esta comunidad, mientras que otras áreas ya han pasado a considerarse “enclaves islámicos”.
Según datos de EUROSTAT, 2015 fue el año en el que se registró mayor número de peticiones de asilo con 1.322.825 solicitudes, alcanzando las 4.561.170 si sumamos los datos de los últimos cinco años y con Alemania como el país con el record de solicitudes, 1.831.050, representando aproximadamente el 40% del total de la UE.
¿Pero qué hay de nuestras percepciones?
Según las encuestas la percepción de los europeos en cuanto a la “islamización de Europa” se encuentra muy por encima de los datos que reflejan las estadísticas oficiales. Uno de los ejemplos más llamativos es Francia, donde el porcentaje de musulmanes ronda el 8,8%, pero la percepción de los franceses alcanza el 31%. En España el porcentaje de musulmanes es de un 2,6% pero los españoles lo percibimos como 5 veces superior (14%).
Cabría pensar que o bien los datos no son correctos o nuestras percepciones van muy desencaminadas. Los expertos no descartan ninguna de estas opciones y apuestan por un punto intermedio. La población musulmana es superior a la reflejada por las estadísticas (muchas veces desactualizadas o basadas en estimaciones)y la exagerada percepción de los europeos se encuentra altamente condicionada por el propio volumen de refugiados y los ataques sufridos.
Las consecuencias de esa disonancia ya se dejan notar con el resurgir de movimientos xenófobos y nacionalismos que están calando en una Europa dividida. Uno de los ejemplos más claros de esta fragmentación es un “Brexit” en ciernes que, no olvidemos, empleó como una de sus principales justificaciones el exceso de tolerancia de la Unión Europea en materia de refugiados.
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