El zoológico de la guerra continúa creciendo y en el campo de batalla de un futuro no tan distante podría darse la disparatada situación de encontrarnos perros robóticos batallando junto a «mulas murcianas de combate», mientras clones de Iron Man se reparten por los distintos teatros de operaciones en todo el mundo.
Puede parecer que se trata de la trama de alguna nueva serie de ciencia ficción, pero en realidad estamos hablando de prototipos reales en los que actualmente se está trabajando. Las principales fuerzas armadas de todo el mundo se preparan para la guerra del futuro y mientras la carrera tecnológica deja su éxitos y fracasos de lo más extravagantes.
Recientemente la Fuerza Aérea de EE.UU llevó a cabo unas maniobras en la Base de la Fuerza Aérea Nellis (Nevada) con unos singulares protagonistas. Se trataba de perros robotizados equipados con Inteligencia Artificial. La misión principal de estos cánidos mecanizados: proteger las instalaciones y hacer frente a posibles amenazas. Estos perros robot forman parte del denominado Advance Battle Management System (ABMS) que está construyendo la Fuerza Aérea de EE.UU y que empleará los últimos avances en inteligencia artificial y análisis de datos para la detección de amenazas.
Producidos por Ghost Robotics, reciben la denominación de Vision 60 UGV (Autonomous Unmanded Ground Vehicle). Con la ayuda de estos perros robóticos, que pueden ser controlados de forma remota, las fuerzas armadas estadounidenses pretenden ser capaces de evaluar la situación sobre el terreno antes de desplegar tropas en cualquier zona de operaciones.
Estos cuadrúpedos mecánicos, sin cabeza, son capaces de moverse con soltura por diferentes tipos de terreno y superficies difíciles. Su diseño les permite ser desplegados desde un avión y detectar señales de peligro en las áreas designadas, ofreciendo imágenes e información en tiempo real.
La mayoría de amantes de la ciencia ficción han imaginado como será el soldado del futuro y rara es la descripción en la que no se incluye una armadura de combate. A la vista de los programas que trabajan para desarrollar este tipo de tecnología, contar con un exoesqueleto de batalla podría convertirse en realidad antes de lo que imaginamos.
El proyecto «TALOS» (Tactical Assault Light Operator Suit) del ejército norteamericano trabajo en el diseño de un prototipo de traje de combate de infantería a prueba de balas, capaz de montar armas y monitorizar los signos vitales de los operadores. Sin embargo, a pesar de que el programa resultó en numerosas tecnologías derivadas, finalmente no se logró producir un traje debido a las limitaciones técnicas existentes.
No ha sido el único esfuerzo internacional por convertirse en Iron Man y Rusia continúa dedicando recursos a su propio programa de desarrollo de trajes de colección de tecnologías de combate. Tecnológicamente más modesto, pero atendiendo a metas y resultados alcanzables. Los denominados «Ratnik», diseñados por el TSNIITOCHMASH (Instituto Central de Investigación para la Construcción de Máquinas de Precisión) ya están siendo probados en Siria.
Si hacemos caso a las informaciones que nos llegan de Rusia, estos trajes sin motor utilizan resortes e ingeniería inteligente para reducir la carga que porta el operador, permitiendo a sus militares realizar largas patrullas con pesos de hasta 45 Kg con facilidad. Al carecer de una fuente de alimentación, estos sistemas no adolecen de las limitaciones que presentaba el programa estadounidense TALOS, al intentar construir armaduras empleando sistemas hidráulicos y motores eléctricos.
Por cada éxito en este campo, encontramos una larga lista de prototipos estrepitosamente fallidos. A continuación se incluye una realmente llamativas pero con desigual fama:
Robots herbívoros
El programa Energy Autonomous Tactical Robot (EATR), buscaba crear robots que pudieran alimentarse de plantas tal y como lo hacen los animales. Supuestamente esto habría permitido a los robots permanecer en posiciones de vigilancia o defensivas sin necesidad de reabastecimiento durante mucho más tiempo que un humano que otros robots con fuentes de energía más limitadas. «Entendemos completamente la preocupación del público sobre los robots futuristas que se alimentan de seres humanos, pero esa no es nuestra misión», dijo el CEO de Cyclone Power Technologies, Harry Schoell, en un comunicado de prensa.
Instalaciones autoreparables
El objetivo del programa Engineering Living Materials es fabricar materiales de construcción que puedan repararse a sí mismos cuando reciban daños. A medida que los investigadores avanzan en el desarrollo de tejidos y órganos sintéticos (impresión 3D) se espera poder usar tecnologías similares para desarrollar unos materiales híbridos con «crecimiento celular». “En lugar de enviar materiales terminados, será posible cultivarlos rápidamente sobre el terreno y utilizando recursos locales. Y, dado que los materiales estarán vivos, podrán responder a los cambios en su entorno y curarse a sí mismos en respuesta a los daños”, aseguró Justin Gallivan, director del proyecto.
Sangre sintética
Basada en la «fabricación» de glóbulos rojos a partir de otras células en un laboratorio en lugar de dentro de un cuerpo humano. Este fue el objetivo marcado dentro del programa «Blood Pharming», el cual habría aumentado considerablemente el acceso a transfusiones de sangre para soldados y hospitales de todo el mundo. Las últimas noticias que se tienen del proyecto se remontan a un comunicado de 2013 dónde se aseguraba que el programa había logrado reducir el coste de producción de sangre sintética, de más de 90,000 dólares a menos de 5,000 por unidad.
Insectos cyborg
¿Y si en lugar de unos drones difíciles de maniobrar pudiéramos emplear insectos voladores equipados con tecnología de vigilancia? Esta es la idea en la que se basaba el programa Hybrid Insect Micro-Electro-Mechanical-Systems (2006), con el propósito de implantar transmisores en insectos. Según se dice, los investigadores lograron diseñar interfaces capaces de controlar las acciones de los insectos, llegando incluso a plantearse la posibilidad de emplear energía radiactiva para alimentar sus sensores.
Implantes cerebrales
Los proyectos de investigación no solo se limitan al diseño de armamento o aplicaciones de combate. Algunos avances buscan soluciones para algunas de las dramáticas secuelas que los soldados pueden traer del campo de batalla. No nos referimos únicamente a las lesiones físicas, sustituidas en muchos casos por prótesis electrónicas de última generación, sino también psíquicas.
El programa de Systems-Based Neurotechnology for Emerging Therapies (SBNET) tiene la tarea de crear “un sistema de diagnóstico y terapéutico de circuito cerrado implantado en el sujeto para tratar, e incluso curar, enfermedades neuropsiquiátricas”, según DARPA.
Básicamente, se trata de un implante cerebral que ayudaría a los soldados que luchan con el trastorno de estrés postraumático, lesiones cerebrales, ansiedad, abuso de sustancias, etc.
Mulas robóticas
La versión futurista de las famosas “mulas murcianas”. El desplazamiento de equipo pesado es uno de los mayores desafíos que afectan a la salud y al rendimiento de las tropas. Este es el fundamento del programa Legged Squad Support System, cuyo principal objetivo es desarrollar un robot capaz de moverse por los mismos terrenos que la infantería humana y de transportar aproximadamente 200 kilos de carga.
Elefantes mecanizados
Finalmente, para completar nuestro particular zoo de futuro, no podía faltar la versión robótica de los elefantes con los que el cartaginés Aníbal desafió a Roma. En 1960, EE.UU investigaba como mejorar la movilidad de tropas y equipo en los densos terrenos de Vietnam y el elefante mecánico resultó la opción elegida por aquellos al frente del proyecto. Ningún prototipo vería la luz y el programa fue clausurado, según se dice, con la esperanza de que ninguna información bochornosa trascendiera.
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