La Batalla de Huaqui

Batalla_Huaqui

G.B. D. Agustín Alcázar Segura (R).

El 13 de Mayo de 1810 llegó a Buenos Aires la noticia de que Sevilla había caído en manos de los franceses, provocando una enorme conmoción. ddesignó y presidió una junta, pero unos días más tarde, el 25, la misma le depone, jura fidelidad a Fernando VII y asume de hecho la independencia bajo la soberanía simbólica del monarca cautivo. Esta independencia de facto, es la primera que cuaja en la América española.

Afianzada la revolución en Buenos Aires, se organizó una fuerza de unos 500 hombres al mando del coronel Don Francisco Ortiz de Ocampos, que llevaba como jefe de estado mayor al coronel don Antonio González Balcarce[1], con la misión de dirigirse a las provincias interiores y al Alto Perú para difundir en ellas los hechos producidos y solicitar su adhesión, así como para que designasen diputados para asistir a la junta general de las provincias, que próximamente se habría de reunir.

Esta fuerza, no suponía en si misma ninguna grave amenaza para la existencia del virreinato del Perú, tanto por su número como por su escasa instrucción y disciplina; sin embargo, el peligro que entrañaba era su carácter revolucionario, propagador de ideas subversivas, más que como poderosa máquina guerrera.

Las fuerzas realistas e insurgentes se enfrentaron a orillas del río Suipacha, resultando vencedoras estas últimas.

Al tener noticias de la derrota, los habitantes de Potosí se sublevaron, dando lugar a terribles represalias que, iniciaron la estrategia del terror que condujo a una lucha a muerte entre revolucionarios y realistas, convencidos ambos de no existir otra solución que la desaparición de uno de los dos bandos.

Corolario de estas acciones fue la batalla de Aroma (a medio camino entre La Paz y Oruro), donde los realistas fueron nuevamente derrotados perdiendo dos tercios de sus efectivos, así como gran parte de su armamento y municiones. Sin fuerzas que impidieran la progresión de las tropas argentinas, éstas podían penetrar en el Alto Perú, al menos, hasta la línea del Desaguadero.

El 13 de Noviembre la ciudad de Chuquisaca se unía a los revolucionarios previa la reunión de un Cabildo abierto. La decisión fue unánime: se despacharon emisarios a Balcarce para participarle la adhesión de la ciudad a la Junta de Buenos Aires, como asimismo se enviaron también a todos los puntos dependientes de la Audiencia de Charcas para darles a conocer la decisión de la capital, e instarlos a seguir su conducta.[2].

Dadas la situación en que, al menos por el momento, se encontraba el virrey Abascal, y por doloroso que esto resultase para su amor propio, Dio órdenes a Goyeneche de limitar sus actividades a la vigilancia y fortificación de los puntos ocupados.[3]

LA OFENSIVA DE GOYENECHE: BATALLA DE HUAQUI[4]

Durante este tiempo de obligada tregua, Abascal encargó a Goyeneche la organización de un nuevo ejército con el que pasar a la ofensiva.

Las fuerzas argentinas establecieron su cuartel general en La Paz y sus avanzadas en el pueblo de la Laja, y más tarde en Huaqui. En el lado occidental del río Desaguadero se reorganizaban los realistas, que habían establecido su cuartel general en Zepita, localidad a orillas del lago Titicaca en la que se daría una batalla el 23 de Agosto de 1823, ya en el ocaso de la presencia española en América. Las vanguardias se encontraban o unos 8 kilómetros de dicha población y parte de ella situada al otro lado del río, sobre unas alturas que defendían el acceso al puente. A principios de 1811, las fuerzas realistas podían estimarse en unos 7000 hombres, en tanto que las argentinas no debían sobrepasar los 2500.

El 19 de Junio, Goyeneche convocó una junta de guerra que decidió iniciar las operaciones ofensivas, en la madrugada siguiente, mediante la realización de dos esfuerzos simultáneos y paralelos.

  • El principal, al mando del propio Goyeneche, progresaría por el valle del norte, hacia Huaqui. Como fuerza de reconocimiento y seguridad, desplegó una cortina de unidades ligeras que pronto se posesionaron de los primeros cerros donde estaban situadas las avanzadas enemigas, integradas por indios, soldados de caballería y fusileros.
  • El complementario, al mando del coronel Ramírez, progresaría por el valle del sur, hacía Laja y Machaca, cubriendo este flanco del esfuerzo principal. Iba precedido por dos partidas de caballería para reconocer el terreno y proporcionar seguridad al frente, manteniendo el resto de la caballería a retaguardia.

A las tres de la mañana del 20 de Junio, cada una de las columnas marchó por los dos valles que se presentaban ante ellas.

En su progresión, Ramírez chocó con fuerzas enemigas que le obligaron a detenerse sin que, pese a sus esfuerzos, lograse forzar las posiciones argentinas, viéndose incluso amenazado por su caballería que trataba de atacarlo por su retaguardia y apoderarse de la artillería.

Mientras Ramírez se batía en el valle sur, Goyeneche, encontró cerrado su camino por las fuerzas que mandaban Balcarce y Montes de Oca. Estas tropas, salidas de Huaqui en número de 2.000 hombres, con 15 piezas de artillería, se apoyaban por su derecha en el lago Titicaca, y estaban desplegados sobre un espolón, que los situaban en una posición dominante con respecto a los realistas. Sin embargo, la parte izquierda era mucho más asequible, y no había sido ocupada.

Manteniendo su despliegue inicial en dos columnas, Goyeneche continuó la progresión soportando el fuego de artillería enemiga durante dos horas sin contestar, al tiempo que la caballería rechazaba tres ataques en su flanco izquierdo.

Llegado a distancia de ataque, le fue imposible romper la posición del enemigo, no pudiendo dominar la altura en que se hallaba situado, ni ocupar las de sus alrededores, en vista de lo cual mandó a su ayudante para que la columna de Tristán, tomara los cerros del flanco izquierdo enemigo, desde donde debía iniciar un ataque sobre él.

Éste, que se había apercibido de la situación, había iniciado ya el movimiento cuando le llegó la orden. Comenzó el ataque con el Regimiento Real de Lima, manteniendo en reserva el batallón de Piérola. Para apoyar su maniobra, Goyeneche, por su parte, destacó tres compañías para que hostilizasen por el frente a los argentinos, mientras él, con el resto de las fuerzas, atacaba su flanco derecho, aprovechando el espacio que le permitía una lengua de tierra que se extendía a su izquierda sobre el lago. El enemigo, atacado de frente y por ambos flancos, se vio obligado a retirarse hacia Huaqui.

Batalla de Huaqui

Batalla de Huaqui

Desalojado de sus posiciones en este sector, fue perseguido hasta Huaqui, que se ocupó sin la menor resistencia, capturando los almacenes de municiones de guerra y boca, y los hospitales, aparte del copioso material abandonado en el camino, junto con un considerable número de prisioneros.

Una vez batido el enemigo que se le enfrentaba, Goyeneche ordenó a Tristán que coronase la quebrada de Yauricoragua y apoyase a Ramírez, que como vimos más arriba, se encontraba en situación muy comprometida. La aparición de las tropas de Tristán amenazando el flanco derecho argentino, acabó con su resistencia y forzó su retirada, que, al poco se convirtió en desbandada.

Las pérdidas sufridas por ambos ejércitos debieron ser grandes, pues las circunstancias de la lucha dan lugar a pensar que fue bastante encarnizada, con las consiguientes pérdidas para los dos contendientes. Pero no poco debió influir también en el desastre final de los argentinos la deserción que se inició en sus filas, apenas comenzó la retirada. Este era el mal fundamental de ambos ejércitos; las tropas que los integraban, escasamente motivadas y faltas de espíritu militar, necesitaban una rígida disciplina para permanecer en sus puestos, sobre todo, en situaciones adversas.

Las tropas argentinas derrotadas en Huaqui emprendieron el camino de retirada hacia la frontera alto peruana.

El siguiente enfrentamiento importante entre ambas fuerzas se produjo el 13 de Agosto en las inmediaciones del pueblo de Sipe Sipe, situado al oeste del río Amiralla (a 15 kilómetros de Cochabamba).

El resultado fue también favorable a los realistas provocando los insurgentes 600 muertos y 70 prisioneros[5]. En el lado realista, según el parte de Goyeneche, sólo hubo 15 muertos y 4 heridos, aunque es de imaginar que en realidad debieron ser bastantes más.

La victoria de Sipe-Sipe fue el complemento de la de Huaqui y provocó la caída de Chuquisaca que se ocupó el 3 de Septiembre y Potosí el 16.

El día 26 de Noviembre el río Suipacha, fue de nuevo testigo del enfrentamiento entre ambas fuerzas, en el que los insurgentes dejaron sobre el terreno 300 muertos y 150 heridos, aparte de los que murieron al pasar el río arrastrados por la corriente, que debieron ser numerosos. Este combate supuso la revancha a la batalla allí sostenida el 7 de Noviembre de 1810, y que significó la pérdida del Alto Perú para los realistas.

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[1] CALVO PÉREZ, Manuel F.: Resumen de la historia del Perú. Lima. 1922. p, 283.

[2] Ibidem, 154.

[3] Ibidem, p. 155.

[4] DÍAZ VENTEO, Fernando: Las campañas militares del virrey Abascal. Publicaciones de la Escuela de estudios Hispano-Americanos de Sevilla. Sevilla, 1948. pp, 159 a 192.

[5] DÍAZ VENTEO, Fernando: Las campañas militares del virrey Abascal. Publicaciones de la Escuela de estudios Hispano-Americanos de Sevilla. Sevilla, 1948. p, 197.