Por D. Juan del Río Martín.
La primera petición por parte de las Naciones Unidas para que España formara parte de UNTAG con un Grupo Aéreo se produjo, como ya se ha mencionado, en 1982 en una carta enviada al entonces ministro de Asuntos Exteriores, Pérez Llorca. La respuesta del Gobierno español fue afirmativa pero la operación quedó en suspenso hasta agosto de 1988 cuando el secretario general adjunto para Asuntos Políticos de la ONU, Marrack Goulding, sondeó de nuevo a España, al igual que lo hizo el futuro primer presidente de Namibia Sam Nujoma, quien también solicitó la participación de fuerzas de nuestro país en UNTAG.
El plan original señalaba que la contribución española consistiría en el envío de 10 aviones de despegue y aterrizaje corto C-212 Aviocar y un contingente de hasta 180 hombres, entre tripulaciones y personal de mantenimiento. Sin embargo, en una carta del secretario general remitida el 3 de marzo de 1989 al representante permanente en la ONU, cuando quedaba menos de un mes para el inicio de la misión, se fijó que el contingente español estaría formado por: «Una unidad aérea autónoma, integrada por ocho aviones de ala fija y hasta 150 militares de todas las graduaciones, incluidos cinco policías militares (que nunca se llegaron a enviar) para la compañía de Policía Militar de UNTAG; cuatro jefes y oficiales de Estado Mayor para prestar sus servicios en el cuartel general de UNTAG; un jefe de Estado Mayor (coronel), un jefe superior (comandante) y dos oficiales de enlace (capitanes), todos ellos del Ejército del Aire». La asignación de un español como jefe del Estado Mayor Aéreo, al mando de los aviones españoles y de los helicópteros italianos de tipo medio Agusta Bell AB-205A para recorridos cortos, representaba un voto de confianza por parte de las Naciones Unidas hacia España, teniendo en cuenta nuestra entonces nula experiencia en estas misiones.
Junto a los Aviocar se asignó también un C-130 Hércules como estafeta cada tres semanas entre Namibia y España y, posteriormente, a petición de Naciones Unidas, se desplazó otro Hércules durante el mes de noviembre ante el aumento de las necesidades logísticas.
Una vez confirmada la petición por parte de las Naciones Unidas, se desplazó a Nueva York una delegación para concretar los detalles técnicos, mientras se organizaba en un tiempo récord la salida de una primera avanzadilla de cinco oficiales españoles.
El equipo de militares españoles llegó a Windhoek el 10 de marzo. La misión de la avanzadilla española era revisar y comprobar las bases e instalaciones aéreas que existían en Namibia y redactar un informe sobre las posibles dificultades que entrañaba enviar durante un año un Escuadrón de Aviocar a 7.000 kilómetros de distancia. Una operación al alcance de pocos países.
El Estado Mayor del antiguo Mando Aéreo de Transporte (MATRA) fue el encargado de coordinar, desde su sede en Zaragoza, el proceso de selección del personal, en total 85 personas (11 oficiales superio¬res, 21 oficiales, 34 suboficiales y 21 cabos primeros y cabos), y de fijar qué unidad sería la que tendría que trasladarse al África austral. La decisión final fue destinar ocho Aviocar del Ala 35 de Getafe (Madrid) —con un extenso conocimiento de las tierras africanas por tener un destacamento en Guinea Ecuatorial desde hace más de diez años— y 18 pilotos, 12 de ellos del Ala 35 y 7 de la 37 de Villanubla (Valladolid). También se decidió que el personal de apoyo a la fuerza estuviera compuesto por un equipo de mantenimiento y abastecimiento en tierra, un médico, un oficial jurídico, un sacerdote, un ATS, personal de Oficinas Militares y de Tropas y Servicios.
El aspecto externo de los aviones cambió. La pintura mimetizada amarillo-verde del fuselaje fue sustituida por el blanco, color de las Naciones Unidas, con el distintivo de la Organización en el empenaje vertical y con las palabras «United Nations» en los laterales del fuselaje y parte inferior de los planos.
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