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La cooperación con Guinea Ecuatorial: enseñando a un país a ser autosuficiente

Por D. Gerardo Infante Muluya.

Sería injusto no señalar que una gran parte del éxito de la participación española en las operaciones en África Austral se debió a los conocimientos adquiridos por el Ejército español en Guinea Ecuatorial. En concreto, varios de los oficiales del Ejército del Aire destinados en Namibia estuvieron destacados anteriormente en este país africano.

Desde 1979, cuando Obiang Nguema asumió la presidencia del país, España reinició su cooperación económica y política con Guinea Ecuatorial en el marco de un acuerdo que englobaba la contribución española. Estos acuerdos permitieron la presencia de asesores militares españoles para la reorganización de las Fuerzas Armadas ecuato-guineanas y el envío de becarios a las distintas escuelas militares en España para su formación y especialización.

Ante las dificultades económicas por las que atravesaba Guinea Ecuatorial, el único país subsahariano de habla española, el Ejército del Aire español envió un destacamento de dos aviones Aviocar del Ala 35 —la misma que voló a Namibia— pertenecientes al antiguo Mando Aéreo de Transporte (MATRA) y se realizaron numerosos vuelos de los T-10 Hércules con material de ayuda alimentaria, sanitaria etc.

El equipo de asesores militares que constituyeron la misión militar lo integraron inicialmente ocho oficiales y suboficiales del Ejército de Tierra. Posteriormente se completó con un oficial de la Armada y otro del Ejército del Aire para atender a la cooperación en sus respectivos campos.

Aunque iniciaron su labor en base a la petición personal formulada por el presidente de la República, ésta se desarrolló en el marco del Acuerdo de Cooperación y en concreto el Protocolo de Asistencia en materia técnica de Defensa y Seguridad firmado en 1980.

Su tarea abarcó cuatro áreas claramente diferenciadas: asesoramiento al presidente y a las autoridades de Defensa; formación de los cuadros de mando e instrucción de unidades; programas eventuales de material y equipo; y apoyo logístico en el ámbito civil y militar.

La labor de asesoramiento, además de la realizada con el presidente Obiang, se concretó en la revisión de la legislación militar, completando la existente y adaptándola a la nueva situación del país.

Mayor importancia tuvo la emprendida en el área de formación, con la organización y desarrollo de numerosos cursos de Actualización de Mando por los que fueron pasando sucesivamente todos los oficiales y suboficiales guineanos que habían sido formados en Cuba, URSS, China y Corea del Norte en la etapa del presidente Macías. Posteriormente se realizaron también cursos de instrucción para el personal de tropa y, mediante cursillos intensivos, de preparación a los becarios que luego acudieron a las Academias Militares españolas.

Para todas estas tareas se tuvieron que habilitar sendos Centros de Instrucción y Enseñanza en Malabo y Bata, a fin de facilitar la asistencia a los alumnos de ambos territorios.

Esta labor influyó muy positivamente en las restantes áreas de la cooperación española ya que gran parte de los mandos militares ocupaban cargos políticos por lo que se favorecían tanto las relaciones personales, surgidas de las clases, como de la difusión de criterios morales y de superación de determinados prejuicios que existían en la antigua colonia.

En el área de los programas de ayuda de material y equipo la cooperación se centró principalmente en donaciones de vestuario militar o deportivo, material de oficinas, etc, y en la tramitación de créditos para la adquisición de otros pertrechos para las Fuerzas Armadas ecuato-guineanas.

En paralelo a estas tareas se desarrolló una importante labor de apoyo al transporte aéreo fundamentalmente por el destacamento de los T-12, cuyo comandante dependía funcionalmente del embajador español y orgánicamente del jefe del Ala 35. Los aparatos con base en Malabo constituyeron la única comunicación aérea entre el continente y las islas, especialmente la de Annobón, en tanto que no constituyera una solución comercial civil. Representaron la única posibilidad de enlazar una población dispersa por imperativos geográficos —el territorio ecuato-guineano tiene una extensión de 28.000 kilómetros cuadrados, equivalente a la superficie de Galicia— y transportar materiales vitales como medicinas y víveres. Cada domingo y lunes realizaban la ruta Malabo-Bata (capital de la región continental)- Malabo y mensualmente la línea Malabo-Annobón-Malabo. También llevaban a cabo las evacuaciones de enfermos de urgencia y servicios especiales para el Gobierno de Guinea Ecuatorial y para la cooperación española. Sólo como muestra de la dificultad que entrañaban estos vuelos, basta señalar que los aparatos habían de maniobrar en una pista de tierra inclinada de poco más de 750 metros.

En 1989, con motivo del décimo aniversario en tierras africanas, el presidente Nguema hizo balance, que a todas luces juzgó positivo, de la presencia de los Aviocar en el país, y reconoció que la cooperación española tenía como meta la transferencia de conocimientos para que algún día pudieran ser autosuficientes.

Durante los diez años que se mantuvo la cooperación, más de 700 pilotos, suboficiales y personal de apoyo pasaron por Guinea Ecuatorial. El único incidente con pérdidas humanas ocurrió el 2 de enero de 1987 al accidentarse el avión en el que volaban los capitanes Rafael Salcedo y Joaquín Castro y el subteniente Evaristo Álvarez, que perecieron junto al pasaje civil.

El destacamento aéreo realizó más de 10.000 horas de vuelo y transportado a unos 80.000 pasajeros y 1.500 toneladas de carga, acumulando una valiosísima información sobre cómo volar en territorio africano y sobrevivir en una geografía tropical, hostil para cualquier europeo no acostumbrado a esas latitudes.


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