Carlos González de Escalada Álvarez/ Sevilla
Han sido 270 días en alguna cobacha o tugurio entre Argelia y Mali, con malvados terroristas apuntándoles con fusiles de asalto AK-47, los archiconocidos «Kalashnikov». Ainhoa Fernández y Enric Gonyalons iban al corazón de África a hacer el bien y se les ha hecho un gran mal. Iban a ayudar a los que menos tienen y a alguien se le hicieron los ojos chiribitas con tan fáciles blancos (nunca mejor dicho). Inocentes, desarmados y bienintencionados, los españoles son la perita en dulce del África negra, perdón Subsahariana. Los secuestraron los extremistas de Al Qaeda Magreg Islámico (AQMI) que no han tenido empacho de pedir 10 millones de euros de rescate por los voluntarios, además de la liberación de presos de su organización.
Pero España ya tiene experiencia en estas lides, resolvió el secuestro del Alakrana, logró la liberación de los tres miembros de la expedición de ayuda catalana a Burkina Faso. Los agentes del CNI ya han toreado en plazas como esta e incluso peores. Cuando la motivación principal económica, la cosa tiene su procedimiento ensayado.
Pequeño detalle
El Gobierno de España, con el ministro de Exteriores José Manuel García-Margallo a la cabeza, ha mostrado su satisfacción porque la resolución ha sido impecable. Los españoles ya descansan con sus familias, los servicios de inteligencia hicieron su labor y ahora todos a pensar en otra cosa. Todos nos alegramos muchísmo, porque ha habido un final feliz y dos vidas florecientes se han preservado. Asunto resuelto a plena satisfacción. ¿Pero no se nos olvida algún pequeño detalle? ¿No tenemos derecho a conocer los entresijos de la operación? Cuando un Gobierno pide a la opinión pública prudencia y discreción, malo.
Uno no puede evitar preguntarse, ¿se ha pagado el rescate que pedían los terroristas? ¿se ha excarcelado a algún terorrista? y si la respueta fuera sí, ¿quién pagó o excarceló? Bueno pues ni usted ni yo lo sabremos nunca, porque el Gobierno, como a niños pequeños, nos preserva de conocer una verdad que pueda resultarnos dolorosa. «El que adquiere conocimiento, adquiere dolor».
Por deducción lógica, si los terroristashan soltado a Ainhoa y Enric, es que han cobrado. Además, si el Gobierno no hubiera pagado, lo hubiera dicho abiertamente. Quizá entonces el caso no se hubiera resuelto o los rehenes hubieran muerto. Si se hubiera emprendido una acción militar, acaso resultado heridos o fallecidos los dos rehenes españoles y la compañera italiana. Quita, quita. La postura del Gobierno parece ser «El Gobierno no negocia con terroristas… casi nunca».
Antes morir que perder la vida
La sociedad española no está preparada para morir. La vida humana tiene más valor que cualquier convicción o que cualquier religión, no digamos ya que unos millones de euros. Impensable morir, antes perder la vida que dejarse matar. La persona como medida máxima, como principio y fin. Morir en España es la hecatombe, en Mali es lo cotidiano.
Lamentablemente, todavía quedamos un puñado de guerreros trasnochados que creemos en el honor y en los principios: a los malos ni agua. Este que escribe, si un día le secuestran, le pide por favor al señor Margallo que no se compique con dilemas morales si los tuviere. Sobre todo, no de un céntimo a los terroristas. Deje por favor que me maten, o entre a sangre y fuego a liberarme; pero prefiero que le entregue usted una bandera de España a mi viuda, que sufrir el deshonor de imaginar siquiera que España se rebajó a pagar mi rescate.
No se preocupe, mi mujer y mis hijos lo entenderán.
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