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Más de un año de guerra en Ucrania: análisis DAFO desde la perspectiva de Rusia

Ucrania y Rusia continúan su preparación para una nueva fase del conflicto una vez que el invierno permita mayor movilidad. Son varias las voces que vaticinan una gran ofensiva rusa, no obstante, es menester subrayar ciertos aspectos del contexto del Kremlin tras trece meses de conflicto. Para ello, se realizará un análisis DAFO desde la perspectiva rusa con el objetivo de señalar los puntos a tener en cuenta en los próximos meses.

 DEBILIDADES

-Error en el cálculo estratégico en la decisión de invadir Ucrania

En este punto hay dos cuestiones. La primera fue pensar desde el Kremlin que la «operación militar especial» podría alcanzar el objetivo en días: tomar Kiev y deponer al Gobierno de Zelenski para volver a contar con una dirigencia ucraniana títere, que en sí era el fin último. Este planteamiento erró al subestimar la resistencia ucraniana, empezando por su líder; el segundo punto fue infravalorar la reacción occidental a la invasión, ya que en ningún momento Rusia contempló tal grado de implicación, ni tan rápida.

Vladimir Putin (centro) acompañado con las figuras militares más relevantes, Gerasimov y Shoigú. (Fuente: Wikimedia)

Mal planteamiento militar y poca flexibilidad doctrinal

Rusia dio muestras desde el primer momento de no estar preparada para una invasión a largo plazo; sus FF.AA han demostrado deficiencias en el despliegue desde el inicio de la invasión en febrero de 2022. La diferencia de capacidades entre los contendientes hacía presagiar una rápida operación que no diera pie a una guerra prolongada, sin embargo, hoy nos encontramos precisamente con tal escenario, lo que prueba los errores en el planteamiento y la mala gestión de los recursos rusos.

Rusia ha dejado a la vista carencias en la doctrina, así como deficiencias en el liderazgo, en la preparación y en la formación de la tropa, factores que han propiciado, entre otras cosas, errores en las maniobras de armas combinadas (infantería, artillería, poder aéreo) a diferente escala. Tras el fracaso inicial, su respuesta se ha basado en la superioridad de fuerza. Además, a ello hay que sumar errores en el despliegue (tres ejes de ataque demasiado alejados entre sí) o la ineficacia para sacar partido de la supremacía aérea.

El contexto actual de la guerra resulta más inesperado todavía si se atiende a la versatilidad operativa mostrada por Rusia antes de la invasión total de Ucrania. La (mal) denominada “guerra híbrida” ocupó titulares internacionales por las capacidades orquestadas desde Moscú y que le dieron réditos en múltiples escenarios.

Toma de decisiones alterada por el liderazgo de Vladimir Putin

Desde el autoritarismo y el miedo, su liderazgo ha condicionado la toma de decisiones, dado que sus asesores han podido cambiar su criterio por el temor a las represalias de dar informaciones no del gusto del dirigente. La escena en la cual Vladimir Putin  presiona al jefe de Inteligencia, Serguei Naryshkin, fue un ejemplo representativo de la gestión del poder que hace pensar en los errores en la toma de decisiones en el plano estratégico.

Narrativa de guerra perdida a escala internacional

Este aspecto tiene mucho que ver con los precedentes. Vladimir Putin había dado un giro a la política exterior rusa en los últimos tres lustros, es decir, mucho antes de febrero de 2022: Georgia en 2008, Crimea y el Donbas en 2014 o Siria en 2015 demostraron que la política asertiva del Gobierno ruso no era algo puntual. Por tanto, la maquinaria informativa rusa ya tenía escasa credibilidad en las fechas de la invasión. No obstante, sorprendió la deficiente elaboración del discurso. Es así que las acusaciones de Vladmir Putin hacia la supuesta vertiente nazi de la dirigencia ucraniana para justificar la invasión no se sostuvo a escala internacional en ningún momento.

AMENAZAS

 –Aislamiento internacional

Las sanciones apuntan directamente al aislamiento internacional de Rusia. En el actual contexto de guerra es complejo determinar el impacto real de éstas, pero es evidente que las restricciones a las que se está sometiendo van a tener un efecto tectónico en la nación. La cuestión es el tiempo que el Kremlin sea capaz de sobrellevarlas. No obstante, cuanto más se tarde en llegar a un acuerdo, más se debilitará a la nación eslava  y más costosa resultará revertir la situación.

La guerra en Ucrania ha alterado el contexto geopolítico mundial, espacialmente la relación entre Europa y Rusia. Una relación que se había ido deteriorando y que a día de hoy parece difícilmente reparable a corto y medio plazo. La Unión Europea ha sido el mercado más prominente para Rusia como exportadora energética. Esto no ha impedido que desde el inicio de la invasión, Occidente haya tomado medidas para castigar a Moscú con baterías de sanciones con el objetivo de ahogar su economía e imponer un aislamiento financiero de tal forma que afecte a su capacidad en el desarrollo en la guerra. A estas medidas comandadas por los países occidentales se han unido alguno de sus socios, aquellos que defienden su cosmovisión internacional. No obstante, por el momento, tales medidas no han tenido el efecto deseado.

Vladimir Putin en la Cumbre de Teherán en 2018 con los líderes de Turquía e Irán. Dos países que no han dado la espalda a Rusia durante el conflicto (Fuente: Wikimedia)

La pérdida del mercado europeo representa un riesgo estratégico que va a condicionar el camino económico de Rusia para las próximas décadas, de ahí que deba medir bien los tiempos. El mercado europeo ha dado estabilidad a la arquitectura económica rusa durante muchos años, mientras que el mercado asiático conlleva unas implicaciones geopolíticas que pueden derivar en una dependencia irreversible.

Hasta la fecha, el aumento de los precios de hidrocarburos ha contenido el impacto de las sanciones durante 2022, sin embargo, el presupuesto del Estado ha marcado un déficit de aproximadamente 50.000 millones de dólares. A esta coyuntura se debe sumar la complejidad de Rusia para introducirse o crecer en otros mercados.

Rusia necesita de financiación y la dificultad de encontrar abiertamente socios en el escenario actual ensombrece las perspectivas de futuro. Por ahora la economía de guerra justifica la coyuntura interna, pero es impredecible hasta qué punto el Kremlin será capaz de alargarlo. Mucho tendrá que ver la disposición de naciones fuera de la órbita occidental.

Incrementar la dependencia rusa de China hasta llegar a términos irreversibles

Con el aislamiento internacional orquestado desde Occidente, la alternativa para Rusia apunta a su socio estratégico en ciernes: la República Popular de China. Hace pocos días el propio líder, Xi Jinping, visitaba Moscú en aras de potenciar las relaciones bilaterales y, por supuesto, hablar sobre las posibilidades ante el contexto de guerra. Es complejo determinar el grado de apoyo chino a Rusia en lo que respecta al conflicto, sin embargo, hay pocas dudas de que Pekín está sirviendo de salvoconducto para Moscú en materia económico-financiera.

La sociedad estratégica ruso-china se ha fortalecido en los últimos años. La prioridad estratégica de sus líderes encuentra su justificación en alterar el sistema internacional liderado desde Washington, de tal manera que Rusia recupere su posición de potencia prominente del lado de Pekín. No obstante, incluso antes de iniciarse la invasión total, Moscú ya había desarrollado ciertas tendencias que mostraban una relación asimétrica entre Rusia y China. En la actualidad, con la Federación rusa inmersa en la guerra, su necesidad de la República Popular se ha acelerado y supone un riesgo estratégico para el Kremlin.

Perder su zona de influencia histórica

La agresiva política exterior rusa tiene como objetivo reafirmar al país como potencia global. Ucrania está poniendo en entredicho tal condición, ya que quedarse sin victoria supondría perder un espacio de influencia que, a ojos de Moscú, es inherente a la nación. Desde la perspectiva del Kremlin, Ucrania es parte del corazón de la nación. Quién sabe si la actual coyuntura puede concatenar la pérdida de influencia también en el Cáucaso y Asia Central, otros espacios pos soviéticos que albergan sus propias disputas internas.

Fricciones dentro del círculo de poder de Vladimir Putin

En últimas fechas se han subrayado a las tensiones entre diferentes figuras dentro del círculo de confianza de Vladimir Putin. El líder del Grupo Wagner, Yevgueni Prigozhin, no ha dudado en realizar repetidas declaraciones sobre la falta de respaldo ruso en algunos momentos con el fin de presionar a las autoridades rusas, concretamente al Ministerio de Defensa, cuyos dirigentes han mostrado su desdén hacia el oligarca.

Vladimir Putin acompañado de Prigozhin, líder del Grupo Wagner (Fuente: Wikimedia)

El entramado de poder ruso encuentra su epicentro en la figura de Vladimir Putin, cuyo poder precisamente se basa en el equilibrio de influencia entre diferentes facciones, especialmente entre oligarcas y funcionarios. Él mismo se encarga de otorgar responsabilidades y funciones a diferentes personalidades. En el momento que el líder ruso no trabaje en esta equidistancia de poderes su ecosistema de fuerzas pierde funcionalidad. De ahí que en las últimas fechas se haya hecho eco de las disputas entre miembros del Ministerio de Defensa y el oligarca que lidera el Grupo Wagner.

No elegir el momento adecuado para apostar por las negociaciones

Este es un punto que tienen que tener en cuenta ambos contendientes. En este caso, el Kremlin debe ser consciente del contexto de guerra: alargar el conflicto puede suponer un coste irreversible para el país, incluso para el propio líder y todo su círculo de poder.

El invierno ha podido dar el tiempo para replantear estrategias y marcar objetivos verdaderamente alcanzables, pero viendo el desarrollo del tablero bélico queda patente que será la diplomacia la vía que cierre el conflicto; actualmente no hay una diferencia de fuerzas entre los contendientes como para que la vía militar dicte sentencia. No obstante, el Kremlin sigue manteniendo unas líneas rojas, como Crimea, que dificulta sentarse a negociar dado que Kiev mantiene su discurso de recuperar todos sus territorios.

 –Carencias en el armamento. Limitación en la producción de su industria de defensa.

Ucrania cuenta con Occidente como proveedor de armamento, pero Rusia está más limitada en este aspecto a pesar de contar con una industria militar propia consolidada. Hace escasos meses, a medida que Rusia veía cómo perdía terreno conquistado, especialmente en el frente meridional, comenzó a hacer uso de su arsenal de misiles balísticos y de crucero contra la infraestructura ucraniana. Estas acciones representaban una maniobra cargada de simbolismo para alimentar la narrativa de guerra y percutir en la psique ucraniana, ya que como táctica era insostenible y contraproducente en el tiempo ante el riesgo de vaciar sus arsenales.

Bombardeos de Kiev en octubre de 2022 (fuente: Wikimedia)

Por poner un ejemplo, se habla de que Rusia ha perdido la mitad de los carros de combate desde el inicio de la guerra, con la dificultad que supone su reemplazo. Precisamente por ello, y visualizando una guerra larga, el volumen de los arsenales rusos es un factor que exige contemporización; al menos hasta que se asegure otras líneas de abastecimiento a través de proveedores externos, una opción compleja ante el riesgo que acarrea para cualquier nación.

El apoyo de Occidente a Ucrania continúa…y aumenta

Rusia lleva más de dos décadas intentando mantener su espacio de influencia en Asia central, Cáucaso y Europa del Este, espacios antes dentro de la URSS (F:Wikimedia)

Las fuerzas ucranianas continúan recibiendo material bélico de Occidente, además de aumentar sus capacidades en ciertos escenarios – como el envío de carros de combate Leopoard ­–. Esta continuidad y mejora en el apoyo también representa un ejercicio de disuasión para Rusia con el mensaje implícito que deja: los socios de Ucrania no van a retirar sus ayudas al país liderado por Zelenski. El músculo económico de Occidente es mucho mayor que el ruso, por lo que el pulso psicológico de guerra en este aspecto juega en contra de Putin, a pesar de que el Kremlin se esfuerza por mostrar una fortaleza inquebrantable incluso después de los reveses durante trece meses de guerra.

Una Rusia sin Putin

Es menester barajar este escenario. Se trata de una posibilidad que gusta a muy pocos por su grado de incertidumbre. La posibilidad de que Putin pierda el poder en Rusia representa unas amenazas a nivel nacional, regional y global. Se trata de una potencia nuclear, la nación más extensa del planeta y un actor con gran profundidad de influencia. Una Federación rusa liderada por figuras más extremas y desconocidas aglomera un nivel de inestabilidad que es un escenario que nadie quiere arriesgarse a ver.

 FORTALEZAS

-Arma atómica como argumento de disuasión.

Moscú ha usado el armamento nuclear como instrumento de disuasión de manera continuada. Sin embargo, con el transcurso de la guerra su capacidad disuasión ha ido perdiendo fuerza. Además del devenir del conflicto, el uso de armamento nuclear (táctico) podría suponer que Rusia perdiera apoyos en la comunidad internacional, como China, Brasil, India o Turquía, países que hasta la fecha no se han unido la política de presión liderado por Occidente contra Moscú. Éste es un riesgo que Vladimir Putin no se puede permitir correr.

Potencia energética con influencia en el valor de los precios del petróleo. Muchos países requieren de sus recursos naturales.

La afinidad entre XI Jinping y Vladimir Putin ha sido clave para la relación entre ambos países (F: Wikimedia)

Como gran exportador de hidrocarburos la cotización de sus productos condiciona muchas agendas estratégicas. Países como China, India o Turquía necesitan de tales materias primas para mantener en curso sus economías, lo que marca la línea política de sus Gobiernos. Incluso los propios países europeos, aunque estén tomando medidas para reducir su dependencia, continúan comprando crudo de origen ruso.

Otra cuestión es la influencia que acopia Rusia en los precios de hidrocarburos. El último ejemplo ha quedado constatado hace pocos días, cuando la Organización de los Países Productores de Petróleo (OPEP) anunciaba un recorte en la producción, una linea de acción en la que el Kremlin tiene mucho que ver. Además, el apoyo secundado por otras potencias energéticas como Arabia Saudí deja entrever un giro de Riad hacia Asia, ya no sólo con Rusia, sino con Irán y China también. La geopolítica entiende de poder y el petróleo es de los argumentos con mayor peso. Por tanto, esta es una baza que el Kremlin siempre puede jugar, de tal forma que le permita condicionar los precios del crudo y, por ende, repercutir en la inflación.

-Control de los medios de comunicación internos

El entramado de poder de Vladimir Putin parece saber manejar los focos de protesta que han brotado. La máquina mediática bajo su control ayuda a direccionar la opinión pública a pesar de la globalización de las redes sociales y, a pesar de las críticas de algún sector, la sociedad rusa no representa un foco de presión. De hecho, han salido a la luz estadísticas que apuntan a que un alto porcentaje de la sociedad rusa apoya la guerra en Ucrania. Esta perspectiva encuentran su justificación en la misma cosmovisión alimentada desde hace décadas por Putin, que quiere mostrar el poder de Rusia desde el nacionalismo más efervescente.

 OPORTUNIDADES

Firmar una paz que otorgue a Rusia de manera oficial y definitiva la península de Crimea.

A día de hoy, por las declaraciones de los líderes ucranianos, esta posibilidad parece lejana. Sin embargo, desde la perspectiva geoestratégica rusa, la península es un enclave de altísimo valor, históricamente en manos de Moscú, y cuyo intento de reconquista para los ucranianos va a suponer un coste humano y militar extremadamente elevado. Atendiendo a la historia rusa, Crimea es probablemente la línea roja más evidente para el Kremlin, el espacio mas valioso y que más puede justificar la vía diplomática. Por ello, una paz que otorgue la península a Rusia de manera oficial es la mayor victoria que puede alcanzar Rusia en esta guerra.

-La confirmación de otro orden mundial

En el caso que Rusia no salga incuestionablemente derrotada, la guerra en Ucrania puede ser un punto de inflexión en el orden mundial. Durante los trece meses de conflicto ha quedado patente que muchos países, incluso socios de Occidente, no hay seguido la línea marcada por Washington y Bruselas. El binomio Pekín-Moscú se ofrece como cabeza de un bloque que aspira a instaurar un sistema internacional con varios polos de poder. El denominado Sur Global es un ejemplo de la transición que está en marcha y que la guerra en Ucrania puede llegar a ser como escenario de confirmación. La postura de diferentes potencias regionales como India, Brasil, Irán o Turquía respecto a la guerra deja en evidencia tal transición; Ucrania es la penúltima muestra y la evidencia con mayor eco.

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Alcanzado este punto de la guerra, el pulso psicológico es el más constante. La disuasión juega su papel y ahí Rusia debe demostrar que está preparada para una guerra larga. La presión internacional sobre Rusia y Vladimir Putin no cesa, mientras éste juega con los tiempos con la aspiración de alcanzar una victoria táctica de cierta talla antes de sentarse a negociar. Las líneas rojas para el Kremlin se pueden entrever, pero el líder ruso sabe que una salida del conflicto mal expuesta supone poner en riesgo su posición.

Moscú no cederá Crimea, difícilmente el Donbas. Sin embargo, atendiendo al apoyo que recibe su enemigo, Rusia debe prepararse para un futuro sin Ucrania en su espacio de influencia, y mentalizar a su sociedad para tal golpe nacional. Si consigue que Ucrania no ingrese en la OTAN conseguirá reducir la pérdida y la amenaza, sin embargo, la vía económica a través de la Unión Europea resultará un reto mucho más complejo de frenar. A día de hoy no hay un escenario en el que Vladimir Putin consiga los objetivos que se propuso hace trece meses, ahora sólo puede aspirar a minimizar errores y, en el mejor de los escenarios, confirmar Crimea.


Analista independiente, especializado en Conflictos Armados, Terrorismo y Geopolítica

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