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EE.UU y OTAN “vuelven a empezar” en la era post-Tr...

EE.UU y OTAN “vuelven a empezar” en la era post-Trump.

Los ministros de Defensa de la OTAN se reúnen este miércoles para mantener sus primeras conversaciones desde que el presidente de EE.UU, Joe Biden, tomó el relevo a Donald Trump con la promesa de calmar las tensiones entre Washington y sus socios más cercanos. En la agenda de la conferencia virtual, que se prolongará hasta el jueves, es clave el futuro de la misión de apoyo de la OTAN en Afganistán, con 9.600 efectivos, especialmente tras la decisión de Trump de llegar a un acuerdo con los talibanes para para la retirada de las tropas.

La administración entrante aprovechará la reunión para poner en marcha para reconstruir los lazos de confianza con los aliados europeos sacudidos por la política exterior de la era Trump. Funcionarios estadounidenses han asegurado que el secretario de Defensa, Lloyd Austin, pondrá especial énfasis en el compromiso y aprecio de EE.UU por la alianza transatlántica en un intento por suavizar las tensiones que han caracterizado estos últimos años.

Se trata del primer gran evento europeo desde la toma de posesión de Biden el 20 de enero. Tras unos años en los que los objetivos de gasto en defensa han protagonizado la mayor parte de las desavenencias con nuestros vecinos al otro lado del mar, todo apunta a que la administración de Biden, sin abandonar dichos objetivos, apostará por el refuerzo de la defensa colectiva en el marco de la OTAN.

Para hacer visible el nuevo rumbo de Biden respecto a la OTAN, la Casa Blanca publicó el 27 de enero un vídeo de la primera conversación mantenida entre el nuevo presidente estadounidense y el Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, en el que utilizó la palabra «sagrado» para describir el compromiso de EE. UU con la defensa colectiva.

Sin embargo, harán falta más que palabras para restituir la confianza entre sus socios. Tiempo y sobre todo hechos para que Europa abandone sus reticencias, especialmente después de ver como Washington tiraba por la borda importantes compromisos, incluyendo la retirada estadounidense del acuerdo nuclear con Irán o del acuerdo climático de París.

Biden tiene por delante una ardua labor en materia de política exterior. El propio ministro de Defensa de Portugal, Joao Gomes Cravinho, tildó de «experimento ideológico» la política adoptada por Trump y  sus “efectos devastadores en términos de la credibilidad de EE.UU”. Por su parte el presidente francés Emmanuel Macron ha llegado a decir que “Europa necesita su propia estrategia de defensa soberana, independiente de la de EE.UU”.

Los más optimistas ven en esta reunión el pistoletazo de salida que dará inicio al proceso de reparación “oficial” de las relaciones, además de un foro en el que se abordarán los esfuerzos para poner fin a una guerra de dos décadas en Afganistán, así como el debate en torno al “objetivo del 2%”, en virtud del cual los miembros de la OTAN se comprometen a gastar el 2% del PIB en defensa para 2024. Un objetivo que según las proyecciones iniciales, publicadas por la OTAN el pasado octubre, será incumplido por varios países entre los que se incluyen, Alemania, Italia y la propia España.

Sin embargo, a pesar del cambio de tono y de que en un principio el incumplimiento de dichos objetivos no vaya a instrumentalizarse como arma política con la que presionar a los aliados, no significa que Biden haya relajado la postura en lo que respecta a los compromisos de defensa. Fuentes de la nueva administración han reconocido que se mantendrá la “línea dura” instando a los aliados rezagados para que inviertan más en sus propias fuerzas armadas.

La alianza se enfrenta a difíciles cuestiones sobre cómo proceder con un acuerdo de paz desgarrado entre EE.UU y los talibanes, y tendrá que tomar una decisión en cuanto a la retirada de las fuerzas restantes de Afganistán. La administración de Biden está estudiando si debe cumplir con el plazo de retirada que se acerca el 1 de mayo o arriesgarse a una sangrienta reacción de los insurgentes si decide permanecer en el territorio.

A pesar de que  tras la cumbre no se espera ningún anuncio en firme, miembros de la OTAN insisten en que están dispuestos a permanecer en Afganistán, siempre y cuando Washington también se quede. «Aunque ningún aliado quiere permanecer en Afganistán más tiempo del necesario, no nos iremos antes de que sea el momento adecuado«, dijo el lunes el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg. El destino de la misión depende de que EE.UU determine que los talibanes han incumplido las promesas del acuerdo de paz al aumentar los ataques y no avanzar en las conversaciones con el gobierno de Kabul

Los ministros tendrán que decidir además acerca de la extensión y ampliación de la misión de entrenamiento en Irak destinada a reforzar la capacidad de las fuerzas armadas del país. Por el momento la misión ha continuado en medio de ataques que funcionarios iraquíes y occidentales han atribuido a las milicias respaldadas por Irán. También se estudiarán propuestas para reformar la alianza, incluyendo la posibilidad de un aumento de la financiación; y tendrán que abordar las tensiones con Turquía después de que ésta enfureciera a sus aliados de la OTAN al comprar sistemas de defensa aérea S-400 a Rusia.

Los desafíos que la OTAN tiene por delante son enormes: Rusia y la cada vez mayor sofisticación de sus campañas cibernéticas; la amenaza que plantea China a todos los niveles; la retirada de las fuerzas de Afganistán sin provocar un colapso del gobierno. Estos son solo algunos de los retos pendientes a los que ahora se suma la reparación de las relaciones entre EE.UU y los miembros de la alianza. Un escenario en el que “el nivel de ansiedad sigue siendo alto después de cuatro años de trauma» según ha reconocido un alto diplomático de la OTAN amparado en el anonimato.

 


Analista especializado en el entorno de la información y Defensa.

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