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La Batalla de Lepanto, la aniquilación de la flota turca

D. Atanasio Hervías Gómez

Introducción
El Imperio Otomano, tras la muerte de Solimán el Magnífico, quedó en manos de su sucesor, Selim II, que decidió lanzarse a conseguir el dominio del Mediterráneo Oriental, con una expedición que desembarca en Chipre, donde resiste valerosamente el caudillo veneciano Bragadino. Venecia solicita auxilio del Papa Pío V, y éste de Felipe II, quedando de este modo constituida la llamada «Liga Santa». El Papa asumió la jefatura de la coalición y se acordó reunir una flota en Mesina, para la que Pío V nombra Generalísímo a D. Juan de Austria, hermano del Rey de España.

Antes de la batalla
El 1 de Septiembre de 1571, se encontraban en Mesina las escuadras cristianas cuando una de las galeras destacadas desde Otranto ve entrar en Mesina, a las 60 galeras de Canale y Quirini. El capitán de esta galera se apresura a llevar la preciosa información a su almirante. Lo que no sabe es que al día siguiente llegarían 11 galeras de Andrea Doria y tres días después 30 del Marqués de Santa Cruz. El 14 de septiembre, Gil de Andrade, mandado en exploración, regresa a Mesina con una carta del Gobernador de Corfú, en que éste informa a Don Juan de Austria que la Flota turca se ha retirado hacia el Sur y que se compone de 150 galeras. El 16 la Flota de la Santa Liga se hace a la mar con dirección a Corfú.

La organización de la Armada cristiana es la siguiente:

  • Vanguardia o grupo de descubierta, al mando de don Juan de Cardona, con siete galeras (3 de España y 4 de Venecia).
  • Primera escuadra o ala derecha, al mando de Juan Andrea Doria, con 50 galeras (25 de Venecia, 23 de España y 2 del Papa).
  • Segunda escuadra o cuerpo de batalla, al mando de Don Juan de Austria, con 62 galeras (28 de España, 27 de Venecia y 7 del Papa).
  • Tercera escuadra o ala izquierda, al mando de Barbarigo, lugarteniente de Veniero, con 53 galeras (41 de Venecia, 11 de España y 1 del Papa).
  • Escuadra de reserva, al mando de don Álvaro de Bazán, Marqués de Santa Cruz, con 30 galeras (15 de España, 12 de Venecia y 3 del Papa).
  • Escuadra de galeazas, al mando de Francisco Duodo, con 6 galeazas.
  • Escuadra de naves, al mando de Don Carlos de Ávalos, con 26 naves (24 de España y 2 de Venecia), que transportaban el material de sitio.

Las dos armadas eran aproximadamente iguales en número. El orden de combate establecido fue la línea de frente. A la derecha de Don Juan de Austria debería desplegar Andrea Doria, quedando la capitana de éste en el extremo de la línea; a la izquierda del centro desplegaría Barbarigo, quedando su capitana en el extremo izquierdo de la línea. Al centro de la misma estaría la Real de Don Juan de Austria, con la Colonna a la derecha y la de Veniero a la izquierda. Como apoyos inmediatos de la Real debería quedar por las aletas de ésta la Patrona Real y la capitana del Gran Comendador de Castilla don Luis de Requeséns. La vanguardia de Cardona debería colocarse a la derecha del centro, y detrás de la línea quedaría don Álvaro de Bazán para acudir allí donde hiciese falta.

El 26 de septiembre, estando la Armada en Corfú, Don Juan de Austria es informado de que los turcos no están en Prevesa; el 29 le llega la confirmación de que la flota turca está fondeada en Lepanto, pero que el 23 se han visto unas 60 galeras navegando hacia el Sur. Don Juan decide entonces hacer una demostración. El 30 fondea la Armada en Gomeriza y el 4 de octubre delante del golfo de Patrás.

La batalla
El 7 de octubre la Armada recala sobre la isla de Petala y se dirige a entrar en el golfo de Lepanto. A las siete de la mañana los dos almirantes se encuentran enfrente con fuerzas muy superiores a lo que se imaginaban. A las once de la mañana el ala izquierda cristiana está terminando el despliegue. El cuerpo de batalla está también en pleno despliegue. Andrea Doria se da cuenta de que Uluch-Ali intenta un envolvimiento del ala derecha cristiana y se pone paralelo a él para cerrarle el paso.

El viento crea una situación grave a Don Juan pero cae de golpe a las doce. Los turcos tienen que arriar las velas rápidamente y armar los remos. A esta hora don Álvaro de Bazán está ya prácticamente en su puesto. Las galeras extremas del cuerno derecho turco maniobran para desbordar a Barbarigo y éste reacciona para cortarles el paso. Las galeras turcas del centro y del cuerno derecho están ya a poca distancia de los cañones de las galeazas. Uluch-Alí y Andrea Doria siguen navegando al Sur. Entre el ala derecha cristiana y el centro, la maniobra de Andrea Doria ha abierto un boquete.

Minutos después del mediodía, la galeaza de Duodo ha roto el fuego y las otras la imitan. Ciento veinte cañones han disparado, casi simultáneamente sobre la línea turca y sus efectos han sido desastrosos.

Varias galeras se van a pique; otras quedan al garete sin movimiento. Por un momento hay una paralización en el centro turco, y algunas galeras inician la retirada. La capitana turca reacciona, pero el centro turco va a llegar al choque después que el cuerno derecho, en el que el efecto de las galeazas no ha sido tan intenso. Momentos después hace fuego la artillería de las galeras y se produce el choque.

En el ala izquierda cristiana la lucha se centra en el combate entre las dos capitanas. Los jenízaros de Siroco, reforzados por otros que saltan de otras galeras, ponen el pie sobre la capitana de Venecia, y están a punto de rendirla. Barbarigo recibe un flechazo en el ojo izquierdo y cae mortalmente herido. En aquel momento tres galeras cristianas llegan en su apoyo; saltan los soldados a la capitana, contraatacan y asaltan la galera turca. Dos galeras cristianas la atacan por las bandas y el Gobernador de Alejandría (Sirocco) cae derribado por un golpe de pica. En la popa de su capitana aparece el estandarte de San Marcos; sobre otras capitanas turcas se iza también la enseña de Venecia. El pánico cunde entre las galeras turcas del cuerno derecho. La galeaza de Bragadino se da cuenta y dispara sus cañones contra los que huyen.

Mientras tanto, otra «melée» semejante se ha producido entre los dos cuerpos de batalla y la lucha se centra también en el combate entre la capitana de Don Juan y la de Alí Pachá que se han embestido. La roda de éste ha penetrado hasta el cuarto bando de la capitana cristiana. Los arcabuceros de Moncada y Figueroa se lanzan espada en mano a la Sultana y por dos veces llegan hasta su palo mayor. Pero éste recibe refuerzos por su popa y los españoles son rechazados a su buque. A popa de la capitana de Don Juan se aproxima la galera del Marqués de Santa Cruz. La situación se restablece y los españoles vuelven a saltar a la Sultana, pero ésta es reforzada de nuevo; y de nuevo los españoles se ven obligados a replegarse. Los jenízaros saltan a la capitana de la Liga, y poco a poco, avanzan por su arrumbada. Alí-Pachá aparece en la proa de la Real rodeado de su guardia personal de feroces guerreros tártaros.

Don Juan de Austria encomienda entonces la guardia del estandarte a un grupo de caballeros y avanza espada en mano por la crujía para tomar parte en la lucha. Por un momento parece que el hijo de Carlos V y el Almirante del Sultán van a llegar a un cuerpo a cuerpo. En aquel momento una descarga de arcabuces desde una galera próxima derriba a una gran parte de los asaltantes turcos. Es la capitana de Roma que embiste a la Sultana por babor y la asalta. Al mismo tiempo, don Álvaro de Bazán llega por la otra banda y lanza contra la Sultana a don Pedro Padilla con sus arcabuceros del tercio de Nápoles. Alí-Pachá se defiende bravamente en la popa de su galera. Un arcabuzazo lo derriba muerto a la cámara de boga.

La victoria estaba también lograda en el centro, pero en aquellos momentos se producía una grave crisis. Uluch Ali, al llegar a estar más cerca de la batalla de Andrea Doria, había virado rápidamente hacia el Norte y se dirigía, con sus 61 galeras, contra las galeras de Justiniani.

Hacia las tres de la tarde se produce un combate entre veinte galeras cristianas y las 93 unidades de Uluch Alí. En pocos momentos seis galeras son hundidas. El capitán de una de ellas da fuego a la pólvora y la hace volar para no ser apresado. La catástrofe está a punto de consumarse cuando empiezan a llegar socorros. El primero en llegar es Cardona con 7 galeras, a las que oponen 16 berberiscas. Cardona resulta herido por flecha y arcabuz. La Patrona de Sicilia y la capitana de Santiago que le siguen son también diezmadas, pero llega don Álvaro de Bazán con su reserva y se empeña en nuevos combates. Detrás de su capitana va la Marquesa. Dos galeras turcas la abordan y los jenízaros saltan a bordo. En el bastión del esquife, uno de los puntos de resistencia de las galeras se bate Miguel de Cervantes. Un arcabuzazo le ha alcanzado el hombro, su mano izquierda cuelga ensangrentada y, cuando su espada se hunde en el pecho de un jenízaro que va a descargar un golpe de alfanje contra un compañero, una pica le derriba de un golpe en la cabeza. La galera Leona, que llega en socorro, salva la crisis y arroja a los turcos de la Marquesa.

La llegada de Don Juan de Austria con doce galeras, y la de Andrea Doria, que ha virado y fuerza la boga cuanto puede al verse burlado por su enemigo, restablecen la situación y confirman la victoria. Uluch-Alí no hace frente a estos esfuerzos. Manda picar los remolques de sus presas, se aleja, y, aprovechando unas rachas del Este, que soplan en aquellos momentos da al aparejo, y escapa con trece galeras hacia Prevesa. Además, otros treinta y cinco buques logran escapar hacia Lepanto. Las cuarenta y cuatro unidades restantes de Uluch-Alí son apresadas por los cristianos.

A las cinco de la tarde la flota turca ha quedado aniquilada, la victoria de la Armada de la Santa Liga ha sido total, pero pagada a buen precio; la flota de Don Juan de Austria ha perdido quince galeras y ha sufrido 15.434 bajas, (7.650 muertos y 7.784 heridos).

Quince galeras turcas han sido hundidas y 190 capturadas. Los turcos perdieron 30.000 hombres, entre muertos por arma y ahogados; 8.000 musulmanes quedan prisioneros y 12.000 esclavos cristianos, que bogaban en las galeras turcas, recobran la libertad.

Después de la batalla
Después de la victoria, Don Juan de Austria tiene que dar por terminada la campaña de aquel año. La estación está ya muy adelantada y los buques, en su mayor parte, tienen que proceder a serias reparaciones.

Al año siguiente muerto el Santo Papa Pío V, alma de la Liga, los venecianos gestionaban secretamente, bajo los auspicios de Carlos IX de Francia, la paz con el Imperio Otomano. La Liga está prácticamente deshecha. El 15 de marzo de 1573, la Serenísima República firma la paz con Selim II.

La victoria de Lepanto, tuvo, no obstante, las mayores repercusiones de orden moral. El mito de que el turco era invencible en la mar quedó roto.

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– «Armada española, desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón», de Cesáreo Fernández Duro
– «Pasajes de la Historia. Tiempo de héroes»
, de Juan Antonio Cebrián
– «Grandes batallas de la historia de España», de Juan Eslava Galán
– «Batalla de Lepanto», de José Aparici
– «Historia marítima española», de José M. Gutiérrez de la Cámara Señán (Capitán de Navío)

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