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Almanzor, «el victorioso por la gracia de Allah»

Almanzor, «el victorioso por la gracia de Allah»

Almanzor

GB. Agustín Alcázar Segura (R).

Fue durante el relativamente tranquilo reinado de Alhakem, cuando hizo su aparición un personaje que influirá de forma total en el último cuarto del siglo X; nos referimos a Muhammad Ibn Abi Amir, el futuro Al Mansur bi-llah, “el Victorioso por Allah”, castellanizado como Almanzor y al que citaremos con este nombre a partir de este momento.

Procedía éste de una de las pocas familias árabes que acompañaron a Tarik cuando desembarcó en la Península en el 711, recibiendo como compensación unos territorios en Torrox (Málaga). Deseando el futuro Almanzor un escenario más amplio en el que desarrollar sus ambiciones, se trasladó a Córdoba, a donde llegó en el año 962, contando entonces 22 años.

Inicialmente, y para ganarse la vida, montó un puesto de copista. Más tarde pudo emplearse como auxiliar de notaría junto al cadí (juez) supremo de Córdoba, quien abogó para que se le concediese un nuevo destino como intendente para cuidar de los bienes del hijo mayor del Califa Alhakem. La selección final fue obra de la sultana madre Subh, quien quedó impresionada con el joven aspirante. Esto sucedió en febrero del 967 y fue el inicio de una larga y fructífera carrera.

Sus buenas maneras fueron recompensadas siete meses después con un nombramiento más brillante y mejor remunerado: el de director de la Ceca, puesto que le permitió manejar grandes sumas de dinero y ganarse la amistad de los cortesanos. A finales del 968 fue nombrado tesorero y en octubre del 969 es designado cadí de Sevilla y Niebla, cargo que compatibilizó con el de administrador del heredero Hixam, a la muerte de su hermano mayor. En 972 logró el cargo de Jefe de Policía, puesto en el que permaneció hasta el 977.

En el 973 fue designado para vigilar las enormes sumas que manejaban los generales que dirigían la guerra en el Norte de África, labor realizada con tal eficacia que Alhakem añadió a los numerosos cargos que ya ostentaba, el de “cadí supremo de los territorios Omeyas del Norte de África”. Esta acumulación de cargos se culminó al año siguiente recobrando nuevamente el de jefe de la Ceca[1].

Con este poder acumulado y con el favor de la Sultana, llegó la muerte del segundo Califa cordobés, el cual dejaba como heredero a un niño de 11 años. Comenzaba una etapa de poder personal que llevaría al califato a la cima de su poder militar y a los reinos cristianos a la de mayor postración de su historia.

Sin embargo, el reinado de Hixam II no existió en la realidad y su tiempo fue el de Almanzor, el cual aisló al soberano, privándole de las visitas y los consejos de los cortesanos. …El joven no podía salir del alcázar ni comunicarse con nadie…Estaba prisionero en una jaula de oro[2]…le fue aislando cada vez más de todo lo que acontecía a su alrededor tratándole como a un ídolo inaccesible, y proporcionándole una vida muelle y libre de preocupaciones, saciando prematuramente todos su placeres sensuales, lo que le convirtió en un ser inane, afeminado y, más tarde, impotente[3].

La llegada al poder de un niño fue considerada por los reinos cristianos como una oportunidad de oro para aprovechar en su propio beneficio la inestabilidad que se crearía, por lo que realizaron incursiones que les llevaron hasta las inmediaciones de Sierra Morena. Alarmada por ello, la sultana Subh instó a Almanzor a poner coto a dichas agresiones.

Las Campaña de Almanzor

Comenzaron así una larga lista de 56 campañas desarrolladas entre los años 977 y 1002, en que falleció el caudillo, todas ellas victoriosas, que dejaron a los reinos cristianos en la mayor postración de toda su historia.

En el relato de todas estas campañas, seguiremos al Teniente General D. Juan Castellanos Gómez en su obra: Geoestrategia en la España musulmana[4]. El principal objetivo de todas ellas fue el reino de León contra el que se dirigieron en 28 ocasiones, seguido de Castilla en otras 15, reservando las restantes para Navarra y Cataluña. Otra peculiaridad de dichas campañas fue la de de no limitarse a una aceifa anual, sino que con mucha frecuencia se realizaron dos o tres en cada período anual, llegando a cuatro en el año 995 e incluso a cinco en 981.

Como decíamos, comenzaron estas campañas con la efectuada en febrero del 977 contra el castillo de al Hamma, en Baños de Montemayor (Cáceres), una fortaleza construida por Ramiro II de León, después de la victoriosa batalla de Simancas (939). Almanzor regresó a Córdoba victorioso, después de 53 días, rodeado de una creciente popularidad y abundante botín. Con la campaña del verano, dirigida contra el castillo de Mola, en el pueblo de la Muela, a poco más de 8 km al Sur de Calatañazor (Soria), (presuntamente la ciudad donde finalizaría la carrera del caudillo musulmán), se inició una alianza con el general Ghalib, que duró hasta el 980.

Al regreso de esta segunda campaña se hizo nombrar “Prefecto de la Capital”, es decir, gobernador de la misma, en detrimento del hijo del Primer Ministro que ejercía dicho cargo hasta el momento.

La tercera campaña de este año 977 se dirigió contra Salamanca y su éxito le valió el título de “Doble visir o el de las dos espadas”, que solo poseía el general Ghalib. Su ascenso político no acabó ahí, por cuanto a principios del año siguiente se casó con Asma, la hija del general, y tras la destitución y encarcelamiento del Primer Ministro en Marzo de ese año, él mismo asumió el puesto.

En ese año de 978 se realizaron dos campañas; la primera, de Junio a Agosto, se dirigió contra Pamplona y la llanura de Barcelona, y la segunda, en Octubre, tuvo como objetivo a Ledesma, localidad situada a 35 km al Oeste de Salamanca, sobre el río Tormes, aunque no pudo entrar en la población, limitándose a arrasar campos y arrabales.

Mayor éxito tuvo en Mayo del siguiente año, frente al mismo objetivo, el cual conquistó en esta ocasión. La segunda campaña del 979 la dirigió contra Sepúlveda, que no pudo tomar, conformándose con talar y devastar su inmediaciones.

Durante los años 980 y 981 los reinos cristianos pudieron sentirse libres de la presión musulmana por cuanto se desató la lucha entre el general Ghalib y su yerno. Aun cuando en la Campaña de Marzo-Abril de 981, Almanzor sufrió uno de sus escasos fracasos frente a su anciano suegro, en la siguiente (Mayo a Julio del mismo año), éste fue derrotado y muerto.

El encuentro se produjo el 10 de Julio en un lugar de tierras sorianas llamado actualmente Torrevicente, a unos 35 km al SE de San Esteban de Gormaz. Entre las fuerzas de Ghalib figuraban fuertes contingentes castellanos y navarros, resultando muertos junto a Ghalib Ramiro Garcés, hermano del Sancho Garcés II, rey de Navarra y pudiendo salvarse huyendo García Fernández, conde de Castilla. Libre ya de enemigos que le pudieran disputar el poder, aún tuvo energías en este año de 981 para llevar a cabo dos nuevas campañas contra tierras del reino de León:

A estas alturas, Almanzor era ya el verdadero dueño del país, aún cuando nunca intentó despojar al Califa de su título y apropiárselo, acaso convencido de que el pueblo no se lo consentiría. Posiblemente esto constituyó su habilidad política suprema y posibilitó que Al Ándalus conociera durante los siguientes veinte años, la época de mayor riqueza, justicia y tranquilidad interior que tuvo nunca el país[5].

La primera campaña del año 982, con una duración de dos meses, se inició en Medinaceli y tras recorrer tierras de La Rioja se dirigió a Navarra, donde el rey Sancho Garcés II pactó con Almanzor. Continuó su penetración por tierras catalanas llegando hasta la lejana Gerona.

El pacto del rey navarro incluía la entrega de su hija Abda a Almanzor, la cual estaba llamada a obtener un gran protagonismo en la corte cordobesa. La hija de Sancho Garcés se convirtió al Islám, se casó con el amirí y fue madre de Abd al Rahman “Sanchuelo”, quien protagonizó un breve y nefasto caudillaje de Al Ándalus entre Octubre de 1008 y marzo del 1009.

La segunda campaña de este año 982, se realizó entre el 20 de Septiembre y el 27 de Octubre. Almanzor se dirigió contra Toro y León. Quizás fue ésta la primera ocasión en que las huestes cristianas presentaron batalla campal al líder musulmán; en ella, tras un inicial momento victorioso de Ramiro III, se recuperaron los agarenos obligando a los cristianos a replegarse sobre León.…. no conquistó la capital del reino de León por culpa de una fuerte tormenta….conquistó el castillo de Toro y los arrabales de León, haciendo una gran matanza y consiguiendo un provechoso botín. Volvió con mil cautivos[6].

Este conato de éxito hizo pensar al rey leonés que Almanzor podía ser vencido en campo abierto, por lo que, a comienzos del 983 se constituyó una coalición entre castellanos, leoneses y navarros que, desde la primavera comenzaron a concentrarse en las proximidades del Duero leonés.

A mediados de Junio salió el ejército musulmán de Córdoba y por Toledo se dirigió a Simancas. A principios de julio se encontraron ambos ejércitos en la localidad de Rueda, a unos 25 km al Suroeste de Simancas. El resultado fue una aplastante victoria cordobesa que trajo como epílogo el asalto y captura de Simancas, la cual fue destruida y sus habitantes pasados a cuchillo o cautivados. La victoria musulmana de Rueda sobre la coalición cristiana constituye uno de los hechos de armas más importantes de la trayectoria militar y política de Almanzor. Desde este momento, los pactos, alianzas y defecciones en los reinos y condados cristianos se suceden. El poder del amirí es absoluto[7].

Nuevamente se pone en campaña Almanzor en el mes de Septiembre, esta vez tomando como objetivo Salamanca. Era la segunda vez que atacaba esta ciudad (la primera fue en Septiembre del 977), pero como en aquella ocasión, tampoco consiguió capturarla. Culminó este año con una nueva aceifa, realizada entre el 2 de Noviembre y el 8 de Diciembre, dirigida contra Sacramentia, a unos 20 km al Sureste de Peñafiel (Segovia), la cual quedó asolada.

La aplastante superioridad musulmana le llevó a prescindir de condicionantes como podía ser la fecha de iniciar una campaña y así, en Febrero de 984, se dirigió contra Zamora. La guerra civil se había declarado en el reino de León, entre Ramiro III y su primo, el futuro Vermudo II. Ante esta situación, primero Ramiro y posteriormente Vermudo pactaron con Almanzor, permitiendo el nuevo monarca la estancia en territorio leonés de un numeroso contingente de tropas musulmanas, a manera de un cierto “protectorado”.

Dado que el navarro Sancho Garcés había pactado también con Almanzor tras la batalla de Rueda, los ataques de éste se dirigieron ahora sobre los dos grandes condados cristianos, la Castilla de García Fernández y la Cataluña de Borrell II, y contra ellos actuó en Septiembre del 984 y sobre todo entre Mayo y Julio del siguiente año en el que, mediante una acción conjunta terrestre y marítima, conquistó y asoló Barcelona, dejando posteriormente, contra su norma habitual aunque por breve tiempo, una guarnición.

Posiblemente cansado por los conflictos que le causaba la presencia musulmana en sus dominios y resueltos sus problemas internos, Vermudo III de León rompió el pacto suscrito con Almanzor dos años antes. Quizás esta sea la razón por la que durante los cuatro años siguientes sea el reino de León el objetivo de todas las aceifas. Así, en el año 986, primero fueron contra Zamora, Salamanca y León; las tierras portuguesas de Coimbra son el escenario de las dos primeras campañas de año 987 y una ilocalizable Portillo la tercera; Zamora y Toro, Astorga y de nuevo Portillo fueron los objetivos del año 988, retornando una vez más sobre Toro, en la primera del 989.

El poder total que detentaba Almanzor impedía toda reacción en su contra, sin embargo fue en el seno de su propia familia donde surgió la rebelión en la persona de su hijo primogénito Abd Allah, de quien siempre albergó dudas sobre su paternidad, lo que se tradujo en su postergación frente a sus hermanos[8]. Tras un primer conato de rebelión durante su permanencia en Zaragoza, fue perdonado e incorporado al ejército que, durante el Otoño del 989, sitiaba una vez más la fortaleza de San Esteban de Gormaz. Pero de allí, huyó Abd Allah buscando la protección del conde castellano quien se la proporcionó inicialmente. Empero, vencido éste por su padre en Osma y Alcoba (25 km al NW de la anterior), durante la primera campaña del 990, se vio obligado a entregarlo, siendo ajusticiado por orden de Almanzor.

De nuevo las tierras portuguesas son objeto de la razzia musulmana, esta vez personificada en Montemayor (actual Montemos o Velo, a unos 24 km al Oeste de Coimbra), la cual asedió hasta que sus habitantes se rindieron.

Entre los años 991 y 994 Almanzor deja de lado al reiteradamente atacado reino de León para dedicarse fundamentalmente a razziar Castilla y Navarra, pero fue como consecuencia de sus éxitos en la única campaña de 991, dirigida contra Bruños (a 2 km al Norte de Haro), Nájera y Alcocero (2 km al Sur de Briviesca), por los que alcanzó el título de Al Mansur, “El Victorioso por la gracia de Allah”, con el que sería conocido en la historia.

Sin embargo, como contrapartida de sus éxitos, Subh la madre del Califa Hixam II, comenzó a demostrar su descontento con Almanzor al ver el papel al que había reducido a su hijo. A la vez que trató de estimular a éste para que adoptara una postura más digna, enérgica y eficaz, convenció al caudillo beréber Zirí Ibn Atiya, virrey del Zagreb para que se levantara en armas contra Almanzor; sin embargo, éste lo derrotó, aún cuando aceptó luego sus servicios, invitándole a desplazarse a Córdoba. Esta familia sería la fundadora del reino de Taifa de Granada al desaparecer el Califato en el año 1031.

En la primera de las tres campañas que se desarrollaron el año 995, el conde de Castilla García Fernández, fue herido y apresado junto a la ribera del Duero, a unos 25 km al Oeste de San Esteban de Gormaz, muriendo pocos días después en Medinaceli, a donde había sido trasladado.

Durante el resto del 995 y los posteriores hasta el 997, el reino de León sufrió de nuevo los ataques musulmanes; pero de todos ellos, fue el realizado entre Julio y Octubre del año 997, el más célebre, el que le llevó hasta la ciudad de Santiago de Compostela, en un ataque combinado, terrestre y marítimo, que nos recuerda el realizado contra Barcelona en el año 984.

En Julio de 997, Almanzor dirigió sus fuerzas terrestres y navales para realizar la empresa más dolorosa para la España cristiana, la destrucción del templo más importante de la cristiandad, donde se hallaba el sepulcro del apóstol Santiago[9]

Contando con la complicidad de varios condes cristianos, descontentos con su rey Vermudo II, los cuales se le unieron en tierras portuguesas, cruzó el río Miño en las inmediaciones de Tuy, que fue arrasada; franqueó el Ulla, saqueó Padrón y el 10 de Agostó llegó a Santiago, abandonada por sus habitantes; la incendió y arrasó su basílica, progresando hacia el Norte, hasta cerca de La Coruña. Desde aquí inició el repliegue hacia el Sur, despidiendo a los condes gallegos, a los que colmó de cuantiosos regalos. Para el poderoso Almanzor esta campaña fue “un paseo militar”, en parte favorecida por la traición de los condes citados, tránsfugas de su país y traidores de su Patria[10]

Consideraciones sobre las campañas de Almanzor

Después de 25 años de constantes victorias sobre los reinos cristianos sumidos en un estado de debilidad como no se había producido desde la época de la conquista, surgen las preguntas obligadas de ¿Cómo es posible que las fronteras permanecieran inalterables? ¿por qué los reinos cristianos no fueron aniquilados?

La respuesta no puede ser otra que el propósito de Almanzor era el de ofrecer al pueblo continuas victorias sobre enemigos exteriores, para ello era preciso mantener unos reinos cristianos débiles a los que se podía derrotar y esquilmar fácilmente. Consecuencia inmediata de esta política era el aumento de prestigio personal que adquiría Almanzor, artífice de todas las victorias, tanto ante el pueblo como entre los mandos y tropas del ejército.

Consecuente con lo anterior es el hecho de que Almanzor, salvo la breve ocupación dejada en Barcelona durante la campaña de 985 y el pacto suscrito con Vermudo II en 984, por el que mantuvo una guarnición en Zamora hasta el 986, nunca trató de ocupar las tierras el Norte, se limitó a destruir las ciudades o fortalezas atacadas pero sin ningún propósito de conservarlas.

Así mismo, el copioso botín obtenido en todas sus campañas permitía el pago de su ejército mercenario, sin que su coste repercutiera en exceso en las arcas de la monarquía. A su vez, las continuas campañas le permitían mantener ocupada a unas fuerzas que, de otra forma, podría haber causado multitud de conflictos internos.

Por otra parte, la cantidad de cautivos apresados permitía emplearlos en los trabajos más duros, como la ampliación de la mezquita de Córdoba, a la vez que exaltaba el sentimiento de orgullo religioso y nacionalista del pueblo al ver a los cristianos humillados y sometidos al poder musulmán. Así mismo, no debían ser desdeñables los beneficios obtenidos por el rescate de los cautivos económicamente más poderosos.

Por último, es preciso tener en cuenta que, junto a la burocracia, el ejército era una de las principales instituciones creadoras de puestos de trabajo y uno de los mayores consumidores de todo tipo de manufacturas y víveres, lo que repercutía en beneficio de la pujante economía del Califato.

Los treinta años que transcurren entre el 977 y el 1008 fueron cruciales para la España actual, pues si el genio militar y político de Almanzor hubieran actuado realmente en beneficio del Estado al que presuntamente servía, los reinos y condados cristianos de entonces hubieran desaparecido, absorbidos por el poder musulmán o, cuanto menos, habrían quedado reducidos a una situación muy similar a la del siglo VIII, en los comienzos de la ocupación.

De haberse producido esto, lo que podría haber sido un hecho, dada la enorme superioridad del califato, habría imposibilitado o, al menos, dificultado enormemente, la reanudación de la lucha contra el Sur musulmán. Y esto sería así, porque ya, en aquella época, la España musulmana no estaba integrada por unos pocos miles de guerreros ocupando un inmenso país habitado por gentes presuntamente enemiga, sino que Al Ándalus constituía un país rico, dominado con mano férrea por la figura indiscutible de Almanzor, con predominio de la religión musulmana y con un poder militar imbatible. En estas condiciones ¿habrían podido recomenzar la Reconquista los escasos y batidos habitantes del Norte? Aún cuando la respuesta hubiera sido afirmativa, es indudable que la Reconquista no habría finalizado en 1492 y la historia de España habría sido otra.

Afortunadamente no fue así y con la desaparición de Almanzor desapareció también el Califato, iniciándose una decadencia musulmana que ya no recuperaría jamás, aún cuando pasara por épocas en las que pudo frenar el avance cristiano. A partir de entonces los cristianos del Norte siempre fueron a más y los musulmanes del Sur a menos.

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[1] ESPINOSA DURÁN, Ángel: Almanzor. Al-Mansur el Victorioso. Ed. Aldebarán. Madris 1998. pp. 9 a 73.

[2] Ibidem, p. 105.

[3] Ibidem, p. 102.

[4] CASTELLANOS GÓMEZ, Juan: Geoestrategia en la España musulmana. Ed. MINISTERIO DE DEFENSA. Madrid, 2003. Capítulo cuarto.

[5] ESPINOSA DURÁN, Ángel: ALMANZOR. Al-Mansur. El Victorioso. Ed. Aldebarán. Madrid, 1998. p. 108

[6] CASTELLANOS GÓMEZ, Juan: Geoestrategia en la España musulmana. Ed. MINISTERIO DE DEFENSA. Madrid, 2003. p. 84.

[7] Ibidem, p. 85.

[8] ESPINOSA DURÁN, Ángel: ALMANZOR. Al-Mansur. El Victorioso. Ed. Aldebarán. Madrid, 1998. p. 20.

[9] CASTELLANOS GÓMEZ, Juan: Geoestrategia en la España musulmana. Ed. MINISTERIO DE DEFENSA. Madrid, 2003. p. 127.

[10] Ibidem, p. 130.


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