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La crisis de seguridad hunde al turismo en Egipto

La crisis de seguridad hunde al turismo en Egipto

La península del Sinaí se desangra. Cientos de policías y milicianos han muerto en los últimos años de insurgencia islamista. El autoproclamado Estado Islámico (Daesh, por sus siglas en árabe) ha hecho suya la provincia, convirtiéndola en el cuarto frente abierto en Oriente Próximo después de Irak, Siria y Libia.

La seguridad en la región del Sinaí se ha convertido la peor pesadilla para el presidente egipcio Abdelfatah al-Sisi, que ha llegado incluso a pactar, sin éxito, con las tribus locales para lograr detener el avance de los terroristas.

A comienzos de año al-Sisi anunció que 41 batallones del Ejército egipcio -alrededor de 25.000 soldados- desplegarían el norte del Sinaí para apoyar la campaña militar “Operación Derecho del Mártir”, que arrancó en septiembre de 2015 y que tiene como objetivo acabar con la insurgencia en la península. Sin embargo, desde que comenzara la operación militar la organización Wilayat Sina, la filial de Daesh que opera en el norte de la península del Sinaí, no sólo no ha perdido terreno sino que se ha hecho más fuerte en el norte de la región, concretamente entre la localidad de Rafá, la montaña al-Halal y la ciudad de Ouga.

En los últimos dos años los puestos de la Fuerza Multinacional (MFO, por sus siglas en inglés) han sido atacados por los terroristas que, se han hecho con vehículos blindados que han desplazado hasta la frontera con Israel. Ante el debilitamiento de las fuerzas de seguridad en la zona, el pasado mes de abril el Gobierno decretó el Estado de emergencia, que se prolongará hasta el próximo mes de octubre.

Esto ha obligado a decenas de familias autóctonas a buscar refugio en la Franja de Gaza, a la que se puede acceder desde Egipto. Otros miles de personas han huido a la parte occidental del país o a la capital, El Cairo, donde su seguridad tampoco puede ser garantizada por el Gobierno. Además, tanto Wilayat Sina como el resto de facciones aliadas de Daesh han convertido a la minoría cristiana copta y a los turista en blanco de sus ataques.

Por su parte, el Gobierno, que apuesta por su Ejército, inauguró el pasado mes de julio la mayor base militar en Oriente Próximo y África. La base Mohamed Naguib alberga más de 1.100 barracones y edificios militares y tiene capacidad para 20.000 soldados. Ha sido construida en la costa noroeste del país, situada entre la frontera de Libia y la Península del Sinaí. Sin embargo, la presencia de los carros blindados, helicópteros, lanchas y sistemas de defensa antiaérea no parece ahuyentar a los islamista.  Egipto, que es la mayor potencia militar en el mundo árabe y África, sigue sin ser capaz de reducir a las facciones yihadistas, que han hecho de la península del Sinaí su feudo terrorista.

Desplome del sector turístico

A la grave crisis económica y de política interna que vive Egipto se ha unido el hundimiento de uno de los principales motores financieros del país: el turismo. El incremento de la inseguridad a golpeado duramente al sector, que representaba el 15 por ciento del PIB del país, la cuarta parte de las divisas extranjeras y más de tres millones de empleos directos.

Fue en el año 2010 cuando el país de las pirámides alcanzó su record de visitantes: 14’8 millones de turistas visitaron Egipto según el Ministerio de Turismo local. Sin embargo, un año después comenzaría el descenso de cifras. En 2011, fueron 9’8 los millones de turistas que llegaron a Egipto, es decir, un 32 por ciento menos que en 2010. Ese mismo año, los ingresos en el sector cayeron en un 29’8 por ciento, situación que no ha dejado de empeorar desde entonces.

“Todo se lo llevó la revolución”, cuenta Nabbil, un camarero que desde hace más de una década trabaja en la costa del Sinaí. Las revueltas árabes que derrocaron al ex-presidente Mubarak dieron paso al régimen islamista del ex-presidente Mohamed Morsi. La reforma constitucional del líder de los Hermanos Musulmanes apostó entonces por implantar la sharía (ley islámica) en la vida pública.

La represión gubernametal y las protestas movilizaron a más de 30 millones de personas en todo el país. En 2013, el por entonces presidente del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, Abdulfatah al-Sisi lideró un golpe de Estado y derrocó al Gobierno de Morsi. Desde entonces, las graves tensiones sociales y políticas conducen a Egipto hacia el desastre.A fecha de 2017 la caída del porcentaje de turistas roza el 70 por ciento. Apenas 2’4 millones de turistas han visitado este año el país según la agencia oficial de estadística egipcia, CAPMAS.

“Ante esta mala situación se están redoblando los esfuerzos para atraer a turistas procedentes de los países árabes del Golfo Pérsico”, asegura Elhamy Elzayat, presidente de la Cámara de Turismo egipcia. Un grupo que, aunque representa el 22 por ciento del total de turistas, es conocido por sus elevados gastos. Sin embargo, los esfuerzos del Estado por maquillar la realidad no parecen suficientes. Egipto perdió a su principal activo, los turistas rusos.

Fue en 2015 cuando un atentado terrorista contra un avión de turistas rusos que sobrevolaban la península del Sinaí acabó con la vida de 224 personas. El ataque fue reivindicado por el Daesh. Tras el atentado, Rusia prohibió a sus ciudadanos viajar a Egipto. A su veto se unieron otros países europeos como Reino Unido o Alemania, que desaconsejaron a sus ciudadanos volar al país.

Los ciudadanos rusos representaban el 33 por ciento del total de turistas para Egipto. La debacle que se sobrevino tras el ataque desató a su vez una crisis de divisas. Hace tres años el cambio de divisa ofrecía a los europeos siete libras egipcias por cada euro, sin embargo, actualmente un euro equivale a cerca de 21 libras egipcias. Una de las razones de este desplome es que pasado mes de noviembre el país liberalizó la cotización de la libra egipcia, lo que dio como resultado una depreciación de la moneda de cerca del cien por cien. Obviamente esta decisión repercutió en la inflacción de forma negativa ya que Egipto importa la mayoría de bienes que consume. Según los locales, los precios -el pasado mes de junio el Consejo de Ministros aprobó una fuerte subida de entre un 40 y un 50 por ciento, de los precios de los combustibles y del 100 por cien para gas natural- se han multiplicado, mientras que los salarios apenas se mantienen.

Los puestos de trabajo escasean y las zonas turísticas como la localidad de Sharm el Sheikh se han convertido en áreas fantasma con centros comerciales desmantelados, cafés vacíos y polvo sobre los letreros que un día fueron luminosos y llamaban a adquirir souvenirs en ruso e italiano. Un pueblo hambriento y sin trabajo es el mejor caldo de cultivo para que florezcan los extremismos.


Periodista y analista internacional. Experta en Seguridad y Defensa y Terrorismo

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