Por G.B. D. Agustín Alcázar Segura (R).
El General Alonso Baquer inicia su obra “El modelo español de pronunciamiento” diciendo que La reiteración de los conflictos políticos con participación de fuerza armada a lo largo de la historia de España, y no sólo en los orígenes del constitucionalismo, lejos de brindar una base amplia para la formulación de una teoría convincente sobre los posibles tipos de conflicto, ha servido para engendrar un cúmulo tan grande de definiciones y de clasificaciones, que difícilmente puede hoy saberse, con los libros entre las manos, de cuál de los conflictos se está tratando (1).
En efecto, a la hora de aplicarles un nombre determinado aparecen denominaciones como motín, pronunciamiento, levantamiento popular, alzamiento nacional, revolución, insurrección, golpe de estado, etc, dándose por supuesto que todos ellos son denominaciones diferentes aplicables a un mismo concepto general, si bien parece ser que el que emplea un determinado término, quiere ver en él una intencionalidad, solución o evolución determinada.
Siguiendo de nuevo al General Alonso Baquer (2) en su obra citada, define el motín como la desobediencia de unidad armada que se manifiesta violentamente ante sus mandos inmediatos en la confianza de que sus actos podrán ser justificados como legítima respuesta a unos abusos de autoridad.
Pronunciamiento es la rebeldía de mandos profesionales, propugnada por grupos políticos convencidos de que el gesto de los oficiales, al contar con la adhesión de la opinión pública, conducirá sin daños ni riesgos, a la paz social y a la reforma política.
El golpe de Estado consiste en el asalto al órgano que ostenta la suprema jerarquía del poder ejecutivo, realizado por orden de altos mandos militares, con la finalidad de enderezar el rumbo político del país.
Por lo que respecta al alzamiento nacional, mediante él se proclama de hostilidad contra las autoridades de grupos numerosos de campesinos o ciudadanos que, como adhesión al gesto de rebeldía de los mandos militares de la localidad, toman las armas en defensa de tradiciones vulneradas o para la conquista de nuevos derechos. Cuando se produce al margen de la fuerza armada se trata de un levantamiento popular.
Finalmente, define la insurrección como la declaración de ruptura pública con la legalidad existente que pretende el dominio absoluto de la calle merced a la amenaza directa del uso de las armas contra todas las fuerzas que se proponen el desenlace pacífico de la situación crítica. Normalmente una huelga general revolucionaria convocada por un poder clandestino actúa como desencadenante de la crisis.
De estas definiciones podemos deducir:
- El motín constituye un problema interno de una unidad militar sin pretender con ello alcanzar un fin político.
- En el alzamiento nacional, el elemento base lo proporcionan ciudadanos que luchan por alcanzar unos fines fundamentalmente sociales, sin que en principio aparezca entre sus objetivos la conquista del poder o el logro de un fin político.
- En la insurrección, las fuerzas militares, o no participan, o no desempeñan un papel principal en el conflicto.
En consecuencia, quedan así el golpe de Estado y el pronunciamiento como tipos del conflicto en los que el papel principal lo tienen altos mandos de las Fuerzas Armadas o un grupo de oficiales, que actúan con una finalidad decididamente política.
En este contexto estimamos que, en el caso de España, el golpe de Estado constituye una evolución del pronunciamiento, pretendiendo cada uno de ellos finalidades y definiéndolos características diferentes, si bien ambos tienen el mismo elemento básico, las Fuerzas Armadas, y como líderes los escalones superiores de su jerarquía.
Según Julio Busquet (3) la historia de los pronunciamientos militares en España puede dividirse en tres períodos: el primero abarca desde 1814 (pronunciamiento de Mina) a 1886 (pronunciamiento de Villacampa), constituye la “Edad de oro” del pronunciamiento, durante el que se producen la gran mayoría de los habidos en total; el segundo, comprende desde 1923 (Primo de Rivera) hasta 1936 (desencadenamiento de la Guerra Civil), etapa en el que el pronunciamiento deriva hacia el Golpe de Estado; por último, desde 1978 hasta 1891, etapa que culmina con el intento de Golpe de Estado del 23 de Febrero de 1981.
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(1) ALONSO BAQUER, Miguel: El modelo español de pronunciamiento. Ed. Rialp. Madrid, 1983. p, 9.
(2) Ibidem, pp 31 y 32.
(3) BUSQUET, Julio: Pronunciamientos y golpes de Estado en España. Ed. Planeta. Barcelona. 1982. pp 14 y 15.
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