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Policía y Guardia Civil terminan con la red que secuestró y asesinó a un joven gaditano en agosto

Redacción.

La Policía Nacional y la Guardia Civil han llevado a cabo una operación conjunta por la que han desarticulado a una activa organización dedicada presuntamente al secuestro y tortura de sus víctimas con fines económicos.

La operación «Periplo» ha terminado con esta red que estaba formada íntegramente por ciudadanos españoles, de los que han sido detenidos 18, además de practicarse 12 registros domiciliarios en las provincias de Cádiz, Cáceres, Madrid y Toledo. Los detenidos usaban chalecos antibalas y se desplazaban siempre portando pistolas cargadas y listas para ser utilizadas.

La organización criminal es la presunta autora del secuestro, tortura y asesinato de un joven gaditano cometido el pasado 5 de agosto. Los hechos tuvieron lugar cuando los guardias civiles del Equipo de Delitos Contra las Personas, recibieron una denuncia de un posible secuestro de un joven chiclanero denunciado por su propia esposa.

Los agentes de la Guardia Civil constataron que en el domicilio de la pareja se habían inutilizado los sistemas de seguridad y se había revuelto toda la casa. Posteriormente la Policía Nacional hallaba el cuerpo sin vida del joven desaparecido en un paraje situado tras el Hospital Clínico de Puerto Real (Cádiz).

Las primeras investigaciones y el análisis forense del cuerpo del joven indicaban que los asaltantes habían empleado una extrema violencia con la víctima y que poseían una infraestructura logística preparada para perpetrar el crimen. También durante las primeras pesquisas se encontró a otras personas del entorno del joven que habrían sido retenidos contra su voluntad, llegando a resultar herida una de ellas.

El joven fue trasladado a una vivienda en El Puerto de Santa María, donde fue torturado y amenazado de muerte si no entregaba una importante suma de dinero, amenaza que finalmente cumplieron.

Organización jerarquizada
Los agentes pudieron averiguar que este modo de actuación también había sido utilizado en la localidad cacereña de Navalmoral de la Mata, donde secuestraron a un empresario a plena luz del día y en su propia nave industrial. Tras inmovilizarlo lo sometieron a torturas hasta que consiguieron que les dijera donde guardaba el dinero.

La organización criminal estaba perfectamente jerarquizada. Era dirigida por un cabecilla de nacionalidad española y con antecedentes, que mostraba un desprecio absoluto por la vida humana.

Contaba con varios grupos con funciones claramente diferenciadas. Un grupo se encargaba de robar los vehículos de alta gama y doblar las placas de matrícula, otro se encargaba de proporcionar los domicilios donde se ocultaban tanto en Cádiz como en Madrid y otro grupo intervenía en las labores de vigilancia y selección de los futuros objetivos, para el «núcleo duro», que eran los que en compañía del líder realizaban los asaltos.


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