Verónica Sánchez Moreno
Un coche a toda velocidad por las calles de la sevillana localidad de Coria del Río. Dentro de él, un padre desesperado que ve cómo a su hijo de apenas dos años se le escapa la vida debido a un atragantamiento. Al volante, un vecino de la familia, que detiene el vehículo al cruzarse con una patrulla de la Policía Nacional, compuesta por Manuel Durillo Hidalgo y Jorge Esteban Hidalgo López. Los dos policías, adscritos al Grupo Local de Seguridad Ciudadana, nos cuentan cómo una calurosa noche de verano salvaron una vida.
¿Qué fue exactamente lo que sucedió?
Manuel Durillo: Estábamos de patrulla la noche del tres de agosto, sobre las 23:15 de la noche y nos llamó la atención un vehículo todoterreno que venía a gran velocidad, con un hombre en la parte trasera del coche, con medio cuerpo fuera del mismo, haciéndonos señas. En un principio pensamos que podía ser una reyerta o persecución. Entonces nos paramos y de la parte de atrás del coche salió esta persona semidesnuda y con un niño en brazos. “Por favor, policía, ayudadme, ayudadme, mi hijo se ha atragantado, se asfixia”, nos dijo. Puso al niño de dos años en brazos de mi compañero y, mientras nosotros le examinábamos, preguntamos al padre qué se había tragado y nos comentó que el crío había cogido una galleta al hermano y se había atragantado con ella. Él había intentado sacarle el trozo de galleta con la mano, sin éxito.
Jorge Esteban Hidalgo: Como yo iba conduciendo, al bajarnos del coche era el que estaba más cerca del hombre, que venía prácticamente en estado de shock, y me echó al niño en los brazos.
¿Qué hicieron entonces para intentar que el niño respirase?
M.D.: Vimos que el niño estaba con los ojos un poco vueltos e inmediatamente le realizamos unas maniobras para que expulsara lo que tuviese dentro. Así pues, en las manos de mi compañero, le pusimos boca abajo y yo, por la otra parte, con la palma de la mano, le di unos pequeños toques en la espalda. Con una tos el niño expulsó el trozo de galleta y rápidamente lo volvimos a poner boca arriba.
J.E.H.: Entonces empezó a reaccionar y, cuando vimos que abría los ojos y se movía, le apretamos también un poco el estómago por si podía vomitar algo más, pero no, ya había expulsado lo que le atragantaba.
M.D.: Como el padre estaba tan nervioso se lo dimos para que viese que ya se encontraba consciente y reanimado. Posteriormente dimos indicaciones al conductor del vehículo en el que venían padre e hijo para que nos siguiese camino al ambulatorio. Un trayecto que hicimos muy rápido y con los prioritarios y las sirenas puestos, para que el niño fuese atendido por los médicos lo antes posible.
¿Cómo reaccionaron los corianos que estaban presentes en el lugar de los hechos?
M.D.: La gente que estaba por allí nos ayudó a despejar la calle, que era de doble sentido. Incluso una auxiliar de enfermería que se hallaba en el lugar se interesó por cómo se encontraba el niño. Me gustaría hacer hincapié en la labor tanto de los servicios sanitarios después, como de las personas de Coria que estaban allí, porque todo el mundo quiso ayudar. Gracias a Dios salió todo bien y cuando llegamos al ambulatorio, el pequeño fue revisado por el personal facultativo médico y corroboraron que estaba en perfecto estado.
Cuándo pasó todo, ¿cómo se sintieron?
M.D.: En ese momento nos sentimos muy satisfechos de ver la cara del padre y, por supuesto, que el niño estaba bien. Con la satisfacción del deber cumplido y de haberlo hecho lo mejor posible. Cuando se trata de salvar a un menor, sientes que al salvarle la vida se la salvas a más personas. Es muy duro, pero lo logramos. Y después, en el coche patrulla, nos quedamos los dos muy callados.
J.E.H.: Este tipo de intervenciones son las que más gratificación te hacen sentir dentro de la policía Por mucho que detengas a alguien muy malo, el salvar la vida de alguien, y más si es un niño, es lo más gratificante que hay.
¿Han recibido muchas felicitaciones?
M.D.: La madre del niño nos ha agradecido nuestra actuación, al igual que los médicos que atendieron posteriormente al pequeño. Por otro lado, sí, los ciudadanos te reconocen por la calle, y te felicitan, te dicen que es una gran labor la que hace el Cuerpo Nacional de Policía. Y yo, como policía nacional, me siento muy orgulloso de ese reconocimiento, que también se hace extensible a todas las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
¿Se habían encontrado antes en otra situación parecida?
M.D.: Yo llevo 21 años en el Cuerpo Nacional de Policía y me he visto en otras actuaciones también complicadas, como atentados, pero son completamente distintas.
J.E.H.: He tenido intervenciones de todo tipo, pero como ésta en la que haya que salvar la vida de alguien, hasta el otro día no había tenido ninguna.
¿Consideran que es importante que todos sepamos realizar primeros auxilios de este tipo?
J.E.H.: Sí, por supuesto. Es primordial sobre todo en profesiones como la nuestra en la que, aunque nuestro trabajo no sea curar, te puedes encontrar en esta coyuntura. Y para los ciudadanos también, porque cualquier persona en su vida diaria se puede ver envuelto en una situación con un familiar, con un amigo, paseando por la calle, en la que teniendo unas nociones de primeros auxilios sean capaces de solucionar el problema.
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