Las acróbatas del Ejército del Aire

Verónica Sánchez Moreno

“Un grupo de mujeres militares extraordinarias, valientes, luchadoras, humildes, solidarias, llenas de energía y con un gran espíritu de superación y compañerismo”, así define el teniente Lomas, jefe de la Patrulla Acrobática de Paracaidismo del Ejército del Aire (PAPEA), al Equipo Femenino, formado por cinco féminas, de entre 33 y 40 años, que representan “la perfecta integración que existe de la mujer en el seno del Ejército del Aire”. El equipo se formó hace algo más de un año y, en septiembre de 2015, en el primer campeonato en el que participaron, el International Parachuting Formation Skydive Tournament CISM, celebrado en Suiza, ganaron la medalla de oro. 

“Ellas pertenecen a la PAPEA porque quieren estar aquí y porque lo merecen. Nadie les ha regalado nada. Se han convertido por méritos propios en el referente de muchas mujeres dentro y fuera de las Fuerzas Armadas. Demuestran día a día que si quieres, puedes”, afirma el teniente Lomas. Hablamos con ellas poco antes del Campeonato Nacional de Paracaidismo, con la mirada puesta en el Mundial que tendrá lugar en Rusia este verano. Y las ganas de ir a comerse el mundo, como dice una de ellas, Rebeca Nobile (que se lesionó el pasado mes de marzo y cuya recuperación es muy favorable), se les notan a la legua. Ganas, ilusión y esfuerzo.

¿Cómo llegaron a formar parte del equipo femenino de la PAPEA?
Cabo primero Diana Vetia: Estaba destinada en el Escuadrón de Zapadores Paracaidistas (EZAPAC) y fue un poco accidental porque, el que ahora es jefe de la PAPEA era el jefe del curso de apertura manual cuando yo lo realicé, se fijó en mí y le propuso a mi jefe de zapadores que pasara a formar parte de la patrulla. Tras un año dio el visto bueno y, al pasar yo a la PAPEA, se consiguieron las cinco mujeres necesarias para crear el equipo femenino.

Cabo Teresa Pardo: Yo estaba en la sección de plegados de la Escuela Militar de Paracaidismo y me llamaron para ofrecerme ser parte del equipo, pero como tenía la intención de ser madre lo rechacé. Cuando di a luz y me reincorporé volví a hablar con el que entonces era el jefe de la PAPEA y me incorporé a la patrulla. Y la experiencia está siendo genial.

Cabo Mª Soledad Agea: Al terminar el curso de apertura manual el jefe de la PAPEA que estaba entonces me propuso formar parte de la patrulla por un periodo de prueba y acepté encantada porque sabía que iba a venir a un sitio iba a saltar mucho, que es lo que me gusta. Así que no me lo pensé.

Cabo Elisabeth Hernández: Yo pedí formar parte de la PAPEA. Pertenezco al EZAPAC y cuando el jefe de la patrulla y el de zapadores decidieron que era el momento, pude entrar.

Cabo Rebeca Nobile: Mi caso es un poco peculiar porque empecé a formar parte de la patrulla en 2003, pero de apoyo, en la oficina. Yo sabía que quería ser paracaidista, conseguí hacer los cursos y, en 2007, pasé al equipo y a competir.

¿En qué consiste su entrenamiento?
D.V.: Nosotras competimos en dos disciplinas, por un lado, relativo, que son formaciones en caída libre y, por otro lado, precisión en el aterrizaje. Por lo tanto, enfocamos el entrenamiento con tres días de relativo, que ahora mismo es nuestro punto fuerte, y dos días de precisión. A lo que añadimos dos horas semanales en el túnel de viento en el que entrenamos las formaciones en caída libre, lo que vamos a hacer en el aire.

S.A.: Entrenamos los saltos y las exhibiciones, cuando tenemos una cerca. También hacemos bastante deporte, cardio y ejercicios de fuerza, para coger fondo y agilidad.

Llevan solo un año y en el primer campeonato internacional que participaron ya ganaron la medalla de oro en caída libre, ¿qué significó para ustedes?
D.V.: La verdad es que nos pilló un poco de sorpresa porque normalmente se empieza a ganar después de muchos años compitiendo juntas, cuando ya se conoce cómo funciona el equipo y trabaja cada una.

T.P.: Muy sorprendidas y alegres. Yo no me lo creía (ríe).

S.A.: Fue una satisfacción por el trabajo que ha realizado el equipo y también una gran motivación. Cuando consigues algo tan importante después de haber trabajando tanto, te motiva mucho para continuar.

R.N.: Empezamos con muchas ganas y sin pensar que en el primer campeonato íbamos a conseguir la medalla de oro. Fue una sorpresa pero al mismo tiempo pensando que llevábamos un año trabajando y nos lo habíamos “currado”.

E.H.: Para mí presión añadida, porque meses después venían los VI Juegos Mundiales Militares que se celebraron en octubre en Corea y, como ya habíamos conseguido algo, la gente esperaba más de nosotras.

¿Es fundamental la confianza y el buen ambiente entre las cinco para el buen funcionamiento del equipo?
D.V.: Por supuesto. En todo momento dependes de las otras componentes y, sobre todo, el trabajo en relativo es un trabajo de cuatro y va en función de la sincronía que tengamos entre nosotras. Sé que tengo que hacer un movimiento y debo tener la fe ciega en que la otra persona esté ahí para tocarla y que la figura esté hecha. Además, fuera del trabajo somos todas amigas para poder tener la confianza de hablar de lo que ha salido mal y analizar el porqué.

E.H.: Tenemos que llevarnos bien y entender que cuando algo sale mal no hay que buscar culpables, sino soluciones, e intentar que haya buen ambiente.

S.A.: La verdad es que es imprescindible porque cuando un equipo no tiene buen ambiente, normalmente no llega a nada. Pasamos muchas horas, días, juntas. Es como vivir en familia.

R.N.: En un equipo deportivo si no hay buen ambiente, no funciona. Es fundamental. Lo suyo es que, aunque luego fuera cada una tengamos nuestra vida, que aquí dentro seamos todas compañeras y amigas. La forma física es fundamental, pero el buen ambiente es vital.

T.P.: La confianza y que nos llevemos bien son básicos. Nuestro entrenador siempre nos dice que debemos tener comunicación entre nosotras y la hay, mucha.

¿Qué significa para ustedes ser parte del equipo femenino de la PAPEA?
D.V.: No sé como explicarlo porque fue mucho tiempo esperando para poder formar el equipo y de la noche a la mañana pasé de “no tengo nada” a “formo parte del un equipo y estoy entrenando y ganando”. Mucha ilusión.

T.P.: En mi caso una gran ilusión también y ganas de seguir. Hablamos entre nosotras de las próximas metas, de que podamos seguir todas aquí.

S.A.: Mucho sacrificio, mucho trabajo y también muchas satisfacciones y alegrías.

E.H.: Así es. Muy cansado, se trabaja mucho pero lo disfrutamos porque estamos haciendo lo que nos gusta.

¿Cuáles son los objetivos a corto plazo que se marca el equipo?
D.V.: Este mes de abril tenemos el campeonato nacional (cuando les entrevistamos están a punto de disputar el Campeonato Militar de Paracaidismo, disputado el pasado fin de semana) y después el 40º World Military Parachuting Championship, que se celebrará en Rusia en julio. El año pasado nos quedamos cuartas del mundo y este año tenemos la esperanza de coger podio en el mundial.

S.A.: El Mundial en cuestión de precisión está bastante difícil, pero en relativo tenemos probabilidades. Hay que intentar hacer nuestro trabajo y no pensar en el podio sino en que salga lo que estamos entrenando. Y en el Nacional hay que ir a por el podio en todos los sentidos.

T.P.: Siempre está la ilusión ahí de ganar el Mundial, pero el equipo norteamericano lleva muchos años compitiendo con las mismas componentes y está muy consolidado. Somos realistas pero intentaremos obtener un puesto de podio.

E.H.: Está difícil pero ahora tenemos más experiencia, también después de lo que nos pasó en Corea (quedaron cuartas en Formación en Caída Libre, quintas en precisión de aterrizaje y sextas en la clasificación absoluta), porque de todo se aprende. Y yo creo que este lo vamos a tomar con más calma y va a salir bien.

R.N.: En el Nacional competimos chicos y chicas juntos y en el Mundial la competición se divide por género. El objetivo es que salga el trabajo que estamos entrenando y el resultado nos pondrá donde tenga que ponernos. Cada campeonato es un mundo. En el Nacional estamos en casa, es el avión en el que saltamos todos los días, competimos contra la gente que conocemos. Y cuando vamos al Mundial o a algún campeonato todo cambia. El avión en el que se salta no tiene nada que ver con el tuyo, lo que te crea una situación de estrés porque las salidas son diferentes; además competimos con otros equipos muy buenos que llevan mucho tiempo saltando juntas. Los nervios los vamos a llevar siempre, tanto en el Mundial como en el Nacional, así que tenemos que hacer nuestro trabajo y ya está.

En un futuro, ¿cómo ven sus trayectorias profesionales?
D.V.: En el Ejército tenemos un contrato hasta los 45 años. Si no accedes a una escala superior o si no te haces tropa permanente, a los 45 años te vas a la calle. Ahora mismo del equipo la única fija soy yo. Además no hay muchas mujeres en paracaidismo, unas quieren ser madres, otras están mirando qué va a ser de su futuro, buscando una salida profesional, y no hay relevo.

T.P.: A mí me gustaría quedarme en el Ejército. Estar en la PAPEA hasta que pueda seguir compitiendo y luego volver a Jefatura de Estudios, aprobando la permanencia y, si hiciera falta, ascender a cabo primero. De cabo primero no me quedaría aquí, pero al menos sí en las Fuerzas Armadas, que es lo que me gustaría. De todos modos, estoy también preparándome la oposición a Guardia Civil por si no pudiera ser.

S.A.: En un futuro próximo quiero continuar evolucionando como competidora, dando lo mejor que pueda de mí. Y a medio-largo plazo es muy impredecible por el tema de la permanencia y los ascensos. De aquí a los 45 puede pasar de todo, igual hay suerte y podemos optar a una plaza de permanencia o igual no.

E.H.: Yo personalmente voy a mirar fuera de aquí porque ahora mismo la permanencia está muy difícil y optaría por Guardia Civil o Policía Nacional. Estaré aquí seguro hasta los 45 pero tengo que empezar a prepararme algo para poder tener un trabajo después porque si no, ¿qué hago a los 45?

R.N.: Es duro pensar que a los 45 nos vamos porque es cierto que pertenecer a la PAPEA es voluntario pero yo lo hago también porque creo que para el Ejército y para España es bueno. Son muchos días fuera de casa y muy duro físicamente, así que pensar que después de todo el esfuerzo a los 45 te vas, es duro. Pero bueno, ahora mismo estoy estudiando por las tardes y, si algún día me tengo que ir, me buscaré la vida. Estoy haciendo un segundo Ciclo Formativo de Grado Superior (ya tenía uno), pensando en el futuro. Ojalá que de aquí a los 45 cambien algo y podamos quedarnos.


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